El alcázar fue un edificio de continuidad nacido en el S. I

D.C
-

Rosa Ruiz Entrecanales, arqueóloga municipal del Ayuntamiento de Ávila, ofreció en el Casino una conferencia en la que desveló la evolución de un edificio histórico que conoció su máximo esplendor con la reforma de Enrique IV

El programa de actividades culturales que desarrolla el Casino Abulense ofreció este miércoles un interesante acercamiento a la historia de la capital de la mano de Rosa Ruiz Entrecanales, arqueóloga municipal del Ayuntamiento, experta conocedora del pasado de la ciudad que compartió parte de sus saberes sobre ese tema a través de una conferencia, ilustrada con fotografías, a la que tituló 'Del alcázar al cuartel a través de la arqueología'.

Teniendo como referente principal la información que han aportado las excavaciones realizadas en el solar que ocupó el alcázar, hoy Plaza Adolfo Suárez, y también algunas fotografías antiguas, Rosa Ruiz resumió que «los restos allí aparecidos arrancan en el siglo I, romano puro, para seguir con niveles visigodos, el alcázar de la época de repoblación en los siglos XI-XII, el alcázar del siglo XV –que ordena construir Enrique IV sobre los restos del anterior–, y luego ya los restos de los siglos XVIII y XIX», para definir entre todos ellos «un edificio de continuidad de muchos siglos de historia».

Los últimos restos de ese edificio que fue transformándose con la ciudad «se echan abajo a mediados del siglo XX», pero ya antes fue dictada su 'sentencia', comienzo de su fin definitivo que comienza «en 1919, con el cuartel en muy mal estado después de que el ejército se haya ido de allí porque no puede mantener ese edificio, y después de que hubiese acogido escuelas de niñas y estudios de pintores, cuando el Ayuntamiento cede una parte del solar para que se haga el nuevo edificio de Correos, y se divide con un espacio para Correos y otro para el Banco de España»; a ese proyecto de nuevas construcciones, que implicaba el derribo de lo que quedaba del alcázar, «las Reales Academias se oponen porque dicen por un lado que no se puede demoler totalmente la parte vieja del alcázar, y por otro que es un espacio de contemplación de la Muralla que hay que proteger».

Poco después, en los años 30, «el alcalde del momento, el señor Represa, insta a los ciudadanos a ir a demoler los restos del alcázar, y allí se van los abulense con las piquetas del Ayuntamiento», en un momento complicado porque «el Estado está en contra de la demolición argumentando que hay que tener en cuenta el valor intangible que allí hubo y que siguen quedando restos importantes, a lo que se suma que las Reales Academias alegan que la protección de la muralla aprobada en 1884 no es solamente para ella sino para todo el sistema defensivo completo de la ciudad, y el alcázar forma parte de él». Por contra, la decisión del Ayuntamiento de demoler lo que queda en pie está apoyada, entre otras voces autorizadas, por las de Claudio Sánchez Albornoz y Gómez Moreno, «que consideraban que esos restos lo único que hacían era afear la ciudad».

Ese es, además, «el momento en el que se ordena que lo único que queda sin derruir permanezca como está, que es precisamente el zócalo de piedra e la fachada principal, que se llamaba paredón o murallón dependiendo de quien lo cite, que es lo que se conserva junto a la puerta de entrada al Grande».