La escritora y diplomática Helena Cosano volvió al Episcopio, un escenario cultural que afirmó que le es «muy querido» y donde ya habló «con mucha satisfacción» del libro que dedicó a santa Teresa, para presentar una obra en la que ha dado un giro a su trayectoria hasta el momento para, bajo el título de El gato de la bruja, acercarse a una literatura familiar interesante tanto para los más pequeños como para los adultos.
El gato de la bruja, explicó su autora, «es un libro para niños en principio, pero en realidad yo lo he pensado para todos los públicos, para que los padres se lo puedan leer a los niños pero también para que ellos lo disfruten. Es un poco como El Principito, que se puede leer a diferentes niveles de profundidad porque tiene un lenguaje sencillo, que para los niños es muy asequible, pero luego tiene más fondo, con muchos símbolos; es decir, que también para adultos tiene mensaje».
Ese cambio de registro, comentó, «es en parte un reto, porque es algo totalmente diferente a lo que he publicado hasta ahora, pero a la vez para mí sigue un hilo conductor en mi obra, ya que igual que en el que dediqué a santa Teresa hay una búsqueda de espiritualidad, porque habla de ciertos valores que me parecen importantes a todas las edades, pero especialmente para los pequeños, como por ejemplo la amistad, el respeto al medio ambiente, la solidaridad, el amor universal».
Convencida de que «la literatura puede servir de alguna manera para educar desde el entretenimiento», comentó Helena Cosano que lo primero que ha perseguido con El gato de la bruja es «que sea un libro divertido y que la gente disfrute con la lectura, sobre todo si son niños para que aprendan desde pequeños el placer de la lectura», sin perder nunca la perspectiva de que «también es bueno hablar de valores positivos para nuestro planeta, si queremos que esto sobreviva, porque nos estamos cargando la Tierra, es algo muy serio porque es un problema de presente y de futuro. Los niños de ahora van a heredar un planeta en muy mal estado, y por eso tienen que ser particularmente conscientes de ello porque no es solo que no estropeen más, sino que van a tener que arreglar mucho porque está realmente mal, y cualquier aportación como esta yo creo que algo ayuda».
El embalaje argumental para envolver de forma atractiva esos valores se centra en «la historia de una amistad entre dos amigos muy diferentes. Una es una chica que se llama Casandra, una brujita, no una bruja mala de los cuentos sino una chica especial con mucha sensibilidad, con mucha intuición, que le gustan los animales y que es en cierta forma muy espiritual; esta joven se encuentra al gato que le corresponde, el otro protagonista, el gato se encuentra a la chica que le corresponde, y se vuelven inseparables. Pero no es una relación de amo-mascota sino una relación de amigos, por eso lo del respeto, ya que aunque sean los dos muy diferentes, porque obviamente una es humana y el otro es un gato, se comprenden, se respetan, se hacen compañía, se ayudan, se sacrifican el uno por el otro si es necesario».
Helena Cosano, que antes de El gato de la bruja publicó Teresa la mujer, un acercamiento a la figura de Teresa de Jesús cuando ésta se encuentra a las puertas de la muerte para intentar intuir cómo era realmente, cómo pensaba y cómo sentía aquella mujer totalmente libre, revolucionaria, comentó en su presencia en el ciclo ‘El Episcopio presenta...’ que «llevo varios años trabajando en un libro sobre san Juan de la Cruz, que creo que es lo lógico después de hacerlo con santa Teresa, porque son la pareja mística por excelencia, pero es muy difícil, ya que exige un trabajo de investigación muy laborioso, profundo, de muchísimas horas y muy riguroso».