"Siempre he sabido rodearme de gente muy buena"

I.Camarero Jiménez
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Fernando Alfayate pone cara a la Presidencia de la Federación Abulense de Hostelería, pero seguro que muchos le conocen de antes porque son 30 años los que tiene La Venta de la Miel, el negocio que él dirige y que sería inviable sin su esposa

"Siempre he sabido rodearme de gente muy buena" - Foto: Isabel García

Vivimos tiempos convulsos, inciertos. Lo son para todos pero quizá uno de los sectores que más lo han visibi lizado en los últimos tiempos en Ávila ha sido el de la hostelería. Esos martes de ‘platos rotos’ que han exportado a toda España son buena muestra de ello. Y mientras estas movilizaciones pacíficas, pero cargadas de indignación, se gestaban y se representaban en la calle a las puertas de las administraciones, también lo hacía el relevo al frente de la Federación de Hostelería de Ávila. 

Casi ocho años ha estado en primera línea Víctor Gómez, quien ya anunció hace unos meses su intención de poner el cargo a disposición de los asociados y de dar un paso atrás si era preciso para conseguir la unión en la lucha, por decirlo de algún modo. Desde el principio estuvo con él Fernando José Alfayate (Ávila, 1978), y quien ha tenido a bien coger el testigo y dar un paso al frente para capitanear a los hosteleros de Ávila y con quien hoy mantenemos esta entrevista para la serie conversaciones en el Lienzo Norte.

Hace escasas fechas se hizo pública su elección para poner nombre a esa Presidencia. Como decíamos, son tiempos difíciles pero él cree en lo que hace y reconoce que le va a poner toda la ilusión y el compromiso del mundo. El mismo compromiso que tiene con un negocio hostelero que ya cuenta casi con tres décadas de vida, pero que no nació como tal. Hablamos de La Venta de La Miel, en el barrio anexionado de Brieva. Un modo de vida en el que se inició gracias a su madre. Una mujer que antes no había trabajado en esto: «Bastante tuvo con criarnos a mí y a mis tres hermanos» (ríe), pero «fue una adelantada a su tiempo» y decidió montar un negocio. Ya el nombre da la pista, no era un bar, era un establecimiento para vender la miel que el padre de Fernando hacía con su socio Valerio. De hecho recuerda Alfayate que «mi  primer oficio fue el de apicultor» y «encantado» porque acompañaba a su padre en todos los quehaceres que conllevan las colmenas, «siempre después de ir al colegio o en fin de semana», aclara. 

El negocio comenzó vendiendo ese producto, pero también quesos y embutidos. La gente empezó a parar, a comprar... «y muchos preguntaban: ¿Pero cómo no tenéis café? o ¿No me pones un botellín?». Con mucho cariño recuerda que la primera cámara «nos la regaló Pablo (Disabe) con sus botellines  y todo; y la cafetera, Cotty. Aún la conservamos aunque ya no está en uso». Así se iniciaron como bar, como venta. De hecho hubo una empresa que hacía palés en la zona y que les pidió que ya que estaban que les hicieran la comida a los trabajadores, un buen empujón para empezar «aunque nos dejaron a deber dinero... unas 200.000 pesetas de las de entonces».Una faena, pero de algún modo fue el inicio.

 

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

Su gente y su carácter.

¿Qué es lo que más te gusta de Ávila?

Sobre todo la forma que tenemos de vivir, la tranquilidad y que estamos cerca, geográficamente, de cualquier sitio al que queramos ir a disfrutar de teatro, de espectáculos, de más ocio. Madrid, Valladolid o Salamanca están ahí, en un radio de 100 kilómetros más o menos.

¿Y lo que menos?

Que para la escasa distancia que hay a esos sitios, depende de en qué medio de transporte te muevas para que tardes una hora o tres. 

Un lugar para perderse…

Cualquiera de los parajes de los barrios anexionados o de los de esos pueblos cercanos a la capital. Hay verdaderos paraísos que se conocen poco. Me gusta dar una vuelta por los encinares de los alrededores de Ávila, me parece un paisaje espectacular el que hay camino de Salamanca, la zona de Tolbaños y cómo cambian de color cada 15 días (tierras aradas, verdes, recién cosechadas...). Es maravillosomuy cambiante. Bueno y el resto de la provincia, pero me gusta perderme alrededor de la capital.

Un recuerdo de la infancia…

Cuando iba con mi padre a sacar la miel de las colmenas porque además las movíamos bastante, las teníamos en Aldeavieja, en Ávila... Algún colmenar en Pajares de Adaja teníamos por el girasol y en invierno las llevábamos al valle del Tiétar para que se pusieran fuertes (como los deportistas). Las llevábamos allí porque iban con uno o dos meses de adelanto y luego las traías a Ávila con la primera floración que era la del cantueso.

El mayor cambio que necesita Ávila ...

Necesitamos atraer una industria sostenible para que los jóvenes y las empresas que ya están asentadas tengan oportunidades.Además de transporte, claro, lo obvio. 

Y Ávila tiene que mantener…

El carácter de sus gentes. Yo tenía una profesora en el Isabel de Castilla que decía que estábamos ‘amurallados’ y a lo mejos sí. A la gente que viene de fuera le cuesta mucho entrar, pero al final le cuesta mucho más salir.

¿Un personaje abulense que le haya marcado?

Pues dos:Jimena Blázquez (por eso se llama así mi hija) porque fue capaz de defender la ciudad sin derramamiento de sangre y la otra, por supuesto, Santa Teresa, quien nos puso en el mapa, pero del mundo.

¿Qué le parece la ciudad hoy día?

Es una ciudad perfecta para criar a tus hijos cuando son pequeños por la mucha tranquilidad y la escasa delincuencia. 

¿Cómo ve Ávila en el futuro?

Envejecida, por desgracia si no cambia mucho la cosa.

¿Qué puede aportar a la provincia de Ávila?

Mi forma de hacer las cosas, siempre con cariño y sobre todo mi trabajo, el mío y el de todos mis compañeros que, en cuanto les dejen, van a dar el servicio con toda la ilusión del mundo, tanto a la gente de Ávila como a la de fuera.

 

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