Dos horas de concierto dan para mucho si los que están sobre el escenario son una de las bandas del momento por merecimiento propio. Poco importó que no se agotaran las entradas o que el recinto escogido no tuviera (ni de lejos) la mejor acústica del mundo. Vetusta Morla suena bien hasta en la cubierta multiusos. Más de 1.500 personas saltaron, aplaudieron, cantaron, bailaron y se emocionaron con el grupo de Tres Cantos, que se estrenó en Ávila en una de sus últimas paradas de la exitosa gira La Deriva. Y qué lujo de primera vez. Bendita esta deriva que lleva año y medio regalando lo mejor del breve pero intenso repertorio de los madrileños, con un sonido marca de la casa tan envolvente como impecable, una puesta en escena de altura y el alma en la voz de Pucho que se lo volvió a ‘currar’ sobre las tablas.

La característica percusión de ‘La deriva’, la canción que da nombre al último disco y a la incansable gira, abría la noche minutos antes de las doce con esa llamada esperanzadora en clave social. Algunos respiraron. El sonido, uno de los puntos fuertes de la banda junto a esas letras que siempre ofrecen nuevos pliegues, estuvo a la altura, potenciado con un juego de luces y visuales adaptado a cada momento. “Buenas noches Ávila, felices fiestas de La Santa, estamos cerrando un círculo en la gira y estamos encantados de estar en Ávila, la primera vez siempre es especial, y es una muy buena primera vez”, subrayaría después el vocalista.

A partir de ahí, muchos coros y pocas pegas en el recorrido por los tres discos de estudio de Vetusta, Un día en el mundo, Mapas y La Deriva.

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