Ávila celebra el día de su patrón, San Segundo, y lo hace desde el punto de vista religioso con la misa en la Catedral, presidida por el obispo, José María Gil Tamayo, y la posterior procesión por las calles de la ciudad, donde ya se pudo disfrutar de un ambiente más festivo.

Como es habitual, la procesión se abría con los gigantes y cabezudos, llevándose especialmente las miradas de los más pequeños. Tras ellos, los estandartes y la imagen de San Segundo que emprendió el camino de regreso a su ermita. Lo hace además en un año muy especial puesto que se cumplen los 500 años del descubrimiento de sus restos.

No faltaron tampoco en la procesión los bailes del grupo folklórico Urdimbre y la música de la dulzaina y tamboril de Filigranas y la Banda de Música Ciudad de Ávila en una comitiva acompañada por representantes políticos,  institucionales y religiosos.

Esto sucedía tras la eucaristía celebrada en la Catedral y que se convirtió en la primera presidida por José María Gil Tamayo en honor al patrón de Ávila desde su nombramiento como obispo. En su homilía, además de recordar la figura de San Segundo, hizo un llamamiento a la concordia, la búsqueda del bien común y el respeto a la libertad de los demás sin imposiciones a nadie. Pidió un permanente espacio de diálogo y entendimiento y habló de hacer frente a los problemas que hay en la sociedad como es el caso de la despoblación. Abogó por lograr un espacio común de entendimiento aunando fuerzas sociales para hacer frente a los problemas que nos afectan y que no tienen que tener un «tinte de una ideología concreta». Una llamada, en definitiva, a la justicia social.