"No me imagino vivir en otro lugar que no sea Ávila"

I.Camarero Jiménez
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Isidora Beotas tuvo que estudiar tres años de Farmacia por imposición paterna, si bien logró cumplir su sueño de tener unrestaurante y guisar para los demás, de hecho acaba de celebrar 28 años al frente de El Almacén, uno de los clásicos de la resta

"No me imagino vivir en otro lugar que no sea Ávila" - Foto: David Castro

Isidora Beotas (Madrid, 1960) lleva 28 años recién cumplidos al frente de la cocina del restaurante abulense El Almacén y lo que quede. Desde siempre supo que quería ser cocinera, reconoce. Su bisabuela Isidora (quien fue también su madrina) lo fue  profesionalmente, cuenta nuestra protagonista: «Tuvo un hotel en la Gran Vía de Madrid que vendió en el año 50 y que ahora ocupa Zara; después montó un restaurante en Sevilla «con el abuelo Justo, se llamaba Jusora». De ella heredó el nombre y la pasión por los  fogones (aunque apenas la conoció).

También su madre «era una joya guisando, aunque no era profesional », así que no es de extrañar que Isidora estuviera convencida de cuál iba a ser su destino y más porque «yo me ponía a cocinar con mi madre a todas horas, igual empecé con ocho años, en una cocina de esas bilbaínas, de carbón». «Ella ha cocinado maravillosamente bien, ahora no porque tiene 96 años y no hace nada, tampoco come mucho -dice. Eso sí el otro día me pidió unas croquetas de jamón y se enfadó porque se las hice redondas y me dijo que  sí no era. Tienen que ser alargadas porque tienen más sabor, me dijo». Lo tenía claro, quería su vida en una cocina, otra cosa es que ‘a priori’ la dejaran. Relata que «yo nací en una familia como muy estructurada , donde la idea de ser cocinera, de dedicarme a guisar  (una palabra que la encanta) no gustaba». Acabó el colegio en 1976 y ya entonces transmitió a la familia que no quería estudiar. Topó de frente con su padre «él quería que estudiara Farmacia » y cierto es que empezó a hacerlo: «No me gusta que digan que soy farmacéutica porque sólo estudié hasta tercero y lo hice para luego estudiar unas oposiciones de grado medio, que es el mínimo a lo que me obligaba mi padre».

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

La gran granizada ocurrida a primeros de agosto del año 1981. Fue el día 5, era el primero que pisaba la ciudad de Ávila y la estampa era como si hubiera nevado en pleno verano.

¿ Qué es lo que más le gusta de Ávila?

Su maravilloso cielo azul intenso en invierno, con un frío que te corta la cara pero que no impide que la gente salga y disfrute de la ciudad.

¿ Y lo que menos?

La falta de vida cuando cae la noche. 

Un lugar de la ciudad para perderse

El Paseo del Rastro con la muralla resguardando y por supuesto las increibles vistas que ofrece.

Un recuerdo de su infancia.

Pues a Ávila ya llegué mayorcita con 21 años y siempre venía en periodo de vacaciones con lo que todo era fiesta y diversión, con muy pocas preocupaciones. Así que un gran recuerdo.

Un personaje abulense que le haya marcado

Santa Teresa, aunque pueda parecer un tópico, pero la he vivido desde pequeña con la Santa presente, mi madre Teresa ha sido una gran lectora de su obra y me inculcó su vida y su obra desde la infancia. Por cierto, mi hija también se llama Teresa.

El mayor cambio qué necesita Ávila es...

Ávila es una ciudad maravillosa, pero no puede vivir sólo del turismo. Hace falta industria para generar trabajos que no estén ligados sólo al sector servicios. Necesita buenas comunicaciones; a nivel ferroviario es incomprensible que un tren a Madrid tarde como poco una hora y media.

Y tiene que mantener.

La tranquilidad de la ciudad, el contacto de los ciudadanos a diario. Todos nos conocemos y el día a día es mucho más fácil.

¿Qué le parece la ciudad hoy en día?

En los treinta años largos que llevo viviendo en ella he visto muchísimos cambios a mejor, una ciudad mucho más moderna, limpia, accesible y mejor iluminada.

¿Cómo ve la ciudad en el futuro?

No soy adivina pero me gustaría que arrancara y eso sólo se consigue creando puestos de trabajo en diferentes ámbitos para que la ciudad crezca en habitantes.

¿ Qué puede aportar usted a la ciudad?

Soy cocinera y mi objetivo es hacer feliz a la gente. El recuerdo de una buena comida se comenta y ése es un aliciente para volver a nuestra ciudad.