Un "pensador clave" y con corazón

SPC
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El mundo de las letras lamenta el fallecimiento del escritor abulense José Jiménez Lozano y se refieren a él como "un gran poeta o narrador"

El escritor José Jiménez Lozano en su casa de Alcazarén (Valladolid). - Foto: Ical

El mundo de las letras lamentó hoy el fallecimiento del escritor abulense José Jiménez Lozano, al que valoraron como "un pensador clave" y que escribía desde el corazón.

El escritor soriano y director del Centro Internacional Antonio Machado J.A. González Sainz subrayó hoy que José Jiménez Lozano es “un pensador absolutamente necesario para un mundo en total decadencia como el nuestro” y se refirió a él como una figura “clave” en un momento de “derrumbe intelectual y emocional” como el que vivimos en la actualidad.

Conmocionado aún por el fallecimiento del escritor abulense, a quien el CIAM dedicará un encuentro internacional del 13 al 15 de julio en Soria, señaló que referirse a Jiménez Lozano como “un gran poeta o narrador”, cosas que a su juicio era, sería “disminuir su figura”, ya que en su opinión “es mucho más que eso”. “Era una persona que ha tratado de pensar desde casi todos los registros”, resumió.

González Sainz recalcó la “potencia narrativa” del escritor, así como su capacidad para “poner el acento en las historias de las personas y en la vida de las personas frente a los clérigos y las ideologías”. “Su defensa de la vivencia de la religiosidad frente a los aparatos de los clérigos me parece extraordinaria”, apuntó en declaraciones a Ical. 

González Sainz reconoció que llegó a la obra de Jiménez Lozano de forma tardía, con ‘El grano de maíz rojo’, un conjunto de cuentos que le valió el Premio Nacional de la Crítica 1989 en la modalidad de narrativa, y reconoce que aquellos textos supusieron para él “una fulguración”. “Al principio me acerqué porque era un escritor de nuestra tierra, por la cuestión del lenguaje, y lo que vi inmediatamente es que es un escritor universal que afronta con unas capacidades narrativas extraordinarias los problemas más importantes”, evoca. 

Para él, el “vacío” que se abre ahora con su pérdida “es incolmable”, aunque “ahí queda su obra, que es “inmensa, extensa y riquísima”. “Está en las librerías despreciada un poco por el mundo de las modas culturales y delas presunciones, pero no se le puede pedir mucho más a esta época”, lamentó.

Un "corazón inteligente"

La profesora de Literatura en la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora de la web de José Jiménez Lozano, Guadalupe Arbona, recordó hoy visiblemente afectada al escritor abulense y reconoció que su fallecimiento en la mañana de hoy deja una profunda herida en ella: “Es como si se hiciera un hueco en mi mundo”, recalcó camino a Alcazarén para encontrarse con los familiares del pensador. “Él tenía alma de niño y confío en que ahora estará jugando con los ángeles”, recalcó antes de citar entre lágrimas un verso de Charles Péguy, uno de los poetas favoritos del abulense: “Las mujeres solo saben llorar”. 

En declaraciones a Ical, Arbona subrayó que Jiménez Lozano ha aportado a la lengua española “la sabiduría de un hombre que había leído con el corazón, que tenía un corazón inteligente, y que en sus lecturas no tenía fronteras”, ya que “leía a todos para intentar comprenderse mejor a sí mismo”.

“Tenía también un oído especial para escuchar las historias de las gentes, especialmente de las mujeres que narraban relatos, de los labradores de cerca de su tierra, de los clérigos, de los ilustrados, de los rebeldes, de los ancianos, de los niños… Tenía un oído especial, y esa es la lengua con la que escribe sus historias”, destacó antes de subrayar, citando a José Mateos, que su poesía era “transparente”. “Es poesía a secas, porque no hay otra forma de escribir poesía más que la pureza de sus historias”, recalcó.

Martín Garzo

El Premio Nacional de Narrativa Gustavo Martín Garzo destacó hoy que conocer a Jiménez Lozano y su obra “era como encontrarte en la tierra con alguien que ampliaba e iluminaba tu visión de lo que es este mundo”. A su juicio, “era un hombre verdaderamente culto, pero no de una forma erudita, sino que enseguida asumía el mundo de la cultura y los libros como expresión de su propia vida”.

En declaraciones a Ical, Martín Garzo reconoció que siempre le sorprendió un poco encontrarse con una persona con la que coincidía en su gusto por tantas escritoras de las que apenas se hablaba entonces en España, entre los que citó a Emily Dickinson, Katherine Mansfield o Flannery O'Connor. “El contacto con él te abría las puertas de alguien que era un sabio en cosas un poco insospechadas”, resumió.

Para Garzo, “una región como la nuestra, como Castilla, desde sus ojos era completamente distinta”. “Él escribió paginas admirables sobre la esencia de Castilla, como la ‘Guía espiritual’, una verdadera maravilla, pero en sus relatos y ensayos está sobre todo el misterioso mundo judío, la desnudez de los narradores nórdicos, y también la belleza del mundo griego, que eran como constantes en su obra que te descubrían que esta tierra nuestra, más allá de los tópicos que suelen atribuirsele, fue capaz de producir un arte tan extraordinario y delicado como el mozárabe y de excitar la inspiración de los místicos”, argumentó.

Según explicó, ambos trabaron amistad a partir de la creación de la revista ‘Un ángel más’. “Jiménez Lozano siempre gravitó sobre la revista, nos aportaba muchas ideas acerca de los autores que podían aparecer, le visitábamos con frecuencia en Alcazarén y colaboró con un par de textos. A partir de entonces surgió una relación de amistad y semanalmente solíamos quedar para compartir un café, intercambiar lecturas o charlar”, recordó.

"Una delicia para el idioma"

El historiador Teófanes Egido, catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Valladolid, recalcó hoy que “Valladolid ha tenido la suerte de tener a dos escritores como Delibes y Jiménez Lozano”, a quienes calificó como “una delicia para el idioma”. En su opinión, los escritos del abulense, fallecido hoy, “no obedecen a modas, aunque él estaba muy a tono con la actualidad, sino que proceden del valor que él le dio siempre al pensamiento y a su expresión a través de la lengua, del idioma castellano”. En declaraciones a Ical, resaltó que “leerle era una delicia” y aplaudió su capacidad para “conectar temas permanentes y saber comunicarlos y expresarlos” en sus volúmenes de diarios.

Con “muchísima tristeza”, el escritor y editor leonés Andrés Trapiello dedicó también “los mayores elogios y la mayor gratitud” a José Jiménez Lozano, un hombre a quien profesaba “muchísima admiración y un afecto enorme”. “Es una persona con la que he estado siempre muy unido”, confesó, antes de señalar que el descubrimiento de ‘Los tres cuadernos rojos’ (1986), la primera entrega de los diarios del abulense, fue para él “una revelación deslumbrante”, ya que en esos momentos él mismo estaba empezando a escribir sus propios diarios.

“Él fue quien presentó en Valladolid mi novela vallisoletana, ‘El buque fantasma’, y siempre me contó que aquello le trajo muchísimos quebraderos de cabeza con sus amigos de allí. Yo estudié en Valladolid y le conocía como alguien lejano, pero sus artículos y lo que escribió de Port-Royal me gustó muchísimo y por eso le pedí que presentara la novela”, recordó.

Agustín García Simón

El escritor y editor Agustín García Simón recalcó hoy que José Jiménez Lozano “era un gran pensador, un gran escritor y, sobre todo, un grandísimo ensayista”. En su opinión, el Premio Cervantes, fallecido hoy, era “un hombre que pensaba las cosas de una manera singular, muy excepcional”. Para él, el autor de ‘El mudejarillo’ “representa genuinamente lo mejor de Castilla: la sobriedad, el rigor, la consecución de un equilibrio personal entre la cultura, el paisaje y el entono, y a búsqueda muy profunda de las posibilidades y el ser de las personas”.

El poeta soriano y Premio Castilla y León de las Letras Fermín Herrero destacó hoy que, a su juicio, “no hay un escritor igual que Jiménez Lozano en la literatura española del siglo XX y del XXI”. “Eso se debe a muchos motivos”, expuso, entre los cuales citó “la verticalidad de su pensamiento”, que ha ido siempre “a contracorriente de la época”, y “con un bagaje clásico” que le convierte en “un escritor sin heredero”. “Es imposible que surja otro humanista con su dominio del pensamiento”, resumió.