"Sánchez ha emprendido un proceso de demolición de la democracia"

María Albilla (SPC)
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'La demolición. La gran traición de Sánchez a la democracia' es el libro con el que la exdiputada Rosa Díez aporta su granito de activismo político en un momento crucial para un país cuyos líderes, apunta, pretenden erradicar el sistema del 78

"Sánchez ha emprendido un proceso de demolición de la democracia" - Foto: Fernando Cózar

Que la sociedad despierte en un momento de anomalía democrática. Ese es el objetivo que persigue Rosa Díez con su alegato contra la traición que, desde su punto de vista, está perpetrando sin escrúpulos el presidente del Gobierno con el único fin de aferrarse al poder. 

 

¿Cómo ve el panorama nacional?
Con muchísima preocupación. España está en una situación de ruptura de la convivencia. Está en riesgo el propio sistema democrático. En solo dos años, una generación de socialistas borrachos de ambición y sin escrúpulos, han destruido la obra de varias generaciones de españoles que se empeñaron en cohesionar el país.


Les acusa, en especial al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de «la demolición del régimen del 78».
Cada decisión que toma Sánchez tiene como objetivo liquidar el sistema del 78 y los contrapoderes democráticos. Y no es que yo lo diga, es que si repasas sus decisiones desde que llegó a la Presidencia van encaminadas a poner en marcha una segunda transición negando los valores de la primera. Tiene un empeño radical y perfectamente organizado por dividir a los españoles en buenos y malos, en derechas e izquierdas. Y esto lo empezó ya José Luis Rodríguez Zapatero. 

 

¿Cuál cree que es su objetivo?
Ejercer el poder sin ningún tipo de control. En cualquier democracia hay instrumentos para proteger el estado de derecho. El Gobierno se somete al control parlamentario, algo que en España ha dejado de ocurrir. Sánchez ha usado los sucesivos estados de alarma para zafarse de este control. Aún antes, en su primer año de mandato, batió el récord de decretos ley, es decir, la aprobación de todo sin debate parlamentario. Y luego todo el trabajo que hace para liquidar la separación de poderes y controlar la Justicia. Se ve claramente que no quiere un Poder Judicial independiente. Es un proceso de demolición de la democracia que tiene un objetivo: el caudillismo.

 

Dice que es «un tipo sin escrúpulos, un mentiroso patológico capaz de traicionar lo más sagrado para conseguir mantener el poder».
Sí. Ha demostrado que no tiene escrúpulos. Él prometió no pactar nunca con Bildu para gobernar y lo hizo. Es más, le entregó la tutela del Gobierno de Navarra. Les consideró un partido de Estado. Llamó progresistas a los asesinos, a las personas que siguen a un partido que reivindica la historia de ETA. Con esto demuestra que no tiene escrúpulos, que se salta todas las líneas rojas.

 

¿La aplicación de la propaganda goebbeliana es su mejor baza?
Sin duda ninguna. Quien fija la estrategia es Sánchez, pero quien la dirige es su jefe de Gabinete, Iván Redondo. Y la guía de campaña está basada en los 11 principios de la propaganda de Goebbels. Uno de ellos argumenta que es importante agrupar al enemigo en uno solo. Aquí la derecha entonces es el trifachito, la derecha radical... No hay diferencias entre los adversarios, solo una única categoría las derechas.
El principio de transposición es otro. La culpa de los errores propios es de los demás. Resulta que España está viviendo su peor de las crisis sanitaria, económica y social y la culpa la tiene cualquiera menos el Gobierno. La tienen las autonomías, las personas que salen a pasear... todos, menos el Gobierno de la nación. 
Hay un tercer aspecto muy importante, que es el principio de renovación. Emitir constantemente información y argumentos para que siempre haya un escándalo al que contestar. 


Independientemente del principio de renovación, ¿cree que tenemos poca memoria?
El ser humano tiende a recordar lo bueno, no lo malo, pero es que ahora hay además una estrategia para ello y, otra cosa muy importante, que el Gobierno tiene a su servicio a la inmensa mayoría de los medios de comunicación. En España hay prensa pública y prensa concertada y luego algunos independientes. Lo que sale por la televisión, el mensaje que repiten permanentemente, finalmente termina calando. Por eso es tan importante dar la batalla de las ideas frente al silencio y la propaganda.


Habla incluso de la «perversión del lenguaje». ¿A qué se refiere? 
En la Historia de la Humanidad, cualquier gobernante que ha querido transitar del Estado de derecho al totalitarismo o la democracia tutelada ha empezado por cambiar los nombres de las cosas. 


No podemos dejar de hablar de la oposición. ¿Está a la altura?
Francamente, lamento decirlo pero creo que no. Pienso que en el momento más crítico de la democracia uno aprecia con perplejidad que no hay una alternativa, que no una alternancia. Parece que están esperando a que les toque su turno.


¿Y qué papel desempeñan los ciudadanos en este teatro?
Los ciudadanos tienen que despertar. Mientras nos limitan las libertades y decimos ‘yo de política no entiendo’ nos están robando nuestro derechos. Tenemos que espabilar. Es necesario tomar conciencia de lo que está ocurriendo porque las instituciones no se defienden solas y, a partir de ahí, actuar en muchos frentes. Vendrá el momento de salir a la calle y habrá que estar ahí. Ya lo hemos hecho más veces. No nos debemos resignar.

 

¿Ha habido en este país poca pedagogía democrática?
Poca, no. No ha habido y, por tanto, los ciudadanos no somos conscientes del poder de nuestro voto individual, que cuando se suma tiene la capacidad de quitar y poner gobiernos. Nadie nos ha explicado que en la democracia no vale solo ir a votar cada cuatro años. La democracia hay que construirla, defenderla y mantenerla. Como elemento fundamental de esto está la educación, que es uno de los problemas de este país.

 

¿Qué espera de las elecciones del 14 de febrero en Cataluña?
No hay país en Europa cuyo presidente del Gobierno se hubiera atrevido a nombrar candidato de su partido en plena pandemia, en el peor momento, a su ministro de Sanidad. No hay un gobernante tan chulo ni prepotente en Europa que se atreva a burlarse más de sus ciudadanos. Si, además, con 80.000 muertos a sus espaldas votan a Illa, es que tenemos un país de diván y bata blanca. El 14-F es la repetición del 8-M.

 

¿Qué le pareció ver a los líderes del procés saliendo de la cárcel justo el día que empezaba la campaña?
Es un síntoma de degradación de la democracia. Ni un miembro del Gobierno ha dicho nada y la Justicia les hará entrar en la cárcel de nuevo en un par de semanas. Es todo un complot porque juntos están trabajando para derruir el sistema democrático.