Javier Fernández, 'vecino' de Navalacruz

A.S.G.
-

El Ayuntamiento hace entrega del título de Hijo Adoptivo al patinador, que reconoce que la localidad abulense siempre «ha sido mi pueblo. Estas calles son las que me han visto crecer».

Javier Fernández, 'vecino' de Navalacruz

Las calles de Navalacruz «me han visto crecer». Lo hicieron cuando apenas era un niño que soñaba con ser un gran patinador, que soñaba con un reto que entonces parecía imposible de alcanzar.A partir de ahora las calles de Navalacruz le verán pasear «como una persona más del pueblo» y lo harán como aquel joven que alcanzó su sueño y mucho más, que se ganó el respeto de todos y que llegó a ser campeón de Europa –siete veces–, campeón del Mundo –dos ocasiones– y que supo alcanzar la medalla olímpica. Javier Fernández volverá a pasear por las calles de su pueblo como un vecino más, porque desde este sábado recibía posiblemente el premio más cariñoso que haya recibido, el título de Hijo Adoptivo de la localidad. Se lo entregó Benigno González, alcalde de Navalacruz, en un emotivo acto celebrado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento.Nadie quiso perdérselo. Empezando por su familia y terminando por sus ‘nuevos’ vecinos, aquellos que han compartido su infancia con el patinador español y quienes han seguido con admiración y orgullo los éxitos de un deportista «que ha llevado el nombre de este pueblo por el mundo» y que para muchos se ha convertido en un ejemplo «de sacrificio, profesionalidad», quiso remarcar el alcalde de la localidad

Son muchas las ocasiones en las que Javier Fernández ha estado en Navalacruz, «mi pueblo», pero probablemente ninguna tan emotiva como ésta.Ya lo fue el verano de 2015 cuando le dedicaron a una plaza su nombre, escultura incluida.Sin embargo lo de este sábado era otra cosa. «Esto es un gran premio».

«Es cierto que por todos los viajes, por la competición, ha sido difícil venir últimamente, pero este homenaje me ha dado la oportunidad de hacerlo, de pasar el fin de semana con mi gente, con aquellas personas a las que conozco desde que era pequeño».Le hacía ilusión volver y le hacía ilusión «que se me reconozca mi trayectoria en un sitio en el que me han querido como si fuera de aquí». Ahora, fuera ya de la competición, «voy a tener la oportunidad de venir más veces» a una localidad en la que se hunden profundas sus raíces familiares. Se emocionó Javier Fernández pero no menos su familia, su hermana, sus padres o sus abuelos, todos ellos presentes en el acto. «Es un reconocimiento que me hace ilusión a mí y a mis padres».

Y aunque ganar un Europeo, un Mundial o una medalla olímpica es importante, el título de Hijo Adoptivo de Navalacruz ocupará un lugar especial. «Es un premio que me da mi pueblo», un lugar que siempre le ha querido como si hubiera nacido allí. Ya es HijoAdoptivo de Navalacruz y pronto podría recibir la Medalla de Oro de la Provincia.Solicitada el pasado mes de enero por el PSOEen la DiputaciónProvincial, era el propio presidente, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, presente en Navalacruz junto a otras autoridades,  quien reconocía que «ya se está trabajando en el expediente para la concesión de la medalla y próximamente tendremos noticias, pero no me cabe duda de que será merecedor de ella».Una medalla que ya en diciembre de 2017 se le entregó a Íker Casillas, otro ilustre vecino de Navalacruz. Y es que Navalacruz tiene muchas cosas, y entre ellas, ilustres deportistas.

 

Un legado que va más allá de los títulos

«Tengo que pensar en el nivel de competición al que quiero competir porque mi cuerpo o mi mente ya no llega... Tengo que aceptarlo».Con estas palabras Javier Fernández anunciaba el pasado noviembre su retirada.Entonces ponía como tope el Campeonato de Europa en Bielorrusía y de nuevo, y como tantas veces a lo largo de su trayectoria profesional, Javier Fernández volvía a superar a sí mismo en un deporte en el que lo ha sido todo. Porque el madrileño, abulense de adopción, sumaba su séptimo título de Europa, un escenario que ha dominado en los últimos años.Desde el 2013 no se ha bajado de lo más alto de un deporte y una disciplinas hasta entonces prácticamente desconocidas en España.  A los 27 Javier Fernández colgaba los patines consciente de que cada temporada que pasa es más complicado llegar al nivel que él mismo se exige. Un nivel que le han llevado no sólo a dominar el escenario continental sino el mundial, donde ha sido dos veces –2015 y 2016– campeón del Mundo y en el que no ha faltado la ansiada medalla –bronce– en unos Juegos Olímpicos. Haberse marchado sin la misma no sólo hubiera sido una espinita, hubiera sido casi una deuda con un deportista capaz de entender que para triunfar debía dejarlo todo atrás y marcharse. Atrás quedaron ‘La Nevera’ de Majadahonda, el Centro de Tecnificación de Deportes de Invierno de Jaca, Andorra,Nueva Jersey, Toronto...  Todo para convertirse en el mejor patinador español de todos los tiempos. Se marcha Javier Fernández, un ‘milagro’ deportivo en un país que ahora debería saber aprovechar el efecto Javier. Porque a la estela del patinador aparecen los nombres de jóvenes como Héctor Alonso, Aleix Gabara, Arnau Joly o Pablo García. Javier Fernández ha roto el hielo. Saberlo aprovechar es ahora la labor de aquellos que desde los despachos tienen la oportunidad de darle forma al legado de Javier Fernández, que va mucho más allá de los títulos obtenidos.