Julio Collado

Sostiene Pereira

Julio Collado


Contra el miedo y otras yerbas

10/01/2022

Piensa Pereira que una sociedad confiada en sí misma, sin miedo al futuro, que se sentía poderosa, casi inmortal por el avance de las ciencias, ha pasado a sentirse, por mor de un desconocido virus, frágil y miedosa. La pandemia ha venido a desvelar lo que ya estaba latente antes. La Transición política a la Democracia inyectó una ola de optimismo y de esperanza después de los años negros de la Dictadura franquista y, como sucedió en los locos años Veinte del siglo pasado tras los estragos de la Gran Guerra Mundial, en la que todo parecía posible. El futuro era azul y los hijos vivirían mucho mejor que sus padres. Después, llegó el Desencanto porque hay mucha distancia entre el deseo y la realidad. Hace menos, vino la crisis económica del 2008 y casi ayer, la inimaginable crisis sanitaria que provocó una durísima crisis económica, social y política mundial. Todo se puso patas arriba y apareció el miedo al futuro para el que la sociedad no estaba preparada. El ser humano es por naturaleza frágil y, además, muere. Pero esta realidad se escondía  mientras se ensalzaba una mentira, la eterna juventud, sin pensar que, como sostenían los filósofos clásicos, el aprender a morir bien es la mejor forma de vivir mejor.  
    Y se instaló el miedo, una enfermedad social que fluye, cala, se filtra y del que nadie está  a salvo. Pone su reino en el cerebro, rompe la resistencia e incapacita para ser libre. No hay libertad con miedo y debe haber Libertad sin ira como cantaba el grupo Jarcha por los años de la Transición. Bien saben las diferentes Dictaduras políticas, religiosas, culturales y, sobre todo, económicas,  cómo agrandar los miedos y para qué. El miedo no es libre, como se dice, sino que tiene su origen en estructuras profundas tanto individuales como sociales. Por eso, un BUEN ESTADO DEL BIENESTAR es una potente arma política para combatir la gangrena del miedo. O de los miedos porque hubo y hay muchos: miedo al cambio tecnológico, al paro, a quedarse en la cuneta, a ser pobre, a la globalización, a la vejez y a la soledad, a ser diferente, miedo a no ser querido, miedo a no dar la "talla" en el trabajo o en los estudios, miedo a equivocarse. Miedo, en definitiva a fracasar y que no haya un colchón familiar y social que amaine el golpe.  Miedo a que la sociedad no de una segunda oportunidad. Y ahora, con la pandemia se ha añadido otro miedo: el acercarse al otro por temor a contagiarse. Este miedo está cambiando profundamente las relaciones sociales y no se sabe qué descalabros mentales traerá. Ya se han disparado las consultas médicas en este campo y se ha constatado la carencia de sicólogos en la sanidad pública mientras crece la invasiva propaganda de los seguros médicos privados.  
Los estudios recientes constatan que la actual situación está haciendo mucha mella entre los niños y los jóvenes (de ahí la importancia de las clases presenciales) mientras en toda la población aumenta el consumo de ansiolíticos. Los profetas del neoliberalismo salvaje aprovechan para predicar el individualismo, el sálvese quien pueda, el no pagar impuestos, menos Estado y más mercado, el desprestigio de los partidos políticos, los sindicatos y los Parlamentos. En este caldo de cultivo, florecen los profetas salvadores de la "patria" prescribiendo medicinas añejas y sobre todo odio y rabia entre los unos y los otros. Quizás, a la vista de las épocas de la Historia en las que el pesimismo, el miedo y los enfrentamientos fueron moneda común, haya que buscar nuevas soluciones en la colaboración más que en la competitividad; en el fortalecimiento democrático más que en los populismos; en la participación ciudadana más que en el pasotismo individualista; en el diálogo y en el pacto más que en la bronca permanente; en el respeto a la diferencia más que en los nacionalismos identitarios; en la igualdad frente a la desigualdad; en la potenciación de los Servicios Públicos frente a su  privatización para que no quede nadie a la intemperie. Servicios públicos, universales y gratuitos, Educación, Sanidad, Dependencia y Renta Básica,  y redes sociales (Asociacionismo) son imprescindibles para  contrarrestar la desigualdad, la fragilidad, el egoísmo y los muchos miedos que están poniendo la vida en un brete a muchos ciudadanos. 
    De no actuar así, el camino conduce (y ya se nota) al enfrentamiento, a la crispación y al odio. Los líderes políticos, religiosos, periodísticos, youtubers,  y económicos que azuzan los sentimientos más rastreros del ser humano son unos irresponsables. Ojalá que el año que ha comenzado apenas,  cambie ese rumbo peligroso que recorre Europa de la mano principalmente de la extrema derecha. Un mundo más amable, sin fronteras, más sosegado y más ecológico es posible.