«Hay muchos pacientes que no hacen las cuarentenas»

Alfonso G. Mozo
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Médica de familia vocacional, entusiasta de la especialidad y tan defensora de la Atención Primaria que no pudo negarse ante la ocasión de cambiar las cosas desde el 'otro lado', el de la gestión

«Hay muchos pacientes que no hacen las cuarentenas»

Hasta hace poco más de un año era una médica de familia más, con su lista de varios centenares de pacientes del centro de salud de Pajarillos (Valladolid), con su bata blanca, con su fonendo, con su activa lucha por la transformación de la especialidad y de la Atención Primaria que canalizaba a través de la presidencia de Socalemfyc (la Sociedad Castellano y Leonesa de Medicina Familiar y Comunitaria). Hasta que un día, con el cambio en la Consejería de Sanidad y la llegada de otra médica de familia, Verónica Casado, para hacerse con las riendas sanitarias de esta Comunidad, no dudó en dar el salto: «Básicamente yo vine aquí (a la Consejería) por la Atención Primaria, porque eso es lo que yo conozco y en lo que puedo ayudar», si bien reconoce que, al dar este paso al ‘otro lado’, al de la gestión, se ha dado cuenta de que  «las cosas son muy complicadas», aunque ella se muestra decidida a impulsar una transformación del sistema que, según asegura, es ya  «inaplazable» en Castilla y León.

¿Cómo ha sido el cambio desde el centro de salud a la Consejería?

Ha sido duro porque la atención en la consulta es lo que más me gusta. Era algo que me encantaba, yo creo que eso es lo más bonito que puede hacer un médico. También había otro aspecto de mi vida anterior que me gustaba mucho, que era el de la docencia, porque yo, desde hace años, tenía residentes, pero es que en los últimos años, además, tenía estudiantes. Me ha costado mucho dejar todo, la verdad, pero es que la Atención Primaria de esta Comunidad necesitaba tantos y tantos cambios, y yo no me pude negar a la propuesta de contribuir a realizar esos cambios.  

¿Y cómo es eso de estar ahora al ‘otro lado’?
Fue duro dejarlo y empezar en un trabajo que es más desagradecido, pero, para colmo, todo lo del covid ha sido algo tremendamente duro. Ya no es solo el gestionar Atención Primaria, con todos sus problemas, sino también tener que hacerlo en los tiempos del covid.

¿Cuál es la situación actual en los centros de Atención Primaria?
Ahora mismo, y desde hace meses, la mayor tensión del control de la pandemia lo están llevando los equipos de Atención Primaria. Por una parte, se ha visto que la forma de trabajar, necesariamente, tiene que ser distinta, porque ahora hay que garantizar la seguridad de los pacientes y los profesionales, y, por ello, es imprescindible efectuar un cribado telefónico de las personas que puedan necesitar ir al centro de salud. Esto, solo por el hecho de tener que hacer el cribado, duplica el trabajo.
Además, como durante unos meses no se pudo atender todo lo que se hubiera querido a los pacientes con enfermedades crónicas y todas las dolencias agudas que no fueran covid, se vio que la demanda estaba como contenida y que, al finalizar el estado de alarma, se desbordó.
Este aumento de la demanda se plasma en quejas ciudadanas para acceder a los profesionales, para que les vea su médico...

Hay muchísima demanda no covid que hay que atender y muchísima demanda covid a la que ahora se ha unido el papel del seguimiento de los casos y el de los rastreos de contactos que antes no se hacía. Y, todo ello, en unas condiciones en que es muy difícil trabajar por el imprescindible cribado telefónico y por la necesidad de manejar los equipos de protección cada vez que hay que atender a alguien con clínica sospechosa. Yo digo que los profesionales de Atención Primaria están trabajando al 200%, pero es que la demanda se ha multiplicado por cuatro, por eso claro que hay un porcentaje de personas que tienen dificultades para ser atendidas. La realidad es que se trabaja más, pero la población percibe que tiene más dificultades para acceder al profesional.
¿Qué está suponiendo, en carga de trabajo, la crisis del coronavirus para los centros de salud?

La actividad ha aumentado para los médicos en torno a un 27 por ciento; para los pediatras, como un 37%; y para enfermería, un 13%. Esto es el aumento de la presión asistencial respecto al año anterior y, probablemente, todo eso sea por covid e incluso más.
¿La presión en Atención Primaria se ha disparado en esta segunda ola por el aumento de casos leves y asintomáticos, así como por la asignación de las tareas de rastreo, seguimiento de casos, toma de muestras...?

El número de casos actual puede ser equiparable a lo de marzo, pero sin embargo el número de ingresos no lo es. Esto significa que hay un volumen enorme de casos que se están detectando, que en marzo no se hubieran detectado. Entre que Atención Primaria tiene ya acceso a las pruebas diagnósticas, que en marzo no lo tenía, y que, además, se está haciendo activamente esa labor de rastreo, pues sí estamos detectando un montón de casos. La ventaja es que al detectarlos y al aconsejar la cuarentena, se puede ir controlando la pandemia.
¿Demasiadas nuevas funciones sin apenas reforzar los equipos de Atención Primaria?

Atención Primaria ya partía de una carencia crónica tanto de recursos materiales como humanos. Ahora se ha contratado todo lo que se ha podido contratar en profesionales médicos y en enfermería. En este momento, no hay en las bolsas ni médicos ni enfermeros sin contratar y, aún así, se ha reforzado el personal administrativo y los auxiliares, y, probablemente, haya que aumentar el refuerzo de esos profesionales que sí hay y que puedan ir asumiendo tareas que ahora están haciendo los sanitarios y que, a lo mejor, no es imprescindible ser sanitario para hacerlas.
¿Qué papel está jugando el apoyo del Ejército en la labor de rastreo?

Desde hace un par de semanas, lo estamos traspasando a personal del Ejército de Tierra. Por ahora, se les ha pasado un porcentaje de los casos, pero la idea es pasarles todos los positivos y que sean ellos los que hagan la lista de contactos y efectúen la primera llamada a cada uno de ellos. Pero eso no quita para que Atención Primaria tenga luego que hacer la labor de codificación de la información en las historias clínicas y hacer el seguimiento. Pero sí es positivo que el Ejército pueda hacer esa primera llamada, que es difícil, porque hay que localizar a todos los contactos de cada uno de los casos.
¿Cómo encajan los pacientes las cuarentenas y los aislamientos? ¿Se cumplen o se detecta a muchos que se lo saltan?

Es complicado y hay de todo. Pero tenemos que tener claro que aquí lo que duele es lo que no se hace, puesto que hay mucho trabajo que hacen los profesionales, de captar pacientes, de darles instrucciones, de hacer seguimiento... y después se ve que hay muchos pacientes que no hacen las cuarentenas, bien porque no quieren, bien porque tienen dificultades para hacerlo. Y resulta descorazonador para los profesionales llamar a gente que debía estar aislada en casa porque son positivos y ver que están en la calle, en el trabajo o haciendo la compra.
Y entre las personas que deben hacer cuarentena, porque no son positivos pero tienen que estar en casa por ser contactos estrechos, pues también se encuentran con un porcentaje muy elevado de casos en que no se está cumpliendo.
¿Hay personas que no se lo toman en serio?

Es verdad que hay gente que no se lo toma en serio, quizá porque no lo ha vivido de cerca y no tiene la sensación de que esto sea un riesgo real. Yo también entiendo que hay gente que tiene dificultades, que tiene que trabajar sí o sí... pero es que hay que darse cuenta de que si uno se va a trabajar cuando debe estar en cuarentena, porque tiene riesgo de haber sido contagiado, lo que hace es aumentar la difusión del virus en otros ámbitos.
La consejera insiste en su mensaje a la ciudadanía de racionalizar la demanda de recursos de Atención Primaria para evitar aumentar aún más la presión asistencial, ¿ese mensaje va calando?

A la hora de llamar y pedir cita, la percepción que tenemos no es esa. Es verdad que la gente no acude al centro de salud, salvo que se le dice que vaya, pero, precisamente, la accesibilidad telefónica ha hecho que aumente mucho la llamada frecuenciación, es decir, el número de veces que la persona contacta con el sistema sanitario.
Antes, para acudir al centro de salud, una persona tenía que pedir un día en el trabajo u organizar las cosas en casa. Ahora, como solo es llamar por teléfono o recibir una llamada, sí ha aumentado mucho. Los profesionales tienen muchas llamadas, hay pacientes que están llamando mucho más que antes y, sin embargo, la población continúa diciendo que el centro de salud no les coge el teléfono. No cuadra esta afirmación con el hecho de que las agendas de los profesionales estén llenas, además ilimitadamente, ya que cualquiera que llama y dice que quiere hablar con el profesional, se le apunta.
¿Y qué tal asume la ciudadanía el hecho de funcionar a través de consulta telefónica en la mayor parte de los casos?

Es un sistema que cuesta a todos, porque a los profesionales también les cuesta mucho eso de no ver al paciente; una llamada es mucho más difícil para el profesional que una visita presencial, porque eso de tener al paciente delante y verle da muchísima más información que intentar sacarla a través de una llamada de teléfono. Para muchas consultas, el teléfono puede ser la solución, pero para otras muchas no lo es, ni para el paciente ni para el profesional, porque esto es algo que no le gusta nadie.
Está claro que hay pacientes a los que les gustaría asistir más de lo que van y, poco a poco, se están recuperando y se cita más presencial, pero, claro, si luego las agendas están llenas de llamadas, no hay tiempo material.
En la primera ola hubo muchas quejas entre los ciudadanos de falta de atención a pacientes crónicos, ¿eso pasó realmente?

En la primera ola sí que hubo una gran concienciación en la sociedad de que estaba pasando algo grave y los pacientes no llamaban. A eso se unieron las bajas de profesionales y todos los que se fueron a atender a las residencias. Esto se ha tratado de ir retomando cuando se pudo ya recuperar cierta normalidad, de forma pasiva, cuando los pacientes llamaban para retomar una cita; pero también de forma activa, ya que se han dedicado a llamar a esos pacientes crónicos y en esto ha sido muy importante la enfermería, que se ha dedicado a coger el listado de los crónicos e ir llamando uno por uno para ver cómo se encuentran.
Lo de los diez minutos roza ahora la utopía, entonces...

Ahora más que nunca y está muy lejos de poder contar con esos diez minutos por paciente.
Las quejas de los sindicatos y de las sociedades científicas se centran, en Atención Primaria, en la falta de sustitutos y en el exceso de tarea burocrática, ¿lo comparte?

Sí. Los médicos asumen mucha carga burocrática que no deberían asumir y lo mismo está empezando a ocurrir con enfermería. Esto, al margen del covid, es algo que tenía que cambiar la Atención Primaria. Hay mucho trámite administrativo que hacer que debería hacerlo otro cuerpo de profesionales que no fuese el sanitario y, de este modo, los sanitarios podrían dedicar su tiempo plenamente a atender la salud del paciente y no a realizar todo ese trámite administrativo importante que tiene que hacer la atención primaria.

¿Más personal, en definitiva?

No necesariamente. Yo creo que hay que cambiar la mentalidad y saber para qué tenemos que usar cada profesional. Ahora mismo hay una accesibilidad tan grande al médico y a la enfermería, que los pacientes piden cita por defecto para el médico, con lo que vemos que las consultas se llenan, cuando hay trámites que no tendría que hacer un médico. ¿Hacen falta más profesionales? Sí. Pero también hay que orientar a la persona que pide una cita hacia el profesional más adecuado para responder a esa necesidad de salud.
¿La crisis sanitaria del coronavirus va a contribuir a ese demandado cambio de la Atención Primaria?

Esto ya está cambiando la Atención Primaria, pero no es la manera de hacerlo. Por ejemplo, ya se sabía que había que implantar la consulta telefónica para ciertas situaciones, como para dar el resultado de una prueba o hacer una revisión de un tratamiento. Antes se utilizaba muy poco y había que usarla más, pero es que la consulta telefónica no sirve para diagnosticar una dolencia de un paciente que no tenemos delante. Nos ha impulsado a hacer cambios que eran necesarios, pero se han hecho de manera improvisada, obligados por la situación, y ahora tendremos que volver a recolocar la cosa en su sitio, pero no volver a hacer las cosas como antes.
¿La transformación de la Atención Primaria es ya ineludible?

La transformación es ineludible porque no podemos mantener el sistema que hay ahora no se puede mantener, porque ya hay falta de profesionales y se avecinan un montón de jubilaciones. Algo hay que hacer, pero, por otra parte, creo que se puede mejorar la calidad de la atención que se da, sin perder ni accesibilidad ni ninguno de los servicios que ahora se tienen.Pero hay que organizarlo, porque no se puede poner una consulta de un médico sin saber si ese día, en esa localidad, hay algún paciente que demande un médico. Se trata de poner orden, porque, ahora mismo, muchas de las necesidades que tiene el paciente en el ámbito rural son de enfermería.
Pero habría que hacer una labor pedagógica con esos vecinos que al final se quedan con la sensación del cierre de consultorios...

El error es el enfoque que se la ha dado. Esto se ha planteado como un cierre de consultorios y este es el término que más daño hace y que menos explica lo que se está haciendo; esto no va de cerrar ni de abrir. Esto es como las consultas de hospital, porque nadie se imagina un cardiólogo que acuda a un sitio donde no sepa si va a ir alguien, pero sí nos imaginamos un médico de familia donde no se sabe si alguien le necesita o no. Vamos a hacer unas agendas y a citar a los pacientes con los profesionales necesarios y esos profesionales van a ir a donde haga falta a atender a los pacientes que les necesitan.