La pandemia reduce a mínimos las intoxicaciones alimentarias

I.Camarero Jiménez
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Aunque queda la peor época del año por delante, es decir, el verano, en Ávila solo se registró en marzo un brote con siete afectados que no precisaron hospitalización

La pandemia reduce a mínimos las intoxicaciones alimentarias

La pandemia ha traído muy pocas cosas buenas, por no decir que ninguna, pero sus efectos y las restricciones derivadas de ellos han propiciado que a estas alturas del año apenas haya habido intoxicaciones alimentarias en la provincia de Ávila. Desde la delegación territorial de la Junta apuntan que en seis meses de 2021 sólo se produjo un brote que afectó a siete personas de un establecimiento de prestación de servicios (bar o restaurante). Lo causó el Staphyloccocus aureus, que afectó a siete personas y ninguna de ellas requirió hospitalización. Cursó con procesos gastrointestinales, digestivos (vómitos, diarrea, aunque en ocasiones aparece fiebre) y se debió a una mala manipulación de los alimentos por parte del profesional en cuestión (que era quien portaba en este caso la bacteria que pasó a la cadena alimentaria). Normalmente por una mala higiene esos virus o bacterias se acaba trasladando a los alimentos. 

Como suele ser habitual el establecimiento se paralizó cautelarmente en su actividad hasta la adopción de las medidas que dictó la inspección.

Evidentemente en años anteriores hubo más brotes pero tal y como recuerda el  jefe del Servicio Territorial de Sanidad, Luis González Maroto, el cierre de la hostelería tiene mucho que ver y las restricciones de aforo que vinieron después y que se siguen manteniendo, también de cara a esa reducción de intoxicaciones. Es de lo poco positivo que ha dejado la pandemia, reconoce. «Eso y, por ejemplo, el hecho de que este año la incidencia de la gripe estacional ha sido mucho menor y también que los alérgicos no han tenido tantos problemas al llevar mascarilla en espacios abiertos», apunta.

Queda por delante el verano casi al completo y en este sentido habrá que esperar, pero la realidad es que la mayor parte de esas intoxicaciones les suelen llegar a los sanitarios de los campamentos juveniles que «el año pasado no hubo y éste, hay muy pocos previstos». 

Suelen dejar intoxicaciones en menor medida por consumo de alimentos en mal estado o contaminados, pero especialmente aparecen casos de esos campamentos por «el consumo de agua que no es potable y que contiene enterobacterias». Y es que los chicos son los que suelen beber de fuentes y manantiales que están en los pueblos o en espacios naturales sin fijarse en si pone o no «agua potable» y si no lo pone es que no lo es. Apunta González Maroto que en muchos casos «los propios vecinos consumen ese agua, pero el hábito de hacerlo prácticamente a diario ha hecho que su flora se acostumbre y no les haga daño porque la carga microbiana es pequeña», pero claro hablamos de que las intoxicaciones son de niños y jóvenes que están acostumbrados a beber agua mineral y embotellada y su flora lógicamente no está acostumbrada.

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