La XXXII Muestra de Teatro Ciudad de Ávila, como ha sido habitual en ediciones anteriores, conoció su primer éxito antes de que levantase el telón por primera vez, concretamente el día que se pusieron a la venta los abonos para disfrutar de todas las representaciones que incluye el festival, ya que del centenar que se ofrecían al público fueron adquiridos 63, una cifra destacada que dice mucho del interés que despierta esta programación.

Esa venta de abonos tuvo lugar el martes por la tarde, de forma presencial en las taquillas del Lienzo Norte, donde se formaron colas para a partir de las 17,00 horas conseguir ese ‘regalo’ para los amantes del teatro que significa poder ver nueve obras de primera calidad a nivel nacional al precio de 14,6 euros por sesión.

La demanda fue un poco menor a la registrada el pasado año, cuando se despacharon 86 abonos de los 100 disponibles, seguramente porque aunque el precio era el mismo, 132 euros, al haber en esta XXXII edición una puesta en escena menos (9 en vez de 10) la diferencia económica entre adquirir ese ‘completo’ y las sesiones de forma individual apenas se nota para quienes se sienten en las primeras butacas, y es incluso un poco más cara para quienes no tengan problema en situarse a partir de la fila 21.

La venta de localidades comenzó el miércoles en la taquilla del Lienzo Norte a las nueve de la mañana, al precio de 15 euros en platea (filas 1 a 20) y de 12 en anfiteatro (filas 21 a 31), y a través de su web a partir de las 12,00, y continuará de 10,00 a 14,00 y de 17,00 a 20,00 horas de lunes a jueves y solamente de 10,00 a 14,00 los viernes y vísperas de festivos; los sábados, domingos y festivos la taquilla estará cerrada, excepto el día que haya representaciones, en los que la taquilla abrirá como mínimo dos horas antes del comienzo del espectáculo.

El programa de la Muestra, cuyas representaciones comenzarán a las 20,30 horas, se abre el día 5 de noviembre con el magnífico clásico del teatro español contemporáneo Cinco horas con Mario, la adaptación para la escena de la novela del mismo título de Miguel Delibes que la actriz Lola Herrera convirtió en un reto que resolvió con brillantez, protagonizando un monólogo que lleva sorprendiendo y cautivando al público muchos años.