Fallece el sacerdote abulense Francisco López

I.Camarero Jiménez
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Nacido en La Horcajada hace 88 años siempre estuvo ligado a la capital abulense, de hecho el 9 de febrero del año 2007 fue nombrado su Hijo Adoptivo

Fallece el sacerdote abulense Francisco López

Fue, tristemente, la noticia del sábado para muchos abulenses pues se desayunaron con la confirmación de que había fallecido Francisco  López, Don Francisco. El sacerdote abulense,  natural de La Horcajada perdía la vida a los 88 años de edad y tras una larga enfermedad. Y fue noticia, más si cabe porque con apenas dos horas de diferencia moría también su querida hermana Sagrario. De ahí la afluencia de gente durante toda la jornada al tanatorio abulense de Antonio Álvarez, donde fue velado hasta el domingo que es cuando está prevista la celebración de exequias a las 10 horas en la parroquia de San Pedro Apóstol en Ávila. Desde allí partirá el séquito fúnebre hasta el cementerio de La Horcajada, su pueblo natal, en donde recibirá cristiana sepultura.

Ya de cara al lunes, la Misa Exequial se celebrará en San Pedro Apóstol a las 16,30 horas y a buen seguro contará con gran afluencia de representantes de la vida religiosa y de la sociedad abulense, no en vano se trata de un sacerdote muy conocido y respetado en la ciudad y en la provincia de Ávila.

Desde la Diócesis enviaron ayer un extenso comunicado sobre la vida y obra de Don Francisco, quien cursó estudios en el Seminario Diocesano de Ávila para licenciarse en Teología y Ciencias Sociales. Fue ordenado sacerdote por el obispo Santos Moro Briz en 1954.  Aunque comenzó siendo ecónomo de Casavieja en 1956 y pasó un breve tiempo por El Barraco (1963), la trayectoria pastoral de D. Francisco siempre ha estado ligada a Ávila capital, bien sea a alguna de sus parroquias, o al ámbito educativo.

En cuanto a su labor parroquial, cabe destacar su primera etapa como coadjutor de San Vicente (1957), o como ecónomo de la parroquia de Santiago (1965). Llegó a la parroquia de San Pedro Apóstol en 1977, como ecónomo. Allí ha permanecido la mayor parte de su vida, siendo nombrado párroco en 1985 y renovado en el puesto en 1999. Una etapa muy recordada entre los fieles, puesto que dejó la parroquia tan sólo hace unos 14 años.

En el ámbito educativo, fue pieza fundamental para poner en marcha el nuevo colegio diocesano de la ciudad, “Pablo VI”, que se convirtió para los vecinos del barrio de La Toledana en una cercana opción por la enseñanza basada en el humanismo cristiano. Asimismo, impulsó la construcción de viviendas sociales para familias con pocos recursos del barrio, que comenzó a prosperar y a crecer gracias a esta iniciativa y al cercano colegio.

En 1998 el obispo D. Adolfo González Montes le nombra Gerente de la recién creada Universidad Católica de Ávila, y un año más tarde (1999) es nombrado Adminitrador General de la misma.   

En la Curia Diocesana, destaca su labor como consiliario de la HOAC (1957), Director Eclesiástico de la Casa Social Católica (1959 y 2007), Delegado de Emigrantes (1960), miembro de la comisión económica diocesana (1971), miembro del consejo diocesano de administración (1971), miembro del Consejo Presbiteral en varios años distintos, miembro del consejo de asuntos económicos de la diócesis (1998-2003). Recientemente ejercía como capellán de las Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad (desde 2008).

Había sido reconocido con el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad de Ávila en 2007 por su labor social, sobre todo en la construcción de viviendas y en la promoción cultural en su etapa al frente de la parroquia de Santiago.

De hecho ayer, nada más conocer esta noticia el Ayuntamiento de Ávila envió un comunicado lamentando tanto el fallecimiento de DonFrancisco como el de su hermana Sagrario y para mostrar  sus condolencias a familiares y amigos. Quisieron dar su adiós a quien mereció ser nombrado Hijo Adoptivo de la Ciudad por su «gran labor social en la ciudad en la década de los años 60 y 70 cuando era párroco de Santiago». 

Recuerdan además que la ceremonia de Hijo Adoptivo tuvo lugar el 9 de febrero de 2007 si bien la declaración se aprobó como tal el 29 de septiembre del año anterior contando para ello con más de medio millar de adhesiones de entidades, instituciones y particulares.

un hombre comprometido. «Siempre he tenido claro que el servicio al prójimo, para que tenga valor moral personal, debe ser sacrificado y desinteresado», señalaba en una entrevista que le realizó este periódico nada más conocerse el nombramiento por parte del Ayuntamiento de Ávila. Esta declaraciones contenían de alguna manera lo que es el ‘santo y seña’ de  una de los valores que definían a Francisco López Hernández. 

Ahora la ciudad que tanto le debe le llora su muerte, después de que falleciera en el día de ayer.

A este sacerdote abulense, natural de La Horcajada, se le concedió la distinción de ‘Hijo Adoptivo’  «por la labor social que ha desarrollado durante muchos años», sobre todo en su etapa como párroco de Santiago, a la que siguió su época en San Pedro.

 Entre los méritos que se le reconocen están el haber impulsado la construcción de las primeras viviendas de protección en la zona sur de la ciudad y el de ser, como decíamos líneas atrás,  el promotor de la creación del colegio diocesano  PabloVI, en el barrio de La Toledana, y de la parroquia San José Obrero. 

Tampoco se pueden dejar de nombrar, al recordar su figura, sus continuos esfuerzos por impulsar y dar a conocer su localidad natal. 

Francisco López Hernández llegó en septiembre de 1965 a la parroquia  de Santiago y, tras observar el desolado panorama suburbial en que vivía gran parte de la población, decidió emprender una profunda acción social basada, según reconocía en la misma entrevista a la que hemos hecho mención, en «la asistencia social, la cultura y la vivienda». 

Así surgió el primer centro social de Santiago, con un salón, cine parroquial y cursos de taquigrafía, corte y confección... Más tarde inició las viviendas, «hasta cerca de 300», que «se hicieron con préstamos en buenas condiciones» y «de esta forma muchas familias salieron de las famosas covachuelas y del refugio del Ayuntamiento, junto a San Nicolás. Seguidamente, tomó la decisión de fundar el colegio Pablo VI, con 70  niños que no encontraban plazas en otros centros de Ávila. 

«abrazo excesivo». Posteriormente continuaría su obra en la parroquia de San Pedro. «Fueron muchas las dificultades encontradas en el camino de la promoción social y cultural de esta parte de Ávila entonces desconocida y marginada», recordaba Francisco López, en esa entrevista, a la vez que subrayaba que el reconocimiento que recibió por parte de Ávila era «para glorificar a Dios y alabar la generosidad de los hombres» y  porque para él ese reconocimiento suponía  que  «Ávila quiere abrazarme con una generosidad excesiva».