«La remolacha encaja como un guante en la nueva PAC»

M.H. (SPC)
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Salomé Santos es directora del Área Agrícola de Azucarera, que gestiona cuatro fábricas de este producto en España y tiene contratadas casi 20.000 hectáreas de cultivo de esta raíz, más de la mitad en la meseta norte

«La remolacha encaja como un guante en la nueva PAC»

Con el fin de los cupos en 2017, el cultivo de la remolacha cambió. Salomé Santos nos ha contado cómo está yendo la campaña, cuál es la realidad actual del campo o de qué manera ha afectado la pandemia al sector, entre otras cuestiones.

Vivimos en una época en la que el azúcar no está especialmente bien visto. Se le relaciona con patologías y el Ministerio de Consumo lanzó en octubre una campaña para reducir su uso, aparte del impuesto a las bebidas azucaradas...

Lo primero que hay que decir es que el azúcar es una sustancia fundamental para el organismo, la necesitamos para que el cuerpo funcione. Como con todo lo que comemos y bebemos, hay que tener moderación, pero el mensaje de la campaña del Ministerio de Consumo equiparaba el azúcar al tabaco, y son dos cosas que no tienen nada que ver. En nuestra opinión se trata de una campaña que no dice la verdad, desafortunada y que además ataca a un cultivo que fija población en el medio rural y crea empleo y riqueza, es decir, va contra el que es uno de los principales objetivos de la administración en la actualidad. Afortunadamente, este tipo de mensajes no nos va a afectar en superficie cultivada.

Fija población, crea riqueza… 

Hasta hace algunos años, la remolacha era un cultivo que daba mucho dinero. Con el fin de las cuotas en 2017, la cosa cambió y se perdió superficie. Desde entonces hacemos un trabajo de captación para aumentar las hectáreas. Ahora mismo contamos con unas 8.800 en Andalucía, lo que supone unas 3.000 más que hace tres años. En la parte norte son unas 10.000. Toda esa superficie implica a muchos cientos de agricultores que tienen su medio de vida en este cultivo. Y eso sin mencionar a todos los trabajadores que viven directa o indirectamente de nuestras cuatro plantas de transformación, que están ubicadas en zonas rurales. Se trata de una importante fuente de riqueza para las áreas en las que operamos.

¿Cómo atraen a los agricultores?

Tratamos de buscar nuevos profesionales y también queremos recuperar a aquellos que abandonaron este cultivo con el fin de los cupos. Para ello les ofrecemos garantía de rentabilidad, acometemos juntos los gastos y repartimos los beneficios, de tal manera que  en las buenas campañas les va bien, pero si viene un año malo nos tienen de colchón; han pasado de ser proveedores a ser socios. Estamos trabajando con ellos para paliar muchas ineficiencias que vienen de la época de los cupos, cuando, habiendo dinero, no era tan acuciante solucionar los problemas del cultivo.

Además les asesoramos en una agricultura de precisión. Les ofrecemos servicios a la carta de agronomía personalizados para cada agricultor y cada explotación a través de nuestro equipo de técnicos. Se trata de una agronomía flexible que ofrece soluciones adaptadas a cada uno de los agricultores, cada parcela y cada momento del ciclo de cultivo.

¿En qué consiste la agricultura de precisión?

Estamos siempre al tanto del estado del cultivo. Gracias a drones, imágenes satelitales y sensores conocemos como se encuentra en tiempo real. Además tenemos herramientas para prever el mejor momento para extraer la raíz de la tierra, aprovechando su mayor concentración en sacarosa. Y hemos mejorado mucho en la lucha contra la cercospora.

¿Qué es la cercospora?

Es un hongo. Ataca a las hojas de la planta y, para poder hacer que broten más hojas, la raíz utiliza sus reservas de nutrientes, por lo que la concentración en sacarosa mengua y, en consecuencia, también el rendimiento. Ahora ya trabajamos con variedades resistentes  a este hongo que no pierden concentración por ello y contamos con tratamientos precoces para aquellas variedades que sufren la enfermedad. Con modelos predictivos que emplean los drones, la imágenes de satélite y los sensores que comentaba antes podemos saber cuál es el mejor momento para tratar el cultivo antes de que la cercospora se desarrolle lo suficiente como para hacer daño a la planta. Este tipo de tecnología ha dejado de ser el futuro; ahora es el presente de la agricultura.

Con estas técnicas, ¿qué tal está discurriendo la campaña?

Está siendo un año bueno. Algunas previsiones esperaban un récord de cosecha, pero no ha sido para tanto. La producción está por encima de la media, sobrepasando las 100 toneladas por hectárea hasta ahora, y la riqueza de la remolacha en sacarosa es buena. Pero no es ningún récord, solo un buen año.

Lleváis trabajando desde el mes de octubre...

Sí, la de la remolacha es una campaña larga. En las fábricas de Toro (Zamora) y Miranda de Ebro (Burgos) ya hemos concluido y ahora comenzamos en la planta de La Bañeza (León). Es escalonado porque tratamos de aprovechar las ventanas de oportunidad que nos brinda el clima, tanto para sembrar como para extraer la remolacha. Las lluvias recientes, por ejemplo, harán que se retrase unos días el arranque en La Bañeza por la dificultad para extraer la raíz.

¿Qué se hace en las fábricas cuando no se moltura remolacha?

Básicamente se llevan a cabo labores de mantenimiento. Pero también se modernizan las instalaciones. Desde 2012 y hasta el año que viene tenemos previsto que la inversión en ese sentido alcance los 155 millones de euros. Estamos digitalizando y automatizando muchos procesos en las plantas y también trabajamos para mejorar la eficiencia energética.

En Toro, además, se fabrican otros productos derivados del azúcar. Y con la pulpa sobrante de la remolacha, ya sea prensada en fresco o pelletizada en seco, abastecemos a muchas ganaderías, ya que se trata de un alimento muy apreciado para los animales. Además, del proceso para precipitar el azúcar se obtiene un producto muy eficaz para controlar la acidez del suelo y enriquecerlo.

¿Qué se espera de la nueva PAC?

El cultivo de la remolacha encaja como un guante en la nueva PAC. Desde Europa se ha fijado pilares básicos para poder acceder a estas ayudas y la remolacha se adapta a ellos perfectamente. Por lo que se refiere al medio ambiente y los ecoesquemas, estamos hablando de un cultivo perfecto para la rotación, de tal manera que no solo previene el empobrecimiento de los suelos sino que los enriquece. En cuanto a eficiencia energética y digitalización, la agricultura de precisión que ponemos en práctica cumple a la perfección esas directrices. Y por lo que se refiere al desarrollo rural, apoyamos a los agricultores, ayudamos a fijar población y mantenemos muchos puestos de trabajo directos e indirectos con nuestras fábricas.

En los presupuestos del Ministerio de Agricultura se anunciaba un aumento de más de un 400% en los fondos destinados a modernizar el regadío. ¿Tendrá consecuencias en el sector de la remolacha?

Lógicamente es una buena noticia. Habrá oportunidad de introducir el cultivo en nuevas áreas y de mejorar los rendimientos en otras. Habrá que ver dónde se efectúan esas inversiones porque, aunque la distancia de la parcela a la fábrica influye a la hora de contratar, estamos dispuestos a asumir distancias más largas si los rendimientos o el calendario para las distintas zonas lo aconsejan.

En este sector, ¿somos un país potente en Europa?

Francia, Alemania y Reino Unido son los países que más remolacha cultivan y más azúcar producen. España tiene que importar porque lo que producimos aquí no es suficiente. Sin embargo este año el pulgón ha castigado mucho a estos países y se ha notado en un descenso drástico de la producción. Los ataques ha sido tan fuertes que se ha autorizado el uso de neonicotinoides, productos prohibidos hace poco por el daño que causan a las abejas, durante las próximas tres campañas. Al no florecer, este cultivo no atrae a las abejas y no las perjudica.

¿Cómo puede afectar a España esa merma en la producción ocurrida en el continente?

Habrá tensión con los precios. Entrará menos azúcar en España y probablemente los precios suban. Aún no lo han hecho a causa del coronavirus, que tiene muy parados a la hostelería y al turismo; pero subirá. El mercado de Azucarera es la Península Ibérica, así que nosotros no nos vamos a ver directamente afectados.

Tardaba en salir el coronavirus. ¿Cómo ha afectado al sector?

En el campo no ha habido incidencia. En las fábricas, lógicamente, hemos tenido que adoptar protocolos: mascarillas, distancia de seguridad, geles desinfectantes… También hemos modificado los turnos de tal manera que coincidan la menor cantidad de personas posible en el comedor, en los vestuarios…

En cuanto al consumo, ha descendido la demanda de las industrias de bebidas como consecuencia del cierre de la hostelería. Es cierto que el consumo doméstico ha aumentado (bizcochos, galletas…) y ha equilibrado algo la balanza, aunque no ha llegado a compensar del todo la bajada registrada en la industria.

Pero lo positivo que ha traído la pandemia es que ha servido, tanto a la población en general como a nosotros mismos, para tomar conciencia de la importancia tan enorme que tiene el sector primario. Ha sido una gran enseñanza.