La tradición festiva vuelve un año más a las Vacas

P.R.
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Las fiestas de esta populosa barriada de la ciudad se abrieron en la tarde de ayer con la ofrenda floral, el chupinazo y el pregón a cargo del veterano vaquero Félix Gutiérrez Santo Tomás

La tradición festiva vuelve un año más a las Vacas

Como suele ser tradición en los últimos años, con la ofrenda floral, el pregón a cargo del vaquero de nacimiento y de sentimiento Félix Gutiérrez Santo Tomás, y el chupinazo daban comienzo en la tarde de ayer  las fiestas en honor de nuestra Señora de las Vacas, que se van a ir desarrollando a lo largo de los próximos días que tendrán su punto culminante el próximo domingo, con la fiesta grande. La iglesia de nuestra Señora de las Vacas  y su plazuela lucían, como suele ocurrir en estas fechas, sus mejores galas para afrontar estos días de fiesta.

La ofrenda floral, en la que  participaron  distintos colectivos y v ecinos de la ciudad, especialmente de esta populosa barriada, para engalanar la pequeña iglesia donde se venera  esta talla. A la finalización de la novena tuvo lugar el pregón a cargo del patrono, Félix Gutiérrez Santo Tomás. A punto de cumplir los ochenta años, este vaquero, nacido en la misma Plaza de las Vacas, aunque su vida ha transcurrido por otros barrios de la ciudad, su sentimiento continúa siendo vaquero. Es lo que tiene haber nacido y vivido la niñez en esta barriada. Imprime un carácter y una devoción especial Nuestra Señora, bajo esta advocación mariana. «Mi querido barrio de las Vacas  donde  nací y donde me crié –mencionaba el pregonero–, donde tanto disfruté con mis padres, con mis hermanos, con mis amigos. Jugando en la plazuela a los juegos de la época. Al fútbol con el balón de trapo, las bolas, al corre que te pillo y, como no, los baños no permitidos pero de todos disfrutados, en el famoso pilón que existía en frente de la ermita, que algunos de vosotros recordaréis, aunque ya no muchos». Re memoró también las fiestas «preparadas y vividas». «a novena, el repique de campanas (...), los banderines (...) el arco de nuestra señora (...), Vestirla, ponerla guapa (...), la procesión (...) Recoger los bocadillos en la tienda de ultramarinos del Sr. Félix, mi padre (tan querido y respetado) para llevarlos al almuerzo. Envueltos en papel de estraza, rellenos de las mejores viandas. Y qué decir del pasodoble, que tan bonito suena. Multitudinario ahora, que no en mis tiempos. Por la ronda y con fervor, se bailaba y se baila a Nuestra Virgen. Con coraje y pasión nuestros mozos.  La mueven, la mecen, la llevan en volandas, haciéndola más terrenal y cercana, alegre y dicharachera». Recuerdos como los regalos, la subasta, la verbena... El olor de las lilas, que recordó que su familia llevaba a la Virgen desde su huerto. La comida de fiesta... Todos recuerdos de su niñez.