Fidelidad al corpus en Nava de Arévalo

B.M
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El municipio morañego mantiene la celebración con eucaristía y la procesión con la custodiaque realiza el recorrido bajo palio y pasa por los diferentes altares situados por la localidad, que en esta jornada se llena del aroma del tomillo

Fidelidad al corpus en Nava de Arévalo

Nora, Carlos, Elena y Valeria son los nombres de los cuatro niños de Nava de Arévalo que con sus trajes de Primera Comunión, el sacramento que han recibido este año, formaron parte importante de la procesión del Corpus Christi celebrada en la localidad.

Su imagen es una de las que queda de la celebración de esta fiesta, en una localidad que sigue celebrando el Corpus en su día, pero también lo es la de la custodio bajo palio pasando por los altares del municipio y también el olor del tomillo por las calles.

Con la música y un pequeño desfile comenzó el día grande de las celebraciones en Nava de Arévalo antes de dirigirse a la iglesia de la localidad para ser parte de la eucaristía. La iglesia se llenó de vecinos, con sus mejores trajes, para asistir a esta celebración religiosa en la que no faltó el alcalde, Enrique Rodríguez, acompañado por diferentes autoridades como el presidente en funciones de la Diputación Provincial, Carlos García; la senadora Patricia Rodríguez;el procurador Miguel Ángel García Nieto o el delegado territorial de la Junta, José Francisco Hernández Herrero.

Ellos quisieron acompañar a los vecinos en esta celebración en la que este año, según relató el propio alcalde, se contó con seis altares, el primero correspondiente al Ayuntamiento y a la Iglesia, y otros preparados en los barrios por particulares o el correspondiente a los mayores. Además, recordó que en la procesión participaban esos cuatro niños de comunión que tenían como ‘cometido’ (y así lo hicieron) ir tirando pétalos de flores mientras la comitiva se dirigía a los diferentes altares.

Con ellos se celebró el día «más importante para el pueblo, el día del Señor, de nuestro patrón» al que se «honra con altares y sus alfombras y con todo el cariño con el que se pasea con el olor a tomillo por las calles del pueblo y los seis altares».

Una vez que finalizó la eucaristía se pudo escuchar el Himno de España para la salida de la Custodia, como siempre, bajo palio. Así se dirigieron al primer altar, formado por una gran Cruz Blanca para llegar a la imagen del Señor, ya rodeada por claveles rojos y blancos. La tradición marca que la alfombra se hace con sal y café como una alegoría de la sal de la tierra, un símbolo del aire y el propio del Corpus en el caso de la Cruz.

Allí, como sucedería después en los diferentes altares, la comitiva paró para poder escuchar una canción y realizar una pequeña oración. Después la comitiva iría pasando por las diferentes calles en busca del resto de altares que se habían preparado para la ocasión en los barrios y siempre con sus alfombras y la imagen del Señor. 

Todos estos altares se preparan con mucho mino y presentan una cuidada imagen durante la jornada puesto que se trata de un ejemplo de la devoción por parte del pueblo.

También se cumplió con la tradición de que la entrada de la iglesia estuviera ‘adornada’ con grandes ramas que tradicionalmente se encargan de transportar los quintos. Y con todo ello se fue viviendo la fiesta del Corpus en una jornada de devoción pero también de fiesta.