El juez de la trama eólica ha impuesto a la Junta de Castilla y León una fianza de 24,1 millones de euros, que no es moco de pavo. La considera responsable civil subsidiaria del entramado supuestamente delictivo que se organizó en torno a la Consejería de Economía cuando la dirigía Tomás Villanueva con el omnipotente y sobrado Rafael Delgado como número 2. Precisamente a éste le imputa el juez Javier de Blas, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Valladolid, un carrusel inacabable de cargos: prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, extorsión, blanqueo de capitales y, alternativamente, tres delitos contra la Hacienda Pública, además de negociaciones prohibidas a funcionarios. Por todo ello le pide una fianza de más de 263,5 millones de euros, que se eleva a 342,6 si se suman multas y responsabilidad civil. Uno se queda ojiplático al leer estas cantidades y se hace, obviamente, muchas preguntas. Verbigracia: ¿cuánto pudieron llevarse Delgado y sus compinches, entre ellos directivos de empresas, para que el magistrado les imponga fianzas tan astronómicas?, ¿qué hicieron (o mejor dicho qué dejaron de hacer) mandamases de la Junta para que durante años y años operara este grupo de listos?, ¿nadie vio nada, nadie oyó nada, nadie se enteró de nada?, ¿adonde fueron a parar las quejas de los promotores de parques eólicos que vieron rechazadas sus solicitudes por no pasar por caja o por no atender las loables «peticiones» del señor Delgado?, ¿tanto poder, o tanto respaldo, tenía el susodicho como para hacer lo que hizo, quizás convencido de su impunidad? Pero a mí también me pica otra curiosidad: ¿de dónde sacará la Junta los 24,1 millones de la fianza?, ¿los restará de alguna inversión, de alguna partida?, ¿pedirá un crédito?, ¿le echará la culpa a Pedro Sánchez? Tiene que apoquinarlos en diez días, al igual que don Rafael, don Manuel Ordóñez, don Germán José Martín y otros 14 más. Para todos ellos el juez pide un total de 138 años de cárcel y 848 millones de multa. No, lo de la trama eólica no fue ninguna bromita pesada ni un invento de la malvada y envidiosa oposición. Hablarán los tribunales.