Pilar Álvarez

Lo social

Pilar Álvarez


Momento oportuno de olvidar...

22/12/2021

Alegría, amor, odio son emociones que han acompañado la existencia humana desde tiempos inmemoriales, pero fue en la filosofía griega y romana antigua en la que aparecieron las primeras reflexiones que intentaban describir de una manera más detallada las características de estos fenómenos que acompañan al ser humano. El rencor es uno de ellos, en estas fechas navideñas concretamente, el inconsciente nos pone recuerdos que están en nosotros todo el año, pero que se mezclan latentes en estos días, con el mensaje de amor al prójimo, el perdón a ciertos miembros de la familia etc. Por lo tanto la necesidad de reflexión debería de ser ejercicio «obligado».
En psicología el rencor se entiende como ese sentimiento muy poderoso de enfado profundo y persistente, que se mantiene en el tiempo, que se queda como «enquistado» en nuestro interior, haciendo que nos afecte negativamente. Perjudicando nuestro nivel emocional, comportamiento social, y también nuestra salud, con el resultado de encontrarnos encarcelados, en ese sentimiento tan negativo, el rencor.
Ante la observación de los demás, lo vemos como una incapacidad de la persona en su evolución personal, en no haberse trabajado emocionalmente, sin haber tenido en cuenta las contraindicaciones que ese sentimiento puede generar, a lo largo de su vida. Según los  expertos, el resentimiento o dificultad para perdonar existe desde siempre. Suelen ser personalidades de enfado persistente, deseos de venganza, resentimiento duradero, odio, ni perdonan, ni olvidan, no aprenden del pasado, y piensan que ellos nunca se equivocan. Todo es blanco o negro, suelen ser muy orgullosos, siempre desean tener el control, se ofenden con facilidad, y quieren tener siempre la razón. El rencor también tuvo otro análisis, le llamaron la «moral del rencor» o «moral de esclavos» que se producía cuando la «casta inferior» tenía una imagen deformada de la realidad, fruto del  odio y del resentimiento que sentía hacia la otra casta, que se consideraba superior. Me pregunto, tendremos todos algunos de estos ejemplos expuestos (debemos  analizarnos).
A pesar de que ahora mismo nos venga a la mente alguna que otra persona rencorosa que hemos conocido, hay un aspecto que no debemos descuidar, este sentimiento profundo sin duda autodestructivo, no lo experimentan de forma exclusiva quienes no saben practicar el saludable ejercicio del perdón. En realidad este tema tiene su profundidad, sus matices y dimensiones contrapuestas en las que todos nosotros podemos derivar en un momento dado. El rencor que sentimos no produce daño alguno en el otro, pero paradójicamente sí lo hace en las personas que lo practican, empañando su propia alegría, y eliminando cualquier posibilidad de vivir con frescura y libertad.
Ahora bien, el perdón es muy positivo ¡pero cuidado! no necesariamente implica volver a la relación con esa persona, en los mismos términos que mantenía anteriormente. Si el agravio fue repetido en más de una oportunidad, es muy posible que se vuelva a fallar en el futuro. En general, aunque hay ciertas excepciones, a las personas les cuesta mucho cambiar. Para hacerlo deben poner gran empeño y tiempo, por lo que, aunque puedan tener intención de modificar su forma de ser, pocas veces lo logran. Para mí, el olvido es la única venganza y el único perdón. Nadie merece vivir eternamente en semejante escenario. Aprendamos, por tanto, a construir vías de escape, caminos para liberarnos y respirar con mayor tranquilidad y dignidad. Y sobre todo sin rencor. 

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