Editorial

Menos contradicciones y más seguridad frente al coronavirus

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La variante ómicron del coronavirus ha puesto todo patas arriba. Cuando habíamos asumido que la lucha contra la pandemia había encontrado cierta velocidad de crucero, a pesar de que todos habíamos asumido una prolongación en el tiempo indeterminada, esta variante lo ha cambiado todo. 

Vivimos estas semanas casi tantas incoherencias como las que se sufrieron al comienzo de la pandemia, cuando todo era absolutamente desconocido. Medidas que no guardan sintonía entre comunidades autónomas (si miramos dentro de nuestro mapa territorial nacional), ni siquiera entre los propios países de la UE (con algunos envueltos en limitaciones, obligaciones vacunales...), o la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), que sigue insistiendo en lo que ha defendido siempre: la cuarentena de catorce días y la vacunación del 70 por ciento de la población mundial. 

De poco sirve que un territorio, un país o un continente esté en un nivel de vacunación del 80 o 90 por ciento si otro vecino (y en este contexto mundial sin apenas barreras ni distancias) va por el 10 o 20 por ciento. 

Las variantes serán continuas y afectarán antes o después a buena parte de la población, incluso a los vacunados o a los que ya han sido portadores de la enfermedad en algún momento. Se empieza a oír hablar de una nueva variante (denominada Ihu), y hay coincidencia entre los investigadores y científicos en que las variantes serán recurrentes y, por lo general, podrán ser tan contagiosas como esta ómicron, pero con un alto índice de levedad. 

Obviamente, con una explosión de casos como la que existe actualmente, la incidencia hospitalaria va a crecer. Y sobre todo, la saturación de la primera barrera sanitaria (Atención Primaria) se va a dejar notar. Pero hay que trasladar a la ciudadanía la necesidad de unas medidas básicas que también deben incluir el no atasco de los servicios médicos por casos leves o asintomáticos. 

Las administraciones han de ser ágiles concienciando a la ciudadanía de las necesidades de cada momento, sabiendo que los escenarios son cambiantes en muy poco tiempo, y lo que vale en un momento, quizás en otro instante posterior no sea suficiente.

Trabajar de forma coordinada, con medidas coherentes y consensuadas, será la única receta para contener la pandemia y sobre todo para avanzar hacia la recuperación económica. Estamos en 2022, a punto de cumplir dos años de pandemia, y hay que mirar hacia adelante para que el mundo pueda seguir siendo más solidario y productivo. Se siguen cometiendo errores de bulto en la gestión pandémica. Ni nuestro país ni nuestra comunidad se pueden permitir más pasos hacia atrás y más desequilibrios. Seguridad y coherencia son las mejores armas frente a la pandemia y sus derivados.