El heredero destronado

Gerardo Medina
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Eddie Murphy regresa a lo grande con la secuela de 'El príncipe de Zamunda', una comedia que es un auténtico guiño a la nostalgia

La secuela de la obra de culto de John Landis, El príncipe de Zamunda, que recupera a buena parte del elenco de la cinta original y que alcanza sus mejores cotas cuando se da carta blanca a Eddie Murphy y Arsenio Hall, ya está en Amazon Prime.

Vaya por delante una aclaración, por eso de quitarnos el peso muerto de encima lo antes posible. Quien esto escribe no ha sentido nunca especial simpatía por El príncipe de Zamunda. Entretenida es, sí, pero peca de exceso de metraje y de estar sujeta a una época y al humor de marca blanca de un cómico que es capaz de algo mucho más subversivo y políticamente incorrecto que lo que nos ofrecía entonces. Para muestra, sus deslenguadas y carentes de prejuicios stand up comedies. Y ni siquiera podría incluirla entre lo mejor de John Landis, algo difícil en una filmografía que atesora joyas como Granujas a todo ritmo, Un hombre lobo americano en Londres o, ya que estamos con Eddie Murphy, Entre pillos anda el juego.

Partiendo de esta base, no es que el listón estuviera demasiado alto. Una secuela tardía, como lo fueron también Sin City: Una dama por la que matar o Scream 4, y como lo será, cada vez más si no se estrena ya, Top Gun: Maverick. Una fórmula, la de la nostalgia, la de refugiarse en un lugar conocido y seguro devolviendo la vida a obras del pasado en forma de secuelas, reboots y remakes, que no siempre sale bien. Sin embargo, El príncipe de Zamunda tiene su legión de fans, es una comedia ochentera de culto a cuyos acólitos puede no serles suficiente el plato que se les ofrece en esta segunda parte. El rey de Zamunda sigue los mandamientos de su predecesora, pero adaptando el humor a nuestros días. Se vuelve a hacer larga, vuelve a ser una comedia con humor demasiado blanco en ocasiones, pero tiene grandes momentos. 

Especialmente tiene su mejor baza en esos instantes en los que las estrellas de la función, Eddie Murphy y Arsenio Hall, tienen libertad total para disfrazarse de otros personajes y hacer de las suyas. En ese sentido, ganan de nuevo esos señores mayores de la barbería, a los que se une un Wesley Snipes tremendamente juguetón y cómodo en su papel de tirano pasado de vueltas. Y tiene como otro acierto recuperar prácticamente a todo el elenco original. 

Irregular

Pero quizá pesa más lo malo que lo bueno en ella. Y especialmente no ayuda que se ceda protagonismo a Jermanine Fowler, el nuevo heredero al trono del país africano y excusa argumental para volver a pisar Queens. No tiene ni el carisma ni la gracia de quienes deberían ser el reclamo de la cinta, a quienes se les deja demasiado de lado durante el metraje. No ayuda un ritmo lleno de altibajos, por mucho que la aparición de Morgan Freeman o el recuperar a rostros conocidos sea de agradecer. Ni tampoco algún chiste facilón. Porque ya que volvemos a tener a James Earl Jones y tenemos leones, toca hacer alguna gracieta con El rey león. Y en cuanto a la dirección, la labor de Craig Brewer no es que sea demasiado inspirada, y queda a años luz de la inteligencia cinematográfica que Landis sí sabía imprimir al género.

El rey de Zamunda funciona a ratos, según el tipo de público que se siente a verla. Hará pasar un rato agradable a quienes no esperen nada de ella y a quienes no tengan a la original en un altar. Incluso habrá quien acabe su visionado con una sonrisa, por haber pasado un rato ameno en una fiesta en la que sus responsables se lo están pasando bien, lo cual puede llegar a traspasar la pantalla si se va dispuesto a dejarse llevar. Pero a los otros, a los que consideran al filme de Landis poco menos que como una obra generacional intocable, les dejará la sensación de que el nuevo heredero no es digno del trono de su país.

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