Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


Todos humanos, todos iguales

11/12/2021

«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Esta es la definición de igualdad que aparece en el artículo primero de la Declaración Universal de Derechos Humanos. ¡Qué maravilla! Jamás doce palabras tuvieron tanto contenido por sí mismas, sin necesidad de un contexto ni introducción.
En el día de ayer, como cada 10 de diciembre desde 1948, conmemoramos el día en que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esta Declaración proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. El eslogan escogido para este 2021 es «Todos humanos, todos iguales».
Los principios de igualdad y de no discriminación son la esencia de los derechos humanos. La igualdad y la inclusión están alineadas con la Agenda 2030 y con el enfoque para encontrar soluciones contra la discriminación, reduciendo las desigualdades principalmente con las personas en situación de vulnerabilidad. 
No me digas el motivo, pero cada vez que pienso en esta Declaración, veo el máximo exponente en el concepto de olimpismo. Y ahí es cuando sale esa quimera olímpica y me imagino con una antorcha corriendo en medio de la nada, feliz como una perdiz. Al menos mantengo viva esa ilusión porque lo de ser Olímpica es más que utópico algo imposible de todo punto (aunque como a una amplia mayoría, me hubiera encantado).
Pero volvamos al olimpismo y eso nos lleva a Pierre de Coubertin, fundador del Movimiento Olímpico moderno. Pierre era un apasionado de hacer que el mundo sea un lugar mejor a través del deporte. Era un visionario que creía que el deporte podía ayudar a unir a las comunidades, detener las guerras y promover competiciones saludables libres de trampas y discriminación. Hay 0.0001% de posibilidades de que lleve una antorcha olímpica, pero en un 100% estoy segura de que el deporte puede hacer que el mundo dé un giro de 180º, porque promueve valores como la amistad, el compañerismo y el juego limpio.
Han pasado muchos años desde que esa declaración de intenciones del olimpismo y la Declaración Universal de Derechos Humanos salieran a la luz para defender la igualdad, la dignidad y promocionar valores que van más allá de récords, medallas o marcas. Si algo recuerdo de los Juegos Olímpicos, y os aseguro que me he pasado horas y horas de tele y de radio, son detalles épicos que han hecho grande a las personas, no por su valía en tiempos o distancias, sino por su grandeza en cuanto al valor olímpico, el esfuerzo y el respeto por el resto de los competidores.
Ahora que se acercan los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, Pekín es el foco de todas las miradas. La decisión de varios países, como Estados Unidos, Canadá o Gran Bretaña, de realizar un boicot diplomático a la cita universal está al orden del día. Las acusaciones de vulneración de derechos humanos por parte del país asiático no han dejado de lado a la comunidad olímpica que clama que la filosofía de Coubertin pase de ser una declaración de intenciones a un fin en sí mismo, defendiendo unos colores que no entienden de banderas ni de naciones. El caso de la tenista desaparecida Peng Shuai deja de manifiesto que la vulneración de los Derechos Humanos no puede estar alineada con los principios olímpicos. 
La Carta Olímpica se expresa como «una filosofía de la vida, que exalta y combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Al asociar el deporte con la cultura y la formación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto por los principios éticos fundamentales universales». Que se mantenga la llama olímpica en todos nuestros días, que el estilo de vida basado en la constancia, el compromiso, los valores y la defensa de las personas vulnerables sea nuestro pebetero, que los Derechos Humanos sean para todas las personas por igual y promuevan que nadie se quede atrás en la carrera olímpica de la vida.