El Papa urge a luchar contra las «tinieblas» del mundo

Agencias
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Francisco apela a la esperanza para afrontar los conflictos en varios países y llama a combatirlos con la «luz de Cristo» durante su mensaje de Navidad

El Papa urge a luchar contra las «tinieblas» del mundo - Foto: VATICAN MEDIA / HANDOUT

El Papa Francisco se refirió ayer, en su tradicional mensaje de Navidad, a las «tinieblas» que se abaten sobre todo el mundo y pidió esperanza ante las numerosas «agitaciones sociales y políticas» que tienen lugar en varios países de Latinoamérica, además de recordar la situación vivida en Siria, el Líbano o el drama de la migración.

Asomado al balcón de la logia central de la basílica de San Pedro, el Sumo Pontífice impartió a los 1.200 millones de católicos del mundo su bendición Urbi et Orbi.

El Santo Padre comenzó su mensaje observando que existen tinieblas en los corazones humanos, en las relaciones personales y las familias y en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos, pero puntualizó «que más grande es la luz de Cristo». Por ello, pidió que «sea luz para tantos niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Próximo y en diversos países de todo el mundo».

Como es ya habitual, en el mensaje para estas fiestas, Francisco quiso abandonar la alegría del nacimiento de Jesús expresado durante la Misa del Gallo, para hacer balance del año y fue enumerando las injusticias y los numerosos conflictos presentes en el planeta.

Bergoglio deseó así «consuelo para el amado pueblo sirio, que todavía no ve el final de las hostilidades que han desgarrado el país en este decenio».

Asimismo, exhortó a que Dios «remueva las conciencias de los hombres de buena voluntad» e «inspire a los gobernantes y a la comunidad internacional para encontrar soluciones que garanticen la seguridad y la convivencia pacífica de los pueblos de la región y ponga fin a sus sufrimientos».

En este comunicado navideño dedicó mención también la actual crisis vivida en el Líbano y deseó que el país pueda superarla y «descubra nuevamente su vocación de ser un mensaje de libertad y de armoniosa coexistencia para todos».

Pidió también la paz en la «Tierra Santa» y «consolación para Irak, atravesado por tensiones sociales», y para Yemen, «probado por una grave crisis humanitaria»,

Y, además, recordó las crisis de algunas naciones «en el continente americano», y pidió «esperanza» para que puedan llegar a superar «el período de agitaciones sociales y políticas» que están atravesando en la actualidad, aunque sin citar expresamente las naciones a las que se refería.

Aunque sí nombró a Venezuela y rogó para que Dios «reanime al querido pueblo venezolano probado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita».

También llamó a las «soluciones concretas» para conseguir la paz en Ucrania y en la República del Congo, clamando por «luz para los pueblos de África, donde perduran situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia».

Mencionó también a aquellos que son perseguidos a causa de su fe y «especialmente los misioneros y los fieles secuestrados, y para cuantos caen víctimas de ataques por parte de grupos extremistas, sobre todo en Burkina Faso, Mali, Níger y Nigeria».

En este sentido, tuvo un recuerdo para los migrantes que bajo «causa de estas y otras injusticias, deben emigrar con la esperanza de una vida segura». «La injusticia los obliga a atravesar desiertos y mares, transformados en cementerios. La injusticia los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos. La injusticia les niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace encontrar muros de indiferencia», lamentó.

Y anheló que recuperen la sonrisa lo niños de todo el mundo, «especialmente a los abandonados y a los que han sufrido a causa de la violencia». «Que, en este día de fiesta, conceda su ternura a todos, e ilumine las tinieblas de este mundo», concluyó.

Finalmente, Francisco otorgó la tradicional bendición Urbi et Orbi y afirmó que «todos estamos llamados a dar esperanza al mundo, anunciando con palabras y sobre todo con el testimonio de nuestra vida que nació Jesús, nuestra paz», y deseó a todos los fieles «un buen almuerzo de Navidad».

Misa del gallo 

Un día antes, en su séptima Misa del Gallo como Pontífice, el Papa habló del amor «gratuito» de Dios, quien «ama a cada hombre, incluso al peor».

Ante las cerca 10.000 personas reunidas durante la homilía de Nochebuena en la que los católicos conmemoran el nacimiento de Jesús, Francisco lamentó que «nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud» y que «hoy es el día adecuado para acercarse al belén, al pesebre, para agradecer».

El Obispo de Roma reflexionó sobre lo que significa la «gracia» del nacimiento de Dios, que es «el amor divino, el amor que transforma la vida, renueva la historia, libera del mal, infunde paz y alegría».

«Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo», explicó. Aseguró que a veces se piensa que «Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos», pero afirmó que «no es así».

Al final de la tradicional misa, el Papa llevó la estatua del Niño Jesús en procesión al pesebre de la basílica vaticana, acompañado por 12 niños provenientes de diversos países de todo el mundo. Un diácono lo devolvió al pesebre y Francisco se detuvo finalmente ante la imagen en oración.

Los actos de Navidad en el Vaticano continuarán hoy con la oración del Ángelus y el rezo de las vísperas de Nochevieja y la misa de Te Deum, de agradecimiento por el nuevo año.