Un polvorín con todo en juego

A.S.G.
-

Un Real Ávila en plena crisis de resultados –un punto de nueve– se juega parte de la temporada en los próximos partidos en medio de la fractura total entre la afición y el entrenador. En el club no hay dudas, seguirá

Un polvorín con todo en juego - Foto: Isabel García

El Real Ávila perdió en el ‘clásico’ algo más que tres puntos. Se acabó la  tregua entre la afición encarnada y José Manuel Jimeno, sentenciado por la grada ante una Gimnástica Segoviana que llegaba al Adolfo Suárez arrollándolo todo a su camino y que terminó por ser un ‘tsunami’ capaz cuestionar un proyecto que, por primera vez, vislumbra de cerca la pelea por el ascenso. Los de Manu González se llevaron el ‘clásico’ número 114 y quién sabe si también se llevaron por delante, sólo el tiempo lo dirá, a un equipo que ilusionaba a todos no hace tanto tiempo pero que ha perdido el favor del público, que ya no oculta su descontento con el entrenador pero que ovaciona a sus jugadores, algunos de los cuales están muy lejos de su mejor nivel. Demasiadas cuentas pendientes.  

Ha sido la Gimnástica Segoviana el detonante pero no la causa. Perdonó pero no olvidó la grada la primera etapa de Jimeno como encarnado. Entonó el ‘mea culpa’ el técnico en su regreso al Real Ávila, la afición prometió pasar página con los primeros resultados a favor, pero la animadversión ha vuelto a florecer con los primeros reveses de la temporada. Se oyeron los primeros ecos con la derrota ante el Diocesanos, pero las victorias ante La Granja y Cebrereña templaron los ánimos y taparon las rencillas. Sin embargo ya había rescoldos suficientes como para encender una hoguera. El empate ante el Bupolsa y la derrota ante el Burgos Promesas ya eran buen combustible. La Gimnástica Segoviana ha sido gasolina.

Como en la 2016-17, en el Adolfo Suárez volvió a retumbar aquello del «Jimeno vete ya». Un marcador en contra, un estilo de juego que no acaba de gustar y la falta de reacción desde el banquillo –los cambios llegaron tarde y mal– acabaron con la paciencia de una afición que entiende que hay equipo para más fútbol.  

No hay vuelta atrás. La fractura entre la afición y el entrenador es absoluta. Y en un escenario de ‘sospechosos habituales’ el Real Ávila se va a jugar buena parte de la temporada. Mirandés B, Arandina y Numancia B esperan a corto plazo a un equipo que quiere buscar la Segunda B desde la Fase de Ascenso, aquella que parecía asegurada cuando el Real Ávila no tenía quién le discutiera la segunda plaza. Ahora en discusión está incluso la quinta.  

Se la va a jugar el Real Ávila con la afición en contra y con Jimeno como entrenador. Porque en el club, que no entienden el nivel de las críticas a un equipo que está segundo y con opciones reales de ascenso desde hace años, tienen claro que seguirá siendo su apuesta. Bien es cierto que en el fútbol no hay nada seguro, mucho menos si los resultados no llegan y la presión se hace insostenible, pero de momento es la decisión. Lo fue en verano, cuando arriesgaron con un entrenador que no tenía el beneplácito de la afición, y lo es ahora.