El turismo rural sigue pidiendo más aforo

M.E
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La plataforma SOS Rural lamenta ser el «patito feo» del sector, al no poder alojar a más de 12 personas de dos grupos de convivencia estable, lo que cree que sigue perjudicando a las casas grandes

Un turista accede a un alojamiento rural. - Foto: Óscar Solorzano

El turismo rural se siente «el patito feo» del sector. Para la ocupación en alojamientos turísticos no hoteleros, como son las casas rurales y las viviendas de uso turístico, el plan de medidas aprobado por la Junta el 20 de mayo, y que no ha experimentado cambios desde entonces para el colectivo, recoge que en el nivel de alerta 2 (en el que ya nos encontramos) el número de personas alojadas es de un máximo de 12 huéspedes (en fase 3 eran 10), pudiendo estar integradas por un máximo de dos grupos de convivencia estable. Si las personas alojadas conforman un único grupo de convivencia estable, el aforo será el que tenga autorizado el establecimiento por el órgano competente en materia de turismo, según estipula la Junta.

Esta limitación supone un «avance» para las casas más pequeñas, pero se sigue viendo como «una barrera» para las más grandes, que son «las que abundan en el Alto Alberche abulense», según destaca Julio Sánchez, de la plataforma SOS Turismo Rural y propietario de una casa en Burgohondo. A su juicio, el avance de la desescalada en Ávila (de momento al compás del resto de la región) está dejando una sensación «agridulce» en el turismo rural, no en vano las casas de más ocupación siguen limitadas a 12 personas «independientemente de su tamaño y aforo», lo que se ve «ilógico». Además, también lamenta que desde la Junta, de forma oficiosa, «nos hayan dejado caer que el límite iba a ser algo más amplio» en esta fase, lo que de momento no ha sido así, con la lógica «decepción» para los empresarios.

A esto se une la limitación de poder alojar a solo dos grupos de convivencia estable, lo que condiciona las reservas del verano y, además, se ve «imposible de comprobar», por lo que «nos tenemos que fiar del cliente», que tiene que firmar una declaración responsable de que eso es cierto, subraya Julio Sánchez. En este capítulo se aprecia una discriminación con otros sectores, de manera que nos sentimos «el patito feo». «Un grupo de seis amigos que no vivan juntos puede ir a un bar o un restaurante o alojarse en un hotel pero no en una casa rural, solo nos pasa a nosotros», lamenta el portavoz de SOS Rural, quien insiste en que esta limitación condiciona las ventas presentes pero también las futuras.