Médicos del patrimonio artístico

D. Álvarez (Ical)
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La berciana Patricia García compagina su labor como artesana de la madera con sus estudios en Conservación y Restauración de Bienes Culturales

La especialista en conservación y restauración de bienes culturales, la berciana Patricia García - Foto: César Sánchez (Ical)

En agosto de 2012, los ojos del mundo se volvieron hacia la localidad zaragozana de Borja, donde las manos inexpertas de Cecilia Giménez convirtieron a un académico Ecce Homo pintado casi un siglo antes en un icono pop, tras un desastroso proceso de restauración de la pintura original. Aunque éste sea uno de los casos más recordados, son muchos los ejemplos de bienes artísticos culturales y patrimoniales que no reciben el tratamiento adecuado por parte de especialistas. “Afortunadamente sí que hay profesionales preparados en nuestro país que trabajan en nuestro patrimonio cultural, pero todavía queda mucho por hacer y concienciar a las personas sobre nuestro trabajo”, asegura la berciana Patricia García, que forma parte de ese equipo de 'médicos' que se encargan de curar las enfermedades que sufren las piezas artísticas.

Originaria del municipio de Toral de los Vados, García es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de León (ULE) y cursó el máster en Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Actualmente, la berciana completa sus estudios en el programa de doctorado de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, con un trabajo sobre la producción de mueble art déco en Valencia, lo que le permitió llevar a cabo una estancia de investigación en Quercus, un centro de Conservación y Restauración de Arte con más de 20 años de experiencia en el sector.

Especializada en la restauración de mobiliario, campo que centra su tesis doctoral, García también se ha formado en materias como la pintura mural, el lienzo o la escultura en madera. “Existen una serie de procesos comunes, pero son muy distintos en cada uno de los ámbitos. No se emplean las mismas técnicas en una restauración de papel o textil que en una escultura, por ejemplo”, explica. En el caso de la mesita 'art déco' con la que trabajó en Quercus, el trabajo se inició con un estudio radiográfico. Durante la restauración completa de la pieza, se pusieron en marcha todos los procedimientos asociados a un proceso de este tipo, desde el informe previo, la limpieza, las reintegraciones estructurales, los injertos de chapa, las reintegraciones cromáticas y el barnizado. En ese sentido, Patricia recuerda que la primera acción que siempre debe llevarse a cabo al afrontar una restauración es “la elaboración de un informe previo en el que se anota el tipo de obra, sus medidas, los materiales de las que está compuesta, su estado de conservación y las patologías que presenta la pieza”. Además, se toman fotografías de la obra 'in situ' para que todo quede perfectamente documentado. Una vez completado el informe, los restauradores preparan un plan de intervención para tener claro cuáles serán los procesos a realizar y toman las decisiones acerca de cómo se van a llevar a cabo las intervenciones.

A la hora de afrontar el trabajo, el primer paso es ataviarse con una bata, guantes y mascarilla. En la mochila, el arsenal habitual está formado por elementos como brochas, pinceles, bisturís, jeringuillas, pinzas, espátulas, sierras o gubias, con las que se llevan a cabo intervenciones como limpiezas, consolidaciones, reparación de estructuras o reintegraciones. “Siempre te impone respeto trabajar con patrimonio, pero cuando rompes esa barrera y sabes hacer tu trabajo, te sientes respaldada”, asegura Patricia, que destaca que gran parte de las intervenciones de restauración se basan en el “trabajo en equipo”.

Tras el desastre ocurrido en otro icono mundial del patrimonio como la catedral de Notre Dame de París, la berciana considera que “las prioridades en este momento deben estar en comprobar la estructura y afianzarla, ya que se ha desprendido una parte de las bóvedas”. En cuanto a algunas obras del interior, Patricia celebra que “ya están a buen recaudo, para analizar sus daños e intervenirlas en el caso que fuese necesario” y recuerda que ya se ha lanzado un concurso internacional para la reconstrucción de la aguja del templo. “Confío en que en unos años volveremos a verla brillar de nuevo sobre el Sena. Nosotros tenemos un ejemplo muy cerca, que es la catedral de León, que resurgió de sus cenizas, al igual que pasará con Notre Dame”, afirma.

Principios éticos

En la misma línea, subraya que la parte más importante de un trabajo de restauración es la “conservación preventiva”, es decir, las medidas propuestas para evitar futuras alteraciones en las obras. En ese sentido, remarca que los principios éticos de la restauración también otorgan un papel principal al “respeto por la originalidad de la pieza”. “No debemos inventarnos nada, ni podemos llevar a cabo reintegraciones sin saber exactamente cómo era”, explica Patricia, que recuerda que el fundamento del trabajo parte de la correcta documentación de las obras. “Existe mucho intrusismo y muchas veces hemos escuchado decir aquello de 'eso lo sé hacer yo', pero a la vista está que no lo saben hacer. Para eso están los profesionales, para realizar un trabajo para el que han tenido que estudiar y prepararse”, defiende.

De la misma manera, esos principios éticos apuntan a que las intervenciones deben ser “duraderas en el tiempo” y, en el caso de las reintegraciones, debe poder diferenciarse la obra del restaurador de la del autor original, a diferencia de lo que ocurre en la Catedral Nueva de Salamanca, donde el trabajo llevado a cabo en 1992 por el cantero Miguel Romero, bajo la dirección del arquitecto Jerónimo García de Quiñones, incrustó entre las esculturas antiguas de la puerta de Ramos llamativos detalles de la era moderna como un astronauta o un dragón que come un helado.

Trabajos en el Bierzo

Pese a que parte de su trayectoria estudiantil y profesional viene desarrollándose en Valencia, García también ha volcado su conocimiento dentro de los límites de la comarca berciana, donde hace unos años llevó a cabo un trabajo sobre los retablos de la diócesis de Astorga. “Muchos de los que pertenecían al Bierzo sí que estaban restaurados y actualmente se están llevando a cabo proyectos importantes en la zona, como la restauración del monasterio de San Pedro de Montes o los trabajos en la iglesia de Peñalba”, explica la toralense, que recalca que “debido a la enorme cantidad de patrimonio que tenemos, queda todavía mucho en lo que trabajar”.

Otro estudio académico en el que participó tuvo que ver con la sillería de coro en las iglesias de la diócesis astorgana, un trabajo de catalogación en el que se encargó de la documentación fotográfica. “En general existe un buen estado de conservación, estructuralmente se encontraban en buen estado”, recuerda. Sin embargo, lanza una advertencia sobre un eventual “ataque masivo de insectos xilófagos”. “Podría llegar a destrozar piezas de un gran valor histórico y artístico”, recalca. En ese sentido, Patricia considera que “la Iglesia es un gran cliente, porque tiene mucho patrimonio”, aunque recuerda que también existen clientes privados que desean que un profesional intervenga en un mueble o una pintura deteriorados, debido al “valor sentimental” que poseen esas piezas, en muchos casos heredadas. Además, la historiadora del arte fue una de las organizadoras del Congreso de Jóvenes Investigadores que la ULE dedicó en 2016 al mundo hispánico. “Fue una gran experiencia, con mucho trabajo detrás”, recuerda Patricia, que destaca que la “temática interdisciplinar” del encuentro permitió a los asistentes conocer los estudios que se estaban llevando a cabo en campos como el arte, la historia, la lingüística y la literatura, así como conocer diferentes metodologías de trabajo y compartir experiencias sobre diferentes aspectos de la carrera investigadora.

A la espera de finalizar su tesis doctoral, la berciana compagina sus estudios con la asistencia a diferentes ferias y mercados de artesanía en la comarca y la provincia, en los que presenta piezas elaboradas con técnicas decorativas como el 'decoupage', el 'decapé' o el tintado, este último, que ha tenido ocasión de aprender gracias a su experiencia en la restauración de mobiliario. “Desde hace unos meses tengo el carnet de artesana como decoradora de madera, algo muy diferente a la restauración, ya que en este caso solamente me encargo de la decoración de piezas de madera nuevas”, explica.