El gran legado del Café Pepillo en la ciudad de Ávila

E.C.B
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Este establecimiento, que permaneció abierto durante más de cien años en pleno Mercado Grande, vuelve a ser actualidad 40 años después gracias al Museo de Ávila, que ha hecho de un cartel publicitario del café su 'pieza del verano'

El gran legado del Café Pepillo en la ciudad de Ávila - Foto: Isabel García

Ha pasado ya 40 años desde que el emblemático Café Pepillo, que permaneció abierto durante más de cien años en pleno Mercado Grande de Ávila convirtiéndose en lugar de referencia para muchas generaciones de abulenses y de visitantes ilustres, cerró definitivamente sus puertas.

Un tiempo en el que escritores de la talla de José Jiménez Lozano y Jacinto Herrero han mantenido vivo su recuerdo, como también lo hace ahora el Museo de Ávila, que ha convertido uno de los grandes carteles publicitarios que anunciaban este establecimiento en los accesos a la ciudad desde las carreteras de El Barco de Ávila, Salamanca y Madrid, de seis metros de largo, en su ‘pieza de verano’.

Y este jueves el cronista oficial de Ávila, Jesús María Sanchidrián, fue el encargado de recuperar una buena parte de su gran historia, que acompañó desde su apertura en 1873 las profundas transformaciones que durante esos años fue experimentando la capital abulense, primero con el arreglo de la plaza de Mercado Grande y poco después con la llegada de la Academia de Intendencia que, como explicó Sanchidrián, «produjo una afluencia de militares de alto rango y personalidades del Gobierno que requerían una atención de cierta categoría como en los cafés que había en las capitales europeas y españolas». Pero también con la inauguración en 1896 del Balneario de Santa Teresa, que también trajo «a gente adinerada de la alta burguesía». Todos ellos encontraron en el Café Pepillo, que oficialmente se llamaba Café de La Amistad, un negocio perfecto que ofrecía un servicio de alta calidad en el que se ofrecían productos casi impensables en Ávila en aquellas épocas, como el marisco, convirtiéndose así en un auténtico referente para esta ciudad gracias al buen hacer de su fundador, José Álvarez Portal, conocido como ‘Pepillo’. No en vano, allí se ofrecían conciertos, cine e incluso representaciones teatrales, lo que «dio un cambio radical al ocio y el entretenimiento en Ávila impensable para la época», comentó Jesús María Sanchidrián.

A su muerte en 1912, el negocio continuó en manos de su hijo, conocido como ‘Pepillo el chico’, que siguió la misma trayectoria de su padre, con una gran aportación cultural y ofreciendo grandes banquetes a políticos de la época, como los que también diera en su momento a la Academia de Intendencia y al Casino, que se ubicaba en las plantas superiores del café.

Pero con la República, primero, y la Guerra Civil se produjo un decaimiento que terminó con la adquisición del café por parte de la familia Trullén, que tras su reforma devolvió al café todo su esplendor  en los años 50 y 60.

Ya en los 70, una denuncia de los propietarios del inmueble de ruina y una demanda de desahucio, con un proceso judicial que duró diez años, explicó Sanchidrián, desencadenaron el cierre definitivo de este emblemático establecimiento, historia de la ciudad de Ávila, el 22 de noviembre de 1981.