«Los ojos eran el 'leit motiv' de la pintura de Caprotti»

I.Camarero Jiménez
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José Luis Sánchez Relova, guía de turismo y médico, publica un libro sobre la figura del pintor italiano y reconoce que ha sido para él un descubrimiento que le ha servido de acicate para volver a escribir

«Los ojos eran el ‘leit motiv’ de la pintura de Caprotti» - Foto: Ana I. Ramirez

José Luis Sánchez Relova es uno de los guías oficiales de turismo con los que cuenta la ciudad, probablemente el que más años lleve en el oficio,  y a muchos de los que lean estas líneas les resultará al menos conocido puesto que aunque es gallego, de A Coruña concretamente, llegó con 12 años a la ciudad que ha convertido en su casa y de la que se ha enamorado, al igual que de sus gentes. Algo parecido le pasó al pintor italiano Guido Caprotti, al que una avería de tren el siglo pasado le hizo recalar en Ávila, un lugar del que también hizo su hogar y que retrató, al igual que a sus paisanos, en no pocas ocasiones. Hoy en día tiene su propio palacio, su propio museo.

Narramos estas dos historias en paralelo porque van de la mano y es que Sánchez Relova, el guía (que, por otro lado, también es médico) ha ido descubriendo poco a poco ese museo y al pintor que le da nombre e igual que se enamoró de Ávila lo hizo de las creaciones de un pintor que tiene claro «es de los grandes». De ahí que hace dos años se planteara dar forma a un libro sobre Caprotti que ahora ve la luz. De hecho lo hará de manera oficial el 18 de enero en el Palacio Caprotti a las 11,30 horas y acompañado de la teniente de alcalde Sonsoles Prieto, así como de una buena representación de los familiares del artista italiano y de todos los abulenses que consideren oportuno descubrir algo más de Guido.

Asegura Sánchez Relova que en los dos años de investigación ha tenido tiempo de descubrir una obra que a priori no le hizo mucho tilín, aunque reconoce que entró con ganas cuando se inauguró el palacio. En el fondo fue hasta que de algún modo ahondó en el punto fuerte del pintor y que no es otro que sus retratos y en concreto, los ojos de los protagonistas.

Esos ojos que son capaces de expresar tanto, la bondad, la locura, la enfermedad... Retratos que traspasan, pero también paisajes que el creó «porque no pintaba la realidad», estima Relova, sino que «creaba una realidad para sus cuadros». Una realidad que no era tal pues los paisajes castellanos eran de algún modo tristes «en los que predominaba el ocre», pero el los dotó de luz.Esa luz de Ávila que en general no gusta a los artistas de la pintura, considera Relova,  por ser enormemente luminosa y porque  de algún modo satura. Pero Caprotti encontró en ella su inspiración. Habla Relova de la obra pero también de una persona muy conocida en la ciudad que le acogió (como después lo ha hecho con él mismo) y de la que quedó prendado para siempre pues cuando le nombraron hijo adoptivo sintió tremendo orgullo el italiano.

Para nuestro médico-escritor Caprotti ha sido una revelación que le ha hecho indagar no sólo en esta figura sino también en la cultura popular, en el cancionero que tiene aplicación en los cuadros de Guido.Recuerda esa pintura de una fuente y a su vez la canción aquella que reza: «Ya no va la Sinda/a por agua a la fuente,/ ya no va la Sinda,/ ya no se divierte» y también la intrahistoria de aquellas fuentes que se convirtieron en su momento en lugares para «ligar», en lugares a los que iban las mujeres (sin padres, sin ataduras) y «se acercaban los muchachos a verlas y también a socializar».

Para Relova ha sido la casa de Caprotti un grato descubrimiento que incluso le ha hecho mejor persona, un acicate para seguir estudiando y un lugar que hay que exponer mucho más y darlo a conocer, cargado de belleza. Tiene claro que eso ha sido posible gracias al apoyo prestado por el Ayuntamiento de Ávila, tanto por la corporación actual como por la anterior, que lo han hecho todo fácil.

Una oportunidad única, ese palacio-museo de descubrir nuevos lugares que enseñar al turismo y al abulense que desee mirar de nuevo y con otros ojos. Con los ojos de un hombre que se enamoró de Ávila y eso que la ciudad no atravesaba su mejor momento cuando Caprotti se bajó del tren, tenía, cuenta el autor de la nueva publicación «fama de sucia y de fea» pero está claro que a él le gustó y la sacó partido. «No pintó la realidad, le dio forma de real» porque «puso colores que Castilla no tiene». «Caprotti es un pintor de luz» asegura sin pudor y «fue un creador de escenas de Ávila, supo llevar a sus lienzos el cómo se movía la gente, cómo gesticulaba, cómo miraba. Él hizo la mirada del abulense porque los ojos eran el ‘leit motiv’ de la pintura de Caprotti».

Para el escritor y autor de  ‘Pintor Guido Caprotti. Un enamorado del alma española y de la espiritualidad castellana’, cada cuadro de este artista es una película, lleno de detalles. Ahora bien no esperen encontrar en esta publicación un libro de arte porque es «de costumbrismo» afirma el escritor.