De blanco, medio siglo después

Estela Carretero
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La pequeña localidad morañega de San Pascual acoge su primera boda en cincuenta años, al casarse allí una pareja de Madrid

De blanco, medio siglo después - Foto: Aguayo Fotografía (@lavidaenfotoes y @aguayofoto

Merche González y David Luna empezaron a salir hace siete años y este sábado contrajeron matrimonio eclesiástico. Como les ha ocurrido a otras muchas parejas también estos dos jóvenes madrileños tuvieron que cambiar la fecha de su boda, prevista inicialmente para agosto del pasado año, por la pandemia. 

Hasta aquí, nada de particular si no fuera porque la boda se ha celebrado en el pequeño municipio morañego de San Pascual, de donde es la familia paterna de la novia, y donde hace al menos medio siglo que no tenía lugar ninguna boda en la iglesia parroquial. 

Una promesa, explica Merche, está detrás de la elección del lugar de celebración, en este caso la que la novia le hizo hace ocho años a su abuela Julia, ya fallecida. «Mi abuelo Ismael murió cuando yo tenía cinco años y siempre le dije a mi abuela que si algún día me casaba me casaría en el pueblo y le llevaría al cementerio el ramo de flores», rememora una promesa que tiempo después, y justo antes de que su abuela falleciera, también le hizo a ella. Eso, reconoce, sin ni siquiera tener pareja ni idea de casarse. Así que cuando en un viaje a Roma David la sorprendió pidiéndole matrimonio ella le dijo que sí pero con una condición: que la boda tenía que celebrarse en la iglesia de San Pascual, el pueblo de sus abuelos y  que Merche siente como propio. 

De blanco, medio siglo despuésDe blanco, medio siglo despuésObviamente, si hemos llegado hasta aquí, es que su ya marido aceptó esta condición. «Me quiere mucho y me dijo que si era una promesa había que cumplirla», recuerda aquel momento en Roma. La boda, reconoce la novia, se ha convertido en todo un evento en este pueblo donde los censados no supera las 40 personas. De hecho, los invitados a esta boda, 75 en total, duplicaron a la población oficial. «Ha despertado mucho interés entre las vecinas», reconocía Merche al hablar su boda. Y no es de extrañar teniendo en cuenta que en la iglesia parroquial de Santa Magdalena lo habitual es que se oficien misas y entierros. «Ni bautizos ha habido en muchísimos años», dice la novia para explicar la curiosidad que, entiende, ha despertado entre los vecinos su matrimonio. 

De blanco, medio siglo después
De blanco, medio siglo después
Merche y David, convertidos ya en marido y mujer, cumplirán este domingo con la segunda parte de la promesa que ella le hizo a sus abuelos: la de llevarles al cementerio el ramo de calas, rosas blancas y azules con el que este sábado, en una imagen ya olvidada en San Pascual, vestida de blanco recorrió el pasillo del templo parroquial.