Es el Margañán, junto al río Gamo, uno de los tramos fluviales más desconocidos por los abulenses. Tiene su origen en la sierra de Ávila, en tierras de Vadillo y Villanueva del Campillo.

 En su curso alto atraviesa una interesante zona de encinar declarada Zona de Especial Protección para las Aves.

Aguas abajo baña el término de Cabezas del Villar, antes de abandonar la provincia abulense hacia tierras salmantinas.

Ermita de Zurraquín - Foto: José Luis DíazCabezas es un pueblo con un gran pasado histórico como aún reflejan algunas de sus construcciones. Nada mejor para conocer su origen y la naturaleza que lo envuelve, que realizar un recorrido a pie, bien partiendo del mismo núcleo urbano o acercándonos en automóvil hasta el puente que atraviesa el curioso cauce del Margañán. Aguas abajo buscamos uno de los molinos actualmente abandonados, pero que en el pasado debió tener una intensa actividad, vistas sus dimensiones y características.

Para realizar esta ruta aconsejamos contar con un guía local ya que parte del recorrido, si seguimos el río, lo haremos por un sendero casi imaginario.

A mitad del trayecto, ya sobre un terreno más practicable, nos encontramos con la Ermita de Zurraquín un monumento en claro estado de abandono que debería recuperarse;algo similar ocurre con los restos del castillo del mismo nombre, cuya torre aún permanece erguida recordando un glorioso pasado y cuyos sillares de piedra aparecen en algunas de las cercas de las fincas cercanas, formando unas vallas de manufactura perfecta y de envidiable alineación. El puente de piedra que atraviesa el río presentaba también un trazado perfecto, probablemente debido a la misma procedencia de sus bloques graníticos.

Interior de las cuevas de Zurraquín, iluminadas con focos debido a su oscuridad. - Foto: José Luis DíazNo es el Margañán caudaloso, pero tiene episodios en los que el agua desciende a gran velocidad hacia la llanura salmantina, ya que recoge las aguas de la vertiente norte de la Sierra de Ávila; después desemboca en el Almar, afluente del Duero.

Al seguir su cauce es fácil comprobar cómo la fuerza imparable del agua procedente de  las tormentas y avenidas ha ido erosionando su fondo, en gran parte formado por bloques de piedra, y creando las conocidas marmitas de gigante, huecos en el lecho que han sido erosionados por la fricción de rocas que el agua mueve con fuerza.

Esto resulta mucho más evidente cuando llegamos a la zona conocida como cuevas de Zurraquín, de Margañán, o de Malpartida, denominadas así por los habitantes de este cercano pueblo salmantino.

Intrerior de las cuevas del Margañán, o de Zurraquín - Foto: Vicente GarcíaLas cuevas se han formado bajo enormes bloques graníticos y se encuentran ocultas de la vista de los curiosos. Algunas oquedades dispersas dan acceso a ellas, por lo que hay que tener mucha precaución para no caer al fondo.

 Aunque la entrada es angosta y estrecha, merece la pena echar un vistazo a su interior, siempre bien equipados y nunca en solitario.

Una primera estancia sorprende al viajero ya que es más amplia de lo que en un principio pudiera percibirse desde fuera, y donde hay espacio para una decena de personas. El resto son salas intercomunicadas, algunas de acceso tan complicado que sólo es posible entrar por huecos excavados por el agua, entre las piedras, o metiéndote hasta la cintura en los charcos que se mantienen dentro, incluso durante el verano.

Marmitas de gigante en el fondo de las cuevas - Foto: VICENTE_GARCIA_GARCIASe desaconseja la visita con el río crecido o con previsión de tormentas ya que la velocidad del agua dentro de las cuevas es notable y una crecida brusca de las mismas podría ocasionar un accidente. 

En esas circunstancias el sonido de la torrentera en el interior es atronador y el riesgo muy elevado.

(Reportaje completo en la edición en papel y suscripción digital).

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