Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Márketing político

11/01/2022

La presencia de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en un desayuno ha sido la puesta de largo de la precampaña electoral en la segunda comunidad, rodeada de un aparato de márketing político de primera magnitud con dos componentes: escenificando la unidad del PP en su máxima amplitud entre los dos liderazgos enfrentado el de Ayuso y el de Pablo Casado, por un lado, y el de tratar de equiparar al presidente castellanoleonés que busca la reelección con Díaz Ayuso como si ambos fueran equiparables.

Cuestiones de salud, han impedido que tanto Casado como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida teórico contrincante de Ayuso por el liderazgo del PP madrileño han motivado que haya sido el secretario general del partido, Teodoro García Egea, el encargado de oficiar la reunificación formal de cara a aparecer como un partido unido y cohesionado ante la próxima cita electoral, un alto el fuego en el fragor de la batalla marcado por los intereses partidistas, que tiene mucho de coyuntural, porque aunque la presidenta madrileña reafirme que es la primera interesada en apoyar a Casado para que llegue a La Moncloa no se le escapa que la militancia popular parece preferirla a ella al frente del partido, y sabe que una victoria de Mañueco servirá para desinflar su 'efecto'.

A ello se aplicará García Egea que repite su compromiso de ganar todas las elecciones que se convoquen de aquí a que esté en juego La Moncloa. Peor no será lo mismo ganar como lo hizo Ayuso, con una mayoría que le ha permitido evitar que Vox entre en su gobierno regional a que la ultraderecha pida un hueco en el gobierno de Valladolid. Porque ese sería el punto de inflexión en la política española y de donde se pondrán sacar muchas lecturas tanto sobre la potencia de Vox como de la caída por el despeñadero de Ciudadanos, que en este caso es víctima directa de los deseos de Génova de achicar el terreno de juego de los partidos conservadores.

La elecciones del próximo 13 de febrero serán un banco de pruebas para confirmar o desmentir si el 'efecto Ayuso' puede ser caballo de batalla más allá de los límites de Madrid y si la conversión de Mañueco al 'ayusismo' es creíble más allá de señalar a Pedro Sánchez como el adversario contra el que defender a los ciudadanos de su comunidad, y, por otra parte, si estos  comparten los proyectos neoliberales de la presidenta madrileña y si se confirma aquello de Madrid es España dentro de España" y hasta dónde una réplica del 'Socialismo/Comunismo o libertad" de Ayuso en el "Sanchismo o futuro" puesto en liza por el presidente castellano-leonés y su elogio de la política de José María Aznar calará en los votantes y servirá de freno a Vox, que en este caso confía más en la marca que en el candidato, que ha comenzado con un pie puesto en la homofobia.     

A todo esto se añade el nuevo elemento de las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre las macrogranjas y la diferencia entre la agricultura intensiva y la extensiva y a quien favorece. Aunque  más que del 'favor' del ministro a la campaña del PP habría que hablar de la experiencia y la posición de la mayor parte de los ganaderos de la región.