La Santa, 'excusa' para volver a invitar al Papa a Ávila

M.M.G.
-

El nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, escuchó la nueva petición del Obispo de Ávila, recordó en la eucaristía celebrada en la catedral el amor que Francisco tiene por la Santa y destacó la importancia de la oración en la vida de ésta

La Santa, 'excusa' para volver a invitar al Papa a Ávila - Foto: David Castro

La Catedral de El Salvador de Ávila acogió este jueves, como cada 15 de octubre, una solemne eucaristía con motivo de la festividad de Santa Teresa de Jesús, patrona de Ávila.

Aunque el de este año no es un 15 de octubre cualquiera. La situación de pandemia que asola el país y que obliga a tomar medidas sanitarias e higiénicas para frenar contagios forzaron algunos notables cambios en la fiesta más importante para los fieles a Santa Teresa, que si bien no pudieron acompañarla en procesión por las calles de Ávila, sí que pudieron, en cambio, contar con la compañía del nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, encargado de presidir este año la tradicional eucaristía.

El arzobispo filipino estuvo acompañado en el altar por no pocos sacerdotes de la diócesis abulenses así como por el obispo emérito de Ávila y administrador apostólico de Ciudad Rodrigo, Jesús García Burillo, y por el actual obispo de Ávila, José María Gil Tamayo.

La Santa, 'excusa' para volver a invitar al Papa a ÁvilaLa Santa, 'excusa' para volver a invitar al Papa a Ávila - Foto: David CastroFue él, precisamente, el que en el saludo de bienvenida a Auza, nada más comenzar la celebración, reiteró a este su petición de que transmita al Papa Francisco la invitación a venir a Ávila.

«Ayer (por el miércoles) mencionaba en su audiencia general la fiesta de Santa Teresa y recordaba la santidad de la primera mujer doctora de la Iglesia», señaló en sus palabras el obispo abulense que quiso «reiterar la invitación de la diócesis de Ávila a que el Papa nos visite».

De esta manera, argumentó ante el nuncio apostólico que en el caso de que el Papa Francisco «tenga la intención» de visitar España, «sigue en pie la invitación de visitad de ciudad de Teresa de Jesús».

Y con sus palabras, dijo, consideró que se hacía eco «de las autoridades y de todo Ávila, no sólo de la Iglesia abulense».

Lo cierto es que tanto en las palabras del obispo abulense como en las del nuncio apostólico se hizo visible la buena relación que tienen los dos prelados. Así, el primero quiso ofrecerle la oración de los «14 monasterios de vida contemplativa» que hay en Ávila, protegiéndole en su ministerio apostólico. Y el segundo compartió con los fieles en las primeras palabras de su homilía cómo al poco tiempo de llegar a España para ejercer su actual cargo (hace algo menos de un año) ya recibió la invitación de Gil Tamayo para presidir la eucaristía que tenía lugar este jueves en una diócesis, dijo «mundialmente conocida».

el papa y la santa. «El Papa Francisco tiene un grande amor por Santa Teresa de Jesús», prosiguió de esta manera su predicación, marcada por su buen humor y por el dulce acento propio de los nacidos en Filipinas.

Un amor, dijo, que no ha mostrado sólamente en sus palabras del pasado miércoles y a las que ya hemos hecho mención, sino también en la carta que Francisco envió en su día al entonces obispo de Ávila, Jesús García Burillo, con motivo de la celebración del 500 aniversario del nacimiento de la Santa abulense. «Fue el reconocimiento  a que Teresa encendió en Ávila una ardiente luz renovadora para el bien de toda la Iglesia del mundo», recalcó en este sentido.

Como no podía ser de otra manera, el resto de la homilía de Auza también estuvo centrada en la figura de la Santa. Aunque también tuvo unas palabras para transmitir la «cercanía delSanto Padre» a todos aquellos que de una u otra manera sufren las consecuencias de la pandemia de la covid-19.

«Nada te turbe, nada te espante...». Recordó Bernardito Auza uno de los versos más famosos de Santa Teresa para señalar que estas palabras suponen «un pensamiento espiritual que nos hacen muy bien a todos en estas circunstancias».

Pero el nuncio, que consideró a la Santa como una «protectora» de esta ciudad, la suya, dijo en relación a Ávila, fue más allá al considerar a Teresa de Jesús «sobre todo, hija de la Nueva Jerusalén» e «hija de la Iglesia».

Por eso quiso también el prelado destacar el hecho de que Santa Teresa se convirtiera hace ahora 500 años en la primera mujer doctora de la Iglesia, de la mano de Pablo VI. «Él se fijaba en las enseñanzas de la Santa sobre la oración», subrayó antes de insistir en que «la tesis central de Teresa se halla en las ‘Moradas’ o ‘Castillo Interior’».

«La oración es una expresión, una práctica de amistad con el señor», centró ya sus palabras Auza en el tema de la oración que, curiosamente, también fue eje central de la carta que el obispo de Ávila remitió esta semana a los fieles con motivo de la festividad de Santa Teresa.

Ahondó Auza en este temas asegurando que la oración «no es sólo hablar con el Señor. Por encima de todo», reflexionó, «es un coloquio amoroso en el que Dios ilumina con su bondad nuestras vidas».

Y en ese coloquio, destacó el predicador, Santa Teresa establecía tres pasos.

El primero de ellos, el hecho de tratarse de una «conversación amistosa», tal cual el fiel la mantendría con un amigo. El segundo, el ser una conversación frecuente, habitual. Y el tercero, el que se realice de manera personal. «Que proceda del corazón», reflexionó el nuncio, para el que «la conversación cada vez más profunda y convencida nos enamora más del señor.

En su homilía, el arzobispo quiso hacer un guiño a la imagen de Nuestra Señora de la Caridad, presente junto al altar durante la ceremonia. «Teresa oraba ante la esta imagen en el funeral de su madre», mostró su conocimiento de la historia de la Santa, «y María supo dirigirla hasta la cumbre de la perfección cristiana».

«Y con Teresa nos ponemos en manos de la Virgen de la Caridad. Lo mucho o lo poco que Jesús ha puesto en nosotros», cerró con estas palabras el nuncio la homilía de una ceremonia que contó con los cánticos del Coro de las Cruzadas de Santa María, y cuyo broche de oro vino, de nuevo con el ‘Nada te turbe, nada te espante’ de Santa Teresa de Jesús.