José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


Estar a lo que se está

20/01/2022

La Constitución, es el consenso de la mayoría de los ciudadanos soberanos y consolida la presencia de todas las instituciones que han facilitado la real soberanía de todos y cada uno de los españoles, en propiedad, proclamando el amparo del Estado Social y Democrático de Derecho, sin imposiciones ni empujones, a nivel local, autonómico y nacional, con el programa de la convivencia en una sociedad de todos para todos, y en un Estado complejo, que así son las cosas. Esta realidad  necesita lealtad constitucional, y sentido de Estado, para que la acción política esté preparada para sumar y regar las raíces de cada Comunidad como cultura e historia comunes, de todos los españoles enlazados con los valores de la democracia, y su acto de presencia en sociedad, y buena compañía, en la historia de la Unión Europea. Esta puesta en sociedad, requiere la real inteligencia y capacidad política necesarias. 
En los tiempos de los líos pasados,  ya D. José Ortega y Gasset reclamaba la necesaria construcción de un nuevo Estado. Hoy, nuestra Ley de Leyes es un ejemplo de la dinámica social de las distintas opciones de gobierno, y es capaz de acoger la alternancia, tan necesaria, en las formas de asumir el trabajo por la Nación, bajo las luces de la real y exigible lealtad a la Constitución, respetando las distintas opciones políticas comprometidas con una sociedad libre y democrática; es una ley fundamental valorada como progresista, que nos pertenece. Gracias al compromiso político y la lealtad constitucional para no debilitar la soberanía nacional ni nuestra Ley de Leyes, ejercemos el derecho de ser dueños de nuestra historia real, poder seguir adelante y superar dificultades, sin censuras inconstitucionales de ninguna clase, ni oficial, ni de nadie. 
Desde 1978 ya somos mayores sin necesidad de volver a los líos del pasado, y en un siglo nuevo tan complicado, viral y en mensajes comunicados por los medios, estamos con problemas que nos afectan a todos, en las crónicas de casa, pueblo y ciudad, porque somos  historia viva, y gracias a que el Estado y las Comunidades tienen su origen y justificación en la Constitución, somos capaces y con el sentido común para superar los problemas de vida y muerte. Como D. Manuel Jiménez de Parga enseñaba, la lealtad constitucional es necesaria. 
Siempre estamos a tiempo de informarnos para comprender la realidad, y hay que estudiar, aprender, y reclamar que los más preparados de la clase, den un paso adelante para administrar las cosas de la casa común, española, para beneficio de todos, y conseguir que los mejores se sumen a esta empresa nacional: a) para ayudar a las familias en el derecho a rejuvenecer la alegría de la vida por vivir, con nuevos hijos y vecinos; b) seguir haciendo y aumentando nuestra riqueza en casa, pueblo, ciudad, comunidad y nación, en sana y productiva vida laboral, en la justicia social y familiar que proclamamos y debemos cuidar, ¡¡ea¡¡; sin jaleos, ni abusos, en sociedad para todos, sin  que nos inquieten escándalos, cuando estamos a lo que estamos; la vida es real y requiere lealtad constitucional de cada ciudadano soberano y de nuestros representantes; d)  sumen su reclamación para la acción política necesaria…
La Constitución de 1978 no se impuso por ninguna mayoría, ni por nadie; es fruto del sentido común por la convivencia real y posible. Esto es innegable, al igual que la talla, altura moral e intelectual de los padres de la Constitución, y cuantos se han postulado válidos para seguir adelante bajo el examen de la ciudadanía. Hay que recordar que la Constitución es arropada con el 87,78 por cien de los votantes del referéndum del 6/12/1978, en la campaña de la libertad sin ira...estribillo que no se olvida, por ser la lealtad constitucional tan necesaria para recapacitar y pensar. Tantos, no se equivocaron, ni entregaron su voto para olvidar la historia real, que no podemos olvidar ni ocultar, y estudiar con la perspectiva histórica de más de 40 años. 
La Constitución es nuestra, a pesar de tanto revisionista y negacionista de nuestra vida en Nación constitucional y soberana. Ya lo dice la sabiduría de nuestra lengua, española, simpar en la historia, respetuosa con las demás lenguas españolas constitucionales: revisionismo: tendencia a someter a revisión periódica doctrinas, interpretaciones o prácticas establecidas con el propósito de actualizarlas y a veces de negarlas. La lealtad constitucional puede colocarse en la balanza (la romana que conocimos en uso algunos de los que leemos  estas cosas, para hacer fiel el precio justo de cosa género), para equilibrar la responsabilidad asumida y el resultado, pesado, contado y medido con el compromiso político aceptado: siempre por hacer realidad la economía necesaria para llegar a fin de mes; una política social buena para vivir con tranquilidad, sin exclusiones, ni omisiones de ninguna parte de la Constitución que la Nación española se ha otorgado, ni de los españoles. Así que estar a lo que se está, se vote a quien se vote y a quien se quiera, en libertad, y los que salgan elegidos, hacer lo necesario para conseguir y convivir en paz (por esto es tan necesario votar). Y los elegidos a estar a lo que se está, también y sin encocorar (fastidiar, molestar con exceso) a nadie. 
La vida es real, el pluralismo político es guía y luz para seguir el camino de la solidaridad fraterna, entre todos los pueblos de España, y el presupuesto equilibrado y bien repartido, como dineros de todos.  Así que: en vida democrática y tranquila, lealtad constitucional, y estar a lo que se está, manos a la obra y al taller, a las cosas del comer y del trabajo.