Las cartas de Arrimadas

Agencia-SPC
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La líder de Ciudadanos tiene que hacer valer, de cara a los Presupuestos, sus 10 diputados para que el Gobierno vire menos a la izquierda y más al centro pese a los reproches de Sánchez y las reuniones de Iglesias con ERC y EH Bildu

La máxima responsable de la formación liberal desde el pasado 8 de marzo llegó al cargo con un partido desmoralizado y dividido tras la debacle en las elecciones generales de noviembre - Foto: Toni Albir

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, tiene claro que nada le va a apartar de su camino para condicionar los Presupuestos (PGE). Ni los últimos desplantes de Pedro Sánchez ni tampoco los desaires de Podemos (esta semana el vicepresidente Pablo Iglesias hizo el trabajo sucio y se vio con Esquerra y EH Bildu, a los que aplaudió mientras golpeaba a PP y Cs) porque solo contempla salir del tablero si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se decanta por ERC y los abertzales.

En ese caso,  sí se descolgaría de apoyar las Cuentas porque ve incompatibles sus propuestas con las que defienden los bloques independentistas y, por eso, incluso antes de que el Gobierno haya presentado el borrador de los Presupuestos, pone la pelota en el tejado de Sánchez para que sea él quien elija a sus compañeros presupuestarios.

Un recado que Arrimadas no ha dejado de mandar al inquilino de La Moncloa en los últimos días, que ahora que se acerca el momento de la negociación de los PGE ha tratado de marcar distancia con los liberales recordando la famosa foto de Colón para no romper los puentes con los de Junqueras y otros socios de investidura, que rechazan la presencia de Cs en ese escenario.

Sin embargo, esto no ha hecho mella en la jerezana, que desde que asumió el liderazgo del partido se ha aplicado en hacer valer los 10 diputados en los que ha quedado reducido su grupo, dando así un volantazo a la estrategia de Albert Rivera, que llevó el no es no a Sánchez hasta la repetición electoral del año pasado, dejándose en el empeño 47 escaños.

Resituado en el centro y marcando distancias con el PP de Casado, Cs ha podido recuperar un papel de utilidad que, en principio, le quitaron las elecciones del pasado 10 de noviembre al convertirse en una formación que ha sido decisiva para sacar adelante las últimas prorrogas del estado de alarma y el decreto de nueva normalidad.

Ese mismo objetivo es el que está marcando los pasos de Arrimadas de cara a la negociación de los Presupuestos, una negociación en la que estará al margen de lo que haga el PP porque lo que busca es que las cuentas que se aprueben sean lo más «razonables y moderadas» posibles, con medidas pensadas para la mayoría de los españoles, atrapados en una crisis económica y sanitaria sin precedentes.

Creen desde Alcalá 253 (la sede central del partido) que la situación excepcional que está viviendo el país a causa de la pandemia del coronavirus requiere una «tregua política» y mirar más allá de los intereses partidistas y, sobre todo, que no cedan al chantaje que para Ciudadanos plantean los partidos secesionistas y, de paso, el socio fiel del Ejecutivo, Iglesias, que negocia de forma pública y paralela con sus partidos mientras la vicepresidenta Calvo se sienta con todos los grupos. 

También aseguran fuentes del bloque liberal que lo hacen por ese motivo, porque lo consideran una obligación, y no porque traten de arrimarse al Ejecutivo central, con el que dicen no tener ni afinidades ni simpatía por mucho que haya dirigentes de otras formaciones aplicados en que den esa imagen.

Tentación madrileña

Y por eso desde Ciudadanos desmienten una y otra vez que haya posibilidades de que se rompan los Gobiernos autonómicos que tienen con el PP gracias al apoyo externo de Vox (Madrid, Castilla y León, Andalucía y Murcia) y no tienen previsto morder el anzuelo que les tiran los socialistas para desbancar a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Así se pudo ver en la moción de censura en ciernes. 

Eso no quita para que Cs pueda votar en contra de los intereses de los populares, como han hecho en muchas ocasiones, la última al comprometer su voto para apoyar la creación de una comisión de investigación en el Congreso, promovida por el PSOE y Unidas Podemos, sobre el caso Kitchen, para esclarecer el supuesto uso de medios del Ministerio del Interior en la etapa de Rajoy para favorecer a Génova.