Razas autóctonas: un tesoro de la España vacía

M.H. (SPC)
-

Se crían en extensivo, con lo que eso supone para la sostenibilidad y para la renta de muchas zonas despobladas, y constituyen un patrimonio genético insustituible fruto de siglos de selección

Razas autóctonas: un tesoro de la España vacía - Foto: Javier Pozo

M.H. (SPC)

La Península Ibérica es un enclave sin igual en el mundo. Su aislamiento geográfico y la variedad de climas y relieves que se dan en su territorio han hecho de ella un lugar extremadamente rico en ecosistemas y biodiversidad. Zonas semidesérticas, alta montaña, áreas húmedas atlánticas, monte mediterráneo… La variedad de fauna y flora que se puede encontrar abarca desde especies típicamente africanas a otras supervivientes de la última glaciación, que ahora tienen sus bastiones en latitudes más norteñas, aparte de una gran cantidad de endemismos que no se pueden encontrar en ningún otro lugar del mundo.

Algo parecido ha ocurrido con la ganadería. Siglos de selección y de adaptación a las características propias de cada comarca, con orografía, precipitaciones y temperaturas particulares, han dado como resultado una inmensa riqueza en razas autóctonas que, en algunos casos, han estado o están cerca de perderse. La intensificación de la actividad ganadera ha abierto hueco a animales foráneos que se acondicionan mejor a ese tipo de prácticas, dejando caer en el olvido a los que más capacidades tienen para acomodarse al manejo tradicional, mucho más respetuoso con el medio. De hecho, estas razas autóctonas son en parte responsables de que podamos disfrutar de los ecosistemas actuales españoles, ya que su presencia en la naturaleza la ha ido moldeando hasta convertirla en lo que ahora es; un buen ejemplo de esto es uno de los paisajes más emblemáticos de la Península: la dehesa.

Además de este punto a su favor, las variedades propias de las diferentes zonas del país ofrecen una enorme diversidad de productos de gran calidad, que son uno de los pilares sobre los que se basa su conservación. Aunque a veces las carnes de razas extranjeras tienen más nombre, muchas clases de vacuno nacional como la vaca parda de montaña o la avileña-negra ibérica no tienen nada que envidiar a la famosa Angus, por poner un ejemplo. El ovino y el caprino autóctonos producen la leche con la que se fabrican algunos de los mejores quesos del mundo, como el manchego, y brindan productos como la lana merina, conocida en todo el orbe. Qué decir de las delicias que se obtienen del cerdo ibérico, una joya de nuestra cabaña ganadera. El incluso la especie aviar tiene reconocimiento mundial a través de los gallos pardo e indio de León, apreciados dentro y fuera de nuestras fronteras por el brillo y la textura de sus plumas, empleadas para elaborar las mejores moscas artificiales para la pesca.

Así las cosas, las razas de ganado autóctonas son objeto de una especial protección por parte de las administraciones públicas, no sólo como parte del patrimonio genético animal de España, sino también porque mayoritariamente se crían en régimen extensivo, con las beneficiosas consecuencias para la sostenibilidad del medio rural que ello conlleva. Además, las explotaciones de estos animales suelen coincidir con áreas escasamente pobladas, por lo que mientras sean demandadas por los consumidores constituirán un factor importante para ayudar a fijar población en cientos de pueblos que se quedan vacíos por momentos.

Es por ello que las administraciones públicas no se olvidan de estos tesoros genéticos. Con el Real Decreto 505/2013 se reguló el uso del logotipo ‘raza autóctona’ en los productos obtenidos de estas razas, que asegura su procedencia y que proviene de prácticas ganaderas sostenibles y, en su mayoría, de proximidad. Algo lógico, teniendo en cuenta que los consumidores demandan cada día una mayor información sobre el origen de los productos que consumen, lo que aconsejaba establecer una identificación específica mediante esta marca. Actualmente están adheridas a esta iniciativa 26 variedades de vacuno, 12 de ovino, 10 de caprino, 3 de porcino, una de equino y otra de la especie aviar.

Además, el Ministerio de Agricultura cuenta, dentro del Programa Nacional de Conservación, Mejora y Fomento de las Razas Ganaderas, con herramientas como el Sistema Nacional de Información (ARCA), destinado a recopilar toda la información de interés sobre las diversas razas y ponerla a disposición de los diferentes sectores interesados (asociaciones de criadores, administraciones públicas…), aparte de favorecer el intercambio de información entre estos sectores; o el Banco de Germoplasma Animal, cuyo objetivo es constituir una colección permanente y cerrada de material reproductivo de todas las razas como elemento de seguridad ante una posible pérdida de variabilidad genética, e incluso en caso de extinción.

 

JUGAR A CONOCERLAS.

En la página web del Ministerio de Agricultura (www.mapa.gob.es) se puede encontrar un original juego infantil con el que los niños podrán conocer las razas autóctonas españolas con sus principales características, lugar en el que viven y otros datos interesantes. Los peques encontrarán allí las cartas y tarjetas necesarias para poder jugar, las instrucciones de tres diferentes modalidades y otros materiales que pueden incluso servir a personal docente para llevarlo a las aulas y hacer que los niños sean conscientes de la inmensa riqueza ganadera que tiene España mientras se divierten, además de aprender las ventajas de un consumo responsable y de proximidad.