"Queremos desmitificar que la flor es un artículo de lujo"

I.Camarero Jiménez
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José Araújo es hijo de familia emigrante, en un momento de su vida buscando la tranquilidad encontró en Ávila el lugar idóneo en el que vivir, a la que hoy es su mujer y también otro modo de vida en La Tienda de Inverflor. 25 años lleva ya aquí.

"Queremos desmitificar que la flor es un artículo de lujo" - Foto: David Castro

JOSÉ Araújo (Bélgica, 1966) nació en el seno de una familia emigrante y ha vivido en no pocos lugares del mundo, de los últimos fuera de España fue Inglaterra, aunque «me crié en Madrid». Todo ello antes de recalar en Ávila. La «casualidad» le trajo a nuestra capital «donde llevo 25 años» pues «yo buscaba un sitio tranquilo para vivir». Y lo encontró, como a la que es su compañera de vida desde hace más de dos décadas, Elena. Reconoce que lo suyo «fue un flechazo». Con ella comparte familia, ya que tienen una hija en común, y también, empresa.

Elena ha cumplido los 30 años con su negocio, la floristería de la calle Enrique Larreta,‘La tienda Inverflor’, ya saben, en pleno casco histórico y junto al mercado de abastos.

José llegó a nuestra capital en 1996. En la vida ‘se asoció’ con Elena en el 98 y desde hace alrededor de una década lo hicieron también en la floristería. Sin duda es la zona centro un lugar de la ciudad que les encanta y por ello se decidieron a trasladar allí también su hogar, justo encima del negocio hace casi 20 años; ahora bien, asegura que no lo tienen fácil en el día a día. 

Estima Araújo que no son pocos los inconvenientes como vecinos y como empresarios. Apenas hay garajes, «ni en la calle Enrique Larreta, en la que vivimos, ni en Reyes Católicos y acercar la compra a su casa se convierte en una odisea si vas muy cargado, además la carga y descarga, necesaria para el negocio, se queda muy escasa en las dos horas que está habilitada -una hora por la mañana y otra, por la tarde-, porque parte fundamental de nuestro negocio es el reparto a domicilio...». Por ello considera Araújo que deberían ser, desde el Ayuntamiento, más permisivos con esos vecinos y negocios. No se trata de abusar, sólo facilitar, «flexibilizar» y poder compaginar la vida y la empresa con el casco histórico de la ciudad. No es difícil pues «hay otras ciudades, como Santiago de Compostela, Granada… en las que se dan más facilidades a los residentes».

No todo es ‘culpa’ del Ayuntamiento, echa de menos José un asociacionismo ‘real’ entre los vecinos pues pese a pertenecer a una asociación, la de Puerta del Alcázar, no ve que haya movimiento para exponer problemas y plantear soluciones y lamenta que poco a poco el barrio esté desapareciendo: «Si das un paseo por la noche, lo compruebas, apenas hay gente. En la pandemia daba miedo y es que ni nos enteramos de los aplausos a los sanitarios». Hacer asambleas, compartir las diferentes opiniones y entrevistarse con el Ayuntamiento es la idea. Ahí lo deja para reflexionar y pone un ejemplo de que se puede lograr. Recuerda que antes de la pandemia, para la campaña de Navidad de 2019/20 hubo una reunión de la que salieron tremendamente satisfechos porque el equipo de gobierno y los vecinos y empresarios llevaron muy buenas ideas. Sería cuestión de retomarlo.

Aún así, están encantados con su tienda y acaban de cumplir 30 años de negocio, todo un logro en los tiempos que vivimos y más en el último 2020, el año de la pandemia en el que han querido hacer un gran esfuerzo para poner «un toque de color y de luz a días y meses de angustia».

Elena y José han querido impulsar el negocio, se han volcado con las redes sociales y pese al confinamiento ellos han podido trabajar desde el principio. En este punto quiere hacer especial mención a Diario de Ávila y a una de sus redactoras que, en plena crisis, muy al principio («Recuerdo que no había ni mascarillas, porque yo me había hecho una de tela»), acudió por casualidad para realizar un reportaje.  «Todo estaba vacío, las tiendas cerradas».Ellos, José y Elena, tampoco tenían abierto, pero claro, en la tienda había luz porque «las plantas había que regarlas, abonarlas para mantenerlas con vida». Así que entró una compañera de este periódico y lespreguntó que si ellos podían trabajar. Fue un punto de inflexión pues como floristería tienen la posibilidad de esa entrega a domicilio. Se asesoraron, preguntaron y la actividad volvió a la floristería.

«Gracias a ella, se nos dio la clave para poder iniciar la venta on-line. Era factible, pero las noticias eran tan contradictorias, tan difusas en aquel mes de abril». «Yo antes había llamado a Policía para informarme… y es que si Seur estaba repartiendo por qué yo no, si soy autónomo y reparto habitualmente». El caso es que al final fue que sí, a raíz del reportaje, y a partir de ahí salimos todos los floristas». Fue fantástico porque «pudimos poner un toque de alegría en esos días tan negros». Mucha gente reaccionó, empezaron a vender ¿la razón? «Pues que muchos llevaban un mes entero sin ver a sus padres, a sus hermanos, novios/as. Empezamos a poner, aunque con cuentagotas, ese toque de alegría en las casas». Fue el arranque. Desde entonces, «ha habido mucho sacrificio y mucho reparto, también».

«Hemos hecho un gran esfuerzo económico para renovarnos desde el punto de comercio on-line y hemos pasado de cero a mucho en este año que ha transcurrido, además hacemos tutoriales semanales, publicaciones diarias: un gran esfuerzo». Mucho de ese empeño, comenta, va dirigido a «desmitificar que la flor y la planta es un artículo de lujo. Es nuestro esfuerzo de 2020, ese pon color en tu vida, apoyado por supuesto en una ambiciosa campaña en redes».

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

Frío, sin duda.

¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?

La tranquilidad, que es por lo que vine. Me gusta el silencio.

¿Y lo que menos le gusta?

La falta de anonimato, que te conoce todo el mundo. No puedes pasar desapercibido, ser anónimo en definitiva. Quizá es lo que peor llevo.

Un lugar para perderse. 

Las Cinco Villas, toda la zona. Fui mucho durante una época de mi vida y le tengo un cariño muy, muy especial. Villarejo y San Esteban especialmente, pero todos en general. Creo que si estuviesen en cualquier otra parte del mundo, el sitio es el parque natural más espectacular de Europa. Agua por todos los sitios, buena gente, un clima espectacular. De los mejores sitios de la provincia de Ávila y súper bien conservado. Es maravilloso. 

Un recuerdo de la infancia.

Dado que soy de familia emigrante, he vivido en muchos países, pero recuerdo uno especialmente que es pasar las navidades en Argentina, recuerdo un sitio en el que había playa y pingüinos apareciendo por allí, padres jóvenes, niños, mi hermano recién nacido. Recuerdo muchos viajes y hoteles y a mi madre dándonos clase para que nos convalidaran los estudios. Fue enriquecedor. Recuerdos muy especiales y, sobre todo, de mi padre que falleció el pasado mes de mayo.

Un personaje abulense que le haya marcado.

Pues la verdad es que mi mujer, Elena. Sin más. 

El mayor cambio que necesita Ávila es...

Más industria y por supuesto trabajo para que los jóvenes no se vayan.

¿Qué tiene que mantener?

El carácter castellano porque la verdad es que tiene su punto: serio, formal. Que no pierda su identidad.

¿Qué le parece Ávila hoy?

Pues hoy en día sin muchos cambios respecto a hace 25 años, realmente. En ella queda mucho por hacer.

¿Cómo ve Ávila en el futuro?

Con esfuerzo espero verla mejor, que evolucione, que vayamos adecuándonos al presente y al futuro. Que se quiten los peajes ya que no tenemos tren, que se abran piscinas...

¿Qué puede aportar usted a Ávila?

Voy a aportar mi granito de naturaleza en el centro y una charla si alguien la necesita. Es lo que estamos intentando, que la tienda sea un lugar de encuentro y que la gente venga y se sienta a gusto, que disfrute, que nos pregunte. Trataremos de hacer reuniones con gente para hacer charlas sobre naturaleza...

 

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