"El vino es un trabajo con un flujo cultural imponente"

EFE
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El sumiller del tres estrellas Michelin El Celler de Can Roca será el Maquinista del Año en La Cata del Barrio de La Estación de Haro riojano, el evento enogastronómico más importante del mundo del vino el 20 de junio, si la pandemia no lo impide

"El vino es un trabajo con un flujo cultural imponente"

¿Tragar alcohol o beber algo con vida? Es la pregunta que el multipremiado internacionalmente Josep Roca lanza a los jóvenes en defensa del vino, acompañada de un mensaje medioambiental: «Bebe vino, piensa en verde».

Roca volverá a actuar de puente entre quien hace el vino y quien lo recibe. Esa parte de conexión que tiene que ver con su experiencia, su conocimiento y su dedicación. Lo hará desde una zona repleta de bodegas que trabajan desde mitad del siglo XIX como Maquinista del Año de La Cata del Barrio de la Estación de Haro (La Rioja). 

Si la pandemia del coronavirus no lo impide, será el encargado de conducir la cata de los mejores caldos producidos en este territorio español único el 20 de junio. Desde allí, defenderá su consumo no solo por razones históricas y culturales, sino también medioambientales: «El vino es hedonismo puro vestido de conciencia en verde».

¿Que supone para usted ser Maquinista del Año?

Una gran responsabilidad y una gran oportunidad de poder mostrar cariño a una tierra, La Rioja, y a una ciudad, Haro, que enmarcan probablemente el flujo de comunicación más importante que ha habido en España en relación con el vino.

¿Qué cree que significa para el patrimonio vinícola español contar con las bodegas del Barrio de La Estación de Haro?

Las bodegas del Barrio de La Estación son una parte troncal de la historia del vino en España, que nos permiten mostrar el trabajo hecho desde aquí. Estas bodegas han sido un motor comercial, un motor de turismo y un motor dinamizador de la industria del vino, creando tendencia y marcando estilo.

Como apasionado de los jereces, ¿qué le parece su actual auge mediático en contraste con el descenso de las ventas?

Los vinos de Jerez son unos vinos únicos que tienen una personalidad abrumadora y proceden de una zona histórica. Creo que hay una situación excitante con un flujo magnífico entre el saber y el sabor de las grandes bodegas de la ciudad andaluza con las nuevas generaciones de pequeños agricultores que vuelven a la viña y hacen vino. Es un momento fascinante, que no ha hecho más que empezar, que hará que nos volvamos a situar en aquella época dorada que fue el final del siglo XIX y, también, de mediados del siglo pasado.

¿Diría que es una situación que se revertirá con el tiempo?

Yo creo que nunca como hoy ha habido en los vinos de Jerez tanta capacidad de incidir en el mercado. Es un mercado que está en contención, que es de goteo, más que de degustaciones fluidas, que ha ido subiendo poco a poco los últimos años y que tiene todo por dar.

No hay otro vino que tenga la relación calidad-precio-versatilidad del vino de Jerez para poder combinarlo, desde una fiesta con amigos hasta una degustación o un vino de sobremesa, y además se acerca otra mirada de Jerez que va a dar muchas sonrisas -saladas- a la gente del Marco. Nos falta poner el vino de Jerez en las discotecas, en los pubs y con la música muy alta, justo ése es el gran reto.

Sobre el consumo de vino entre los jóvenes: ¿De qué manera se podría acercar el mundo del vino a la juventud, que sí consume bebidas de más graduación alcohólica pero no vino?

La gente joven cuando traga alcohol normalmente lo hace mezclado con alguna bebida carbonatada que no tiene vida. La gracia del vino es que tiene vida, que es un producto que es reflejo del diálogo entre naturaleza y ser humano, y que posee un fondo cultural de transmisión de valores. Yo creo que el gran mensaje para dar a la juventud de hoy es sin duda: Bebe vino, piensa en verde.

¿Encuadra por tanto el consumo del vino como parte de una acción medioambiental?

Tenemos que dar el mensaje a los jóvenes de que el vino es una bebida natural que evoluciona con el tiempo pero al mismo tiempo te apega a una tierra, y que detrás hay una idea de sensibilidad hacia la conciencia ecológica. No tiene por qué ser tan complicado beber vino, no hace falta tener toda la información, aunque si es necesario saber que en España contamos con el viñedo ecológico más grande del mundo, y que bebiendo vino apuestas por la sostenibilidad y por la biodiversidad.

¿Y de qué manera se puede considerar el vino como parte de la cultura de un país?

Pensando que la agricultura es la más vieja de las culturas. Yo creo que la sociedad actual, tan híper tecnológica, necesita buscar un respeto a la gente que está trabajando la tierra, y bebiendo vino puedes beber una parte de ese esfuerzo de generaciones de gente realizando una labor agrícola. El vino es un trabajo con un flujo cultural imponente, pero también hay una parte dedicada a beber como puro placer, por lo que hace falta vestirlo de diversión y de vitalidad. En definitiva, el vino es hedonismo puro vestido de conciencia en verde.

¿Cómo influyen las tecnologías en la elección de los vinos?

Desde que Internet es accesible a todos, nos ha facilitado mucho la comunicación con los bodegueros, con los mercados y con todo tipo de transacciones de vino. En El Celler de Can Roca tenemos más de 300 proveedores de vino y 4.000 botellas, de manera que esto sin tecnología era prácticamente imposible. Por otro lado, también es verdad que me gusta mucho patear, visitar bodegas y escuchar a la gente del vino, porque es la única manera de poder llevar bien el mensaje de la botella al cliente.