La palanca del futuro

Carlos Cuesta (SPC)
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El sector digital registrará en 2020 un impacto económico de 15 billones de dólares a nivel mundial, lo que significa que exigirá una demanda laboral de 750.000 empleos solo en la UE y representará el motor del sistema actual

La palanca del futuro

La economía ha sido tradicionalmente una doctrina tremendamente conservadora, reservada básicamente a banqueros y empresarios, en la que sus conceptos y su filosofía apenas variaban de una década a otra. Sin embargo, en la actualidad, ha adoptado un dinamismo sin precedentes en una carrera sin límites, totalmente globalizada y que está marcada por su alta competitividad.

En este contexto, uno de los factores más decisivos y determinantes es la aplicación de las nuevas tecnologías y, especialmente, la digitalización, que se ha introducido como si fuera un virus y que representa ya la palanca del futuro de las empresas.

A nivel internacional, se trata de un fenómeno que se está aplicando en todas las materias, industrias y forma de comunicarnos. En el caso de España, se constatan, año tras año, avances graduales en digitalización. Así, en 2018 fue el país, junto a Irlanda, que más progresó en este fenómeno, de acuerdo con el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI), que elabora desde 2014 la Comisión Europea. 

A día de hoy, ocupa el décimo puesto del ranking de referencia de la Unión Europea, dos posiciones por encima que en el ejercicio anterior y por delante de Estados como Alemania, Francia o Italia, pero aún muy lejos de los líderes Dinamarca, Suecia, Finlandia, Países Bajos y el Reino Unido.

La digitalización es tan importante en economía porque produce mejores resultados en las industrias, minimiza los costes, aporta información sobre todo el proceso productivo y de consumo y, sobre todo, se centra en satisfacer las necesidades urgentes del cliente.

Saber cómo incorporar las nuevas técnicas en sectores como la energía, la industria, los servicios financieros, las telecomunicaciones, internet, el turismo, la salud, el farmacéutico, la educación, el transporte y la movilidad es la clave para garantizar la supervivencia y el crecimiento empresarial. 

Para las grandes corporaciones, con presupuestos importantes en digitalización, la verdadera transformación va más allá de inversiones esporádicas en soportes digitales, páginas web, redes sociales,... y supone una implicación al más alto nivel para lograr imponer una renovación profunda de la cultura corporativa en sus equipos humanos y técnicos con el fin de conseguir crecimientos disruptivos.

Los expertos consideran que lo más destacable de estos modernos sistemas son la adaptabilidad al cambio con el reto claro de aportar valor en todo lo que se produce para mejorar y poner el foco en complacer los deseos del cliente.

En este sentido, satisfacer al consumidor se sitúa como la estrategia principal de las empresas en su desafío de combinar el factor humano con la tecnología y los distintos canales digitales. El fin es adaptarse a las preferencias del usuario y, de este modo, interactuar en cada momento con él, a través del medio que él elija en cada momento. Precisamente, una de las ventajas más importantes de la digitalización pasa por la información que puede obtener una empresa sobre su destinatario final: ubicación, sexo, edad, intereses, hábitos de compra,... etc. Las reglas del juego han cambiado y ahora la conexión entre el negocio y el público objetivo es mucho más directa, bidireccional y transparente.

En este escenario, la evolución digital no ha acabado con las estrategias más tradicionales y, así, las vías offline y online se cruzan en lo que es una nueva vía con oportunidades y ventajas inimaginables. 

Empleo

Frente a los que defendían que la digitalización acabaría con una gran parte del empleo actual, la realidad está demostrando que no solo no destruye puestos de trabajo sino que, además, está generando otros nuevos que no existían y de más calidad y cualificación que los tradicionales, con mayor valor añadido y competitividad.

La mentalidad de las compañías de e-comerce, financieras, inmobiliarias y la industria 4.0 ha cambiado radicalmente y firmas como, por ejemplo, Schneider Electric se han posicionado entre las favoritas de los españoles para trabajar en ellas por su apuesta por la digitalización y la sostenibilidad.

Se trata de un cambio de época que marca unos parámetros que deja fuera y aleja del mercado a quienes se niegan a ponerse al día. La digitalización se está imponiendo en todos los sectores cuya máxima es dar una respuesta lo más inmediata posible a las demandas de los usuarios digitales a través de la mejora de los procesos y la competitividad empresarial.

En 2020, el sector digital tendrá un impacto de 15 billones de dólares a nivel mundial, unos 2,2 billones de euros en la UE y en 150.000 millones en el contexto nacional, según pronostica la Comisión Europea que asegura, además, que para el próximo año, se quedarán entre 500.000 y 750.000 puestos de trabajo sin cubrir en la zona euro.

Bruselas denuncia que el 40% de las empresas con sede en la eurozona tiene problemas para encontrar expertos en tecnologías de la información (TIC) que, en el caso español, es aún más grave ya que solo el 53% de los ciudadanos cuenta con competencias básicas en este tipo de avances.

Lo cierto es que en España, aunque se está aprovechado la expansión de las tecnologías digitales, las redes sociales, las facturas electrónicas, los servicios en la nube o el comercio electrónico, falta mucho camino por recorrer. Según el Observatorio Vodafone de la Empresa, solo el 14% de las pequeñas sociedades cuenta con un plan de digitalización, frente al 70% de las grandes corporaciones. Uno de los principales escollos es el desconocimiento de cómo se debe abordar este proceso y también cómo financiar coste de su puesta en marcha.