CyL necesita 200.000 jóvenes para cubrir las jubilaciones

David Alonso
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La Comunidad tiene un trabajador de menos de 25 años por cada cinco de más de 55, cuando hace una década había uno por cada dos, lo que dificultará el relevo generacional del mercado laboral autonómico

Dos operarios trabajan en la reparación de una farola en la ciudad de Burgos. - Foto: Luis López Araico

El relevo generacional en el mercado laboral de Castilla y León atraviesa su peor situación en lo que va de siglo y la Comunidad necesita de forma urgente más de 200.000 jóvenes para poder hacer frente a las jubilaciones que se producirán en la próxima década. Una problemática que viene fraguándose desde la anterior crisis económica pero que la doble recesión y la explosión de la pandemia de la covid-19 han ido ocultando pero a la que, de forma inexorable, la Comunidad tendrá que enfrentarse. La salida masiva de muchas personas del mercado de trabajo debido a la jubilación de las generaciones del baby-boom dejará en los próximos diez años unas 250.000 vacantes en Castilla y León, cuando actualmente apenas hay 46.000 ocupados menores de 25 años empleados, lo que dibuja un déficit en el relevo generacional de cerca de 200.000 personas.

El drama demográfico al que se enfrenta la Comunidad tiene, como no podía ser de otra forma, su claro reflejo en el mercado de trabajo, donde a pesar de registrar las mejores cifras de ocupación y de desempleo de los últimos años, lo cierto es que el tejido productivo de Castilla y León esta soportado por personas de más de 45 años. De hecho, las cifras de la última Encuesta de Población Activa (EPA) evidencian que uno de cada dos del millón de ocupados que tenía la Comunidad al cierre del tercer trimestre del pasado año –unos 536.000– está a menos de veinte años de jubilarse, y uno de cada cuatro a menos de una década.

El punto de inflexión

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La despoblación, la baja tasa de natalidad, y la falta de oportunidades que desemboca en la fuga de trabajadores hacia otra comunidades en busca de mejores oportunidades –solo en 2020, unos 12.000 menores de 35 años se fueron a trabajar fuera– son las causas que se esconden detrás de un problema que lleva una década envenenándose. Y es que, según los datos de la EPA, en el año 2002 la diferencia entre ocupados de más de 55 años y menores de 25 era de apenas 15.200 trabajadores, trece veces menos que en la actualidad. Fue la anterior crisis económica la que hizo saltar por los aires el relevo generacional en Castilla y León y marcó un punto de inflexión, envejeciendo el mercado de trabajo autonómico y expulsando de él a los más jóvenes.

Si en 2008 la diferencia entre estos dos grupos de edad ya se había incrementado hasta los 53.400 ocupados, se duplicó en los tres años siguientes hasta los 111.000, y terminó de desbocarse hasta triplicar la cifra en 2015, cuando el déficit entre mayores de 55 y menores de 25 rondaba ya los 150.000. 

Así, desde el estallido de la burbuja del ladrillo, Castilla y León ha pasado de tener 90.000 ocupados menores de 25 años a los 46.300 actuales, la mitad menos, mientras que en el caso de los mayores de 55, esa cifra se ha disparado desde los 142.000 de entonces hasta los 242.100 que había al cierre del tercer trimestre del año, un 70 por ciento más.

Sectores

La construcción y los servicios se esconden detrás de la merma de trabajadores jóvenes en Castilla y León, mientras que la agricultura es el único con más ocupados menores de 25 años que en 2008. La crisis del ladrillo ha convertido casi en testimonial la presencia de este grupo de edad en las obras de la Comunidad, pasando de los 15.700 trabajadores que había antes de 2008, a los 2.400 actuales. En el caso del sector servicios, refugio de este colectivo en tareas de hostelería y comercio, también ha experimentado un fuerte descenso, de 54.000 a 30.000; un camino similar ha tomado la industria, que baja de 15.800 a 5.600. Solo el campo ha logrado atraer jóvenes para trabajar, triplicando hasta los 8.100 los ocupados existentes en 2008.

Entre los mayores de 55 años, el sector servicios ha registrado la variación más alta, duplicando los trabajadores de este grupo de edad con un repunte desde los 81.000 hasta los 174.600. El resto de sectores apenas han tenido cambios en el número de ocupados, aunque ninguno tiene menos que en 2008.

Sin varita mágica

El presidente de la CEOE Castilla y León, Santiago Aparicio, reconoce que «no existe ninguna varita mágica con la que podamos adelantar la situación que tendremos dentro de diez años ni como se van a sustituir esos puestos». En este sentido, asegura que «hay que esperar» para ver como evoluciona una sociedad «tan digitalizada como la que se va a tener» para conocer las implicaciones que esto tendrá sobre el mercado de trabajo de Castilla y León. «Con la evolución constante de las tecnologías igual se puede dar un relevo generacional sin problema y no tengamos puestos sin cubrir», explica Aparicio, que, igualmente, aventura que «es posible que haya otros nuevos trabajos que no concebimos y que pueden compensar este déficit». Sobre la posibilidad de tirar de trabajadores inmigrantes para sortear el difícil relevo generacional laboral, el máximo dirigente autonómico de la patronal recuerda como los ocupados extranjeros «ya han tenido un papel muy relevante y ha posibilitado que España funcione de una manera correcta, evitando que empleos que estaban en riesgo de no cubrirse lo hicieran». «Siempre hay que contar con la inmigración porque han tenido un papel fundamental», concluye. 
Por su parte, desde el colectivo Jóvenes de Castilla y León, consideran necesario que para retener el talento y fomentar el relevo generacional hace falta que Castilla y León apueste decididamente por la industria, la descentralización, los parques logísticos y la industria de transformación.