Los cien años del Papa

M.M.G.
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Juan Pablo II, el primer pontífice que visitó España de manera oficial y que además pisó tierra abulense, cumpliría hoy cien años de vida

Los cien años del Papa

Si ha habido un día en la historia reciente en el que el mundo entero ha tenido su mirada puesta en Ávila ése fue el 1 de noviembre de 1982. Después de la locura del mundial de fútbol, España en general y nuestra ciudad en particular, volvía a ser noticia ese año por la primera visita oficial de un Papa a nuestro país.

Aquél Pontífice no era otro que Juan Pablo II, que quiso que en su primer paso por España (después regresó en alguna ocasión más) no faltara una visita a la tierra de Santa Teresa de Jesús. De esa manera, le rendía su particular homenaje. Y lograba, además, emocionar a todos los abulenses, que a lo largo de esa jornada supieron devolverle con creces el cariño que él demostraba con cada uno de sus gestos.

Pues bien, ese Papa, el más ‘abulense’ de todos, hubiera cumplido hoy cien años de vida.

Juan Pablo II, San Juan Pablo II desde su canonización en abril de 2014 , nació como Karol Józef Wojty?a un 18 de mayo de 1920 en Wadowice, Polonia.

Fue el primer Papa polaco y un persona que marcó un periodo de la historia mundial, no sólamente a nivel religioso.

Su vida estuvo marcada por cifras: como los 129 países que visitó y que le convitieron en ‘el Papa Viajero’; los 14 idiomas que hablaba; o los 483 santos canonizados por él. Y también por fechas: como aquél dramático 13 de mayo de 1981 cuando sufrió un intento de asesinato en la misma plaza de San Pedro. O el ya mencionado y más agradable 1 de noviembre de 1982, cuando pisó tierra abulense.

De hecho, ambas fechas están en cierta medida relacionadas. Los disparos que recibió a manos de  Alí Agca motivaron que el viaje programado a España (que se conoció a comienzos de 1981) tuviera que ser retrasado.

Pero la salud de Juan Pablo II era fuerte. Y finalmente pudo cumplir su deseo de visitar la ciudad de La Santa, por la que siempre procesó especial veneración.

De hecho, el eje principal de su paso por Ávila no fue otro que Santa Teresa.

Así, todas y cada una de las paradas que realizó durante esa jornada estuvieron relacionadas con la figura de la Santa.

Aunque fue la homilía celebrada junto al Lienzo Norte de la Muralla, sin duda, el acto principal del día.

Un millón de personas asistieron a una misa histórica a la que, entre otras muchas autoridades, asistió la familia real al completo, encabezada por los entonces reyes Juan Carlos I y Sofía.

«He venido a Ávila», comenzó el Papa sus palabras, «para adorar la sabiduría de Dios. Al final de este IV Centenario de la Muerte de Santa Teresa de Jesús, que fue hija singularmente amada. Quiero adorar la Sabiduría de Dios, junto con el pastor de esta diócesis, con todos los obispos de España, con las autoridades abulenses y de Alba de Tormes presididas por sus Majestades y miembros del gobierno y con tantos hijos e hijas de la Santa y con todo el Pueblo de Dios aquí congregado en esta festividad de Todos los Santos»

Aún se recuerdan en Ávila las increíbles medidas de seguridad adoptadas tanto los días previos como ese mismo día para que todo saliera a pedir de boca.

A primera hora de la mañana el Papa aterrizaba en Ávila adonde se había trasladado en helicóptero. Aquí ya le esperaba el fomoso ‘Papamovil’, con el que se trasladó hasta el monasterio de La Encarnación.

Allí se vivió otro momento muy especial: 3.000 monjas de clausura, llegadas de manera excepcional desde todos los puntos del país, saludaron al Pontífice y escucharon entre aplausos sus palabras. Aun hoy en el monasterio se conserva el asiento en el que Juan Pablo II se sentó en aquella recepción.

A continuación tuvo lugar la eucaristía antes mencionada. Fue retransmitida en directo por RTVE y millones de personas de todo el mundo pudieron escuchar una homilía en la que la figura de Santa Teresa, cómo no, estuvo muy presente.

Al acabar la misa, Juan Pablo II se trasladó al convento de Las Madres, primera fundación de Santa  Teresa. Después, atravesandoel Mercado Grande se trasladó a la iglesia de la Santa, y terminó almorzando en el Convento de las Religiosas de la Compañía de Santa Teresa en El Soto, hasta donde se había trasladado la multitud para poder volver a verle. 

A las  cuatro de la tarde voló en helicóptero hacia Alba de Tormes. Se cerraba así una jornada histórica para España en general y para Ávila y los abulenses, por supuesto, en particular.

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