La sobriedad, el silencio solo roto por los tambores, las esquilas y el arrastrar de las tres grandes cruces de madera y los hachones rompiendo la oscuridad de la noche volvieron a protagonizar un año más la Procesión del Santísimo Cristo de las Batallas que este año tuvo como incómodos compañeros el viento y la lluvia. Y si bien es cierto que el mal tiempo no impidió la celebración de esta procesión que organiza la Hermandad del Santísimo Cristo de las Batallas y que parte a las 20,30 horas desde la Iglesia de San Pedro sí obligó la lluvia a acortar el recorrido y a tapar al Cristo de las Batallas (Plácido Martín San Pedro, 1962) con un plástico al llegar al Arco del Rastro. Justo un momento antes, en el Paseo del Rastro, la procesión, en la que desfilan unos dos centenares de penitentes, algunos de ellos descalzos, había dejado una de sus estampas más bellas y emotivas al discurrir paralela a la Muralla y en sobrecogedor silencio.