«La vacunación debería ser prioritaria en pacientes renales»

M.M.G.
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Cien personas en Ávila precisan un tratamiento de diálisis. Y doce, esperan un trasplante de riñón. El 11 de marzo se celebra a nivel mundial el Día del Riñón y por este motivo hablamos con el jefe del Servicio de Nefrología, el doctor Jesús Martín.

«La vacunación debería ser prioritaria en pacientes renales»

El 11 de marzo se celebra el Día Mundial del Riñón y nosotros hemos querido conocer la realidad de los pacientes renales de la mano de la persona que mejor la conoce en Ávila, el jefe de Servicio de Nefrología del Complejo Asistencial de Ávila, el doctor Jesús Martín.  

¿Existe un perfil para el paciente de enfermedad renal? 

La enfermedad renal crónica se puede considerar como ‘una asesina silenciosa’ ya que en su comienzo y durante muchos años de su desarrollo no muestra signos ni síntomas y los pacientes desarrollan una vida que consideran normal incluso cuando ya se ha perdido la función de los riñones en un 90%. Los síntomas iniciales son muy inespecíficos, y se detecta, en la mayoría de las ocasiones porque el paciente se realiza algún control analítico de sangre, con motivo de un chequeo, en el que aparece un aumento de los niveles de urea y creatinina, o el hallazgo de proteinuria en un control analítico de orina.

¿Cuáles son los primeros y principales síntomas que podrían dar la alarma?

Al inicio de la enfermedad los pacientes pueden presentar nicturia, que es la emisión de orina en más de tres ocasiones a lo largo de la noche; o la emisión de orina muy espumosa (por tener proteínas en orina), que a los pacientes no les llama la atención particularmente, pues lo consideran una costumbre normal. Cuando la enfermedad renal ya es avanzada, los síntomas ya se hacen más patentes y específicos: se pueden hinchar los tobillos, hay fatiga, falta de concentración, disminución del apetito, nauseas matinales, adelgazamiento, picor generalizado, calambres musculares...

¿Pueden prevenirse de alguna manera estas patologías?

La enfermedad renal crónica va muy ligada a la enfermedad cardiovascular y a procesos como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la obesidad y el sobrepeso, los trastornos del colesterol y los triglicéridos, la hiperuricemia y la gota y el fumar. Todas estas condiciones son potencialmente modificables, y un control adecuado de ellas previenen o detienen la progresión de la enfermedad renal crónica. Todas ellas se controlan siguiendo un modo de vida saludable y aplicando la ocho reglas de oro que, año tras año, se recuerdan este día: mantenerse en forma y activo; seguir una dieta saludable pobre en sal, grasas y azúcares refinados, sin exceso de proteínas animales y rica en vegetales y legumbres; comprobar y controlar con regularidad el nivel de glucosa en la sangre; comprobar y controlar la presión arterial; mantener una ingesta de líquidos adecuada; no fumar; no automedicarse, especialmente no tomar antiinflamatorios o analgésicos regularmente; y comprobar regularmente la función renal mediante análisis de sangre, si se tiene uno o más factores de ‘alto riesgo’: diabetes, hipertensión y obesidad.

¿En qué medida ha afectado la pandemia a los pacientes renales?

Los ha afectado de manera importante, tanto de forma directa como indirecta, si bien no podría decir que más que a la población general, ya que la afectación ha sido muy generalizada en cualquier colectivo. Sin duda la mayor afectación fue en la primera onda pandémica, porque no conocíamos bien la transmisión del virus por aerosoles. Aproximadamente el 30% de los pacientes en diálisis fueron afectados, más los pacientes de hemodiálisis que los de diálisis peritoneal, ya que estos últimos sí podían hacer confinamiento y diálisis en su domicilio. Otro aspecto, no cuantificado, es la repercusión que la pandemia ha tenido en la dificultad del seguimiento de los pacientes con enfermedad renal progresiva, ya que muchos pacientes no podían o querían (por miedo) desplazarse al hospital para sus controles habituales, si bien este aspecto se ha intentado paliar aplicando técnicas de telemedicina.

¿Son más susceptibles de tener consecuencias graves en caso de contraer el virus? De ser así, ¿debería acelerarse su vacunación?

Los pacientes renales tienen las defensas disminuidas y son más propensos a cualquier infección, y además los pacientes trasplantados tienen que tomar inmunosupresores que los hace aun más susceptibles. Estos pacientes además tardan más en negativizar la PCR del virus y es necesario alargar, a veces más de un mes los periodos de aislamiento o cuarentena. La respuesta inmunológica más pobre de los pacientes renales determina que estos pacientes tengan menos probabilidad de tener el cuadro grave de ‘Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica al coronavirus’, pero, sin embargo, pueden presentar otras complicaciones concomitantes más graves mientras están infectados. Por todos estos motivos, especialmente los epidemiológicos, considero que la vacunación en ellos debería ser prioritaria. Además, habrá que tener en cuenta que, dado que su respuesta a las vacunas es inferior a la de la población general, será necesario poner más de dos dosis de vacuna espaciadas en el tiempo, para conseguir su inmunidad, aunque este aspecto aún no ha sido estudiado en profundidad.

Alcer ha dado la voz de alarma sobre el incremento de estas patologías. ¿A qué puede ser debido?

Los estudios epidemiológicos de prevalencia e la enfermedad renal en España y en el mundo señalan que 1 de cada 10 individuos está afectado de enfermedad renal crónica, especialmente los mayores de 70-75 años. En las comunidades indígenas que adoptan el modo de vida occidental la prevalencia es mucho mayor debido a que comienzan a padecer diabetes, hipertensión y obesidad. La epidemia de obesidad y diabetes, que ya es un hecho y se incrementará en años sucesivos, es la causa principal de la entrada de pacientes en diálisis en todo el mundo.

Nos consta que el Complejo Asistencial de Ávila está potenciando la diálisis peritoneal. ¿POr qué y por qué esto es tan importante?

La Sección de Nefrología del Hospital Nuestra Señora de Sonsoles se ha caracterizado desde los años 1980, en apostar por la técnica de diálisis peritoneal, al menos de inicio. Esta técnica es más sencilla que la hemodiálisis y da mucha independencia al paciente ya que puede realizarla por sí mismo. Sin duda la orografía tan montañosa de Ávila con varios puertos de montaña que limitan la movilidad en periodo invernal es un factor que ayuda a los pacientes a tomar la decisión de comenzar con esta técnica, Además en los individuos más jóvenes les permite una actividad laboral diurna normal y muy aceptable calidad de vida. También tiene algo menor coste que la hemodiálisis lo que hace que sea más eficiente. La Sección de Nefrología del Complejo Asistencial continúa fomentando esta técnica con un programa bien estructurado y consolidado, que hace que el porcentaje de pacientes de Ávila en esta modalidad sea el doble que el del conjunto de España (10,9% vs 4,9%).

¿Hacia dónde se dirige la investigación en materia de diálisis?

En las últimas décadas la investigación en diálisis va dirigida a que las diversas técnicas sean lo más biocompatibles posible, es decir lo más parecidas a como realiza la filtración el riñón humano. Los avances han determinado una mejor tolerancia y seguridad de los pacientes que ha mejorado considerablemente la morbilidad y la supervivencia, incluso en pacientes muy ancianos, que hace unos años no entraban en programas de diálisis.

¿En el caso de las enfermedades renales crónicas el último remedio es siempre el trasplante? ¿En qué punto se encuentra España en este sentido? ¿Hay donantes?

España continúa siendo el primer país del mundo en trasplantes renales, con una tasa por encima de 70 pmp (por millón de población), con una cifra record de trasplantes realizados de 3423 en 2019. Nunca hay suficientes donantes; España ha continuado siendo líder por el aumento de los donantes fallecidos en parada circulatoria, que hacen el proceso más complejo, y de los donantes vivos por familiares o en un protocolo de donación cruzada o incluso personas ‘samaritanas’, pero nunca son suficientes.