Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


Es urgente salgamos a su encuentro

13/11/2021

Aunque sanitariamente la pandemia del Coronavirus ha descendido bastante en España, a pesar del pequeño aumento de contagios y las varias decenas de fallecidos por el virus que se registran a diario, no se ha portado igual con la economía de millones de hogares en nuestro país que no han podido resistir la cornada del virus en un entorno muy frágil, hiriendo gravemente a aquellas personas que eran perdedoras, más endebles y ya, antes de llegar el Covid, tenían dificultades para mantenerse a flote, al no llegarles ayudas sociales y tampoco contar con mecanismos de protección propios. 
Es desolador leer el estudio 'Sociedad expulsada y derechos a ingresos' realizado por Cáritas y la Fundación Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada (FOESSA). Nos presenta unas cifras que a cualquiera deja helado pues en él recoge que, si desde 2018 el número de personas en pobreza severa se había incrementado el cincuenta por ciento elevándose a seis millones, año y medio después de la irrupción de la pandemia son once millones las personas que se encuentran en situación de exclusión social en España, donde el porcentaje de hogares con problemas para llegar a fin de mes representa el cincuenta y ocho por ciento, siete puntos más que hace tres años.
Los grupos y colectivos sobre los que la crisis ha tenido mayor impacto son las familias con pequeños y adolescentes donde, a las dificultades que entraña su cuidado, se une la debilidad de los apoyos públicos aumentando el riesgo de exclusión en estos hogares, el 27% de parejas con hijos frente al 18% entre las que no los tienen. Una situación más acusada si se trata de familia numerosa o de un hogar monoparental, especialmente cuando la persona que lo sustenta es una mujer. Igualmente, señala el estudio de Cáritas y FOESSA, el país de origen es otro condicionante concluyente pues la pandemia ha intensificado situaciones de exclusión crítica convirtiéndolas en crónicas para la población inmigrante por su posición de desventaja frente a la española.
Desgraciadamente a esta situación se añaden ahora las disparatadas subidas de la luz, el gas y los carburantes, que hacen la cesta de la compra más cara y muchas personas no puedan hacer frente a la misma teniendo que acudir a la ayuda de Cáritas, la mano de la Iglesia que está con los vulnerables, los excluidos, los pobres y cuyos recursos provienen de la solidaridad de donantes particulares, empresas e instituciones porque saben van a estar bien repartidos entre los más necesitados. 
Debido a la pandemia a sus puertas han llamado –por primera vez o se han acercado después de mucho tiempo sin necesitarlo– medio millón de personas a las que hay que sumar las otras muchas a las que lleva acompañando esta organización solidaria de la Conferencia Episcopal, que ha movilizado más de 41 millones de euros a ayudas directas permitiendo a muchas familias cubrir en parte necesidades tan básicas como alimentación, higiene, gastos de vivienda o de suministros.
La pobreza, extendida más por Coronavirus, afecta a once millones de personas en España y muchos más en el Mundo. A todos ellos la Iglesia dedica mañana domingo la 'Jornada Mundial de los Pobres' y el Papa Francisco nos invita a aumentar la sensibilidad para comprender sus necesidades, ya que los pobres no son personas «externas» de la comunidad, sino «hermanos con los cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social». 
No podemos esperar a que los pobres llamen a nuestra puerta. «Están en sus casas, en los hospitales y residencias, en las calles y en los rincones oscuros donde a veces se esconden, en los centros de refugio y acogida. Es importante entender como se sienten, qué perciben y qué deseos tienen en el corazón». Por ello, en esta V Jornada Mundial de los Pobres, Francisco nos invita a que, allí donde estemos y cada uno como podamos, nos acerquemos a quienes más nos necesitan y tienen mucho que enseñarnos. Es urgente salgamos a su encuentro.