Muchos trofeos y grandes actuaciones en Cebreros

Juan Andrés Cartón
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Eugenio de Mora, Esaú Fernández y Noé Gómez del Pilar abrieron la puerta grande del coso cebrereño.

Muchos trofeos y grandes actuaciones en Cebreros

Terminó la feria taurina de Cebreros con la corrida de toros donde se cortaron muchos trofeos y la gente salió contenta de lo visto en el ruedo.

En una tarde calurosa, bajo un sol abrasador, se lidiaron toros de Martín Lorca y uno de Escribano Martín (el segundo), todos con muy buena presentacion, demostrando casta y nobleza. El quinto fue premiado con la vuelta al ruedo.

El cartel lo integraban Eugenio de Mora, que escuchó ovación en su primero y cortó dos orejas; Esau Fernández, que logró una oreja y dos orejas y rabo; y Noé Gómez del Pilar, que obtuvo dos orejas y rabo y dos orejas.

Abrió plaza el toledano Eugenio de Mora con Licenciado, de Martín Lorca, con el nº 57 en los costillares, al que recibió con el capote muy irregular por el poco celo con el que tomó la tela. Se tuvo que conformar con marcar el camino. Los inicios de la faena fueron llevados en línea recta para comprobar las embestidas de su oponente. Disposición y ganas es lo que echó el maestro De Mora para inventarse una faena con la mano diestra, dado que le faltaron ganas de embestir al toro, muy agarrado al piso, y había que provocarle con la voz para que tomara la muleta. La faena la fundamentó sobre la mano derecha. Con el acero, un mete y saca y una certera estocada con la que finiquitó al burel. Recibió una ovación por su labor.

El segundo del lote de Eugenio de Mora, negro y bajo de cara, marcado con el nº 26 y Quinto de nombre, con muchos muchos kilos pienso yo. El matador supo mover la mano para que el toro se orientara en las telas e iniciar el toreo a la verónica. En varas, el toro derribó en la única vara que recibió, y en banderillas se le vio que apretó para los adentros. Con la muleta se apreció que el animal tenía mejor condición que el anterior de su lote. Metió la cabeza siempre a la muleta que le ofreció De Mora, y el torero citó y mandó con temple por ambos pitones, corriendo bien la mano. Faena larga, ligando series con mucho empaque. El respetable estuvo expectante con la faena de Eugenio de Mora, que toreó a placer. Con el acero, espléndido dejándolo en el hoyo de las agujas. Dos orejas, premio merecido.

El segundo de la tarde correspondió a Esau Fernández. Pertenecía a la ganadería de Escribano Martín, marcado con el nº 49 y de capa Melocotón, con hechuras y cara para plaza de superior categoría. Lo saludó el sevillano por verónicas, que fueron aplaudidas por el público de los tendidos. Con la muleta puso valor y ganas y deseos de triunfo, ligó tandas con la mano diestra con gusto, basando su faena sobre el pitón derecho. Algo lento al correr la mano, el toro recortó el recorrido. Una estocada hasta la gamuza y se le premió con una oreja.

Salió por los chiqueros el quinto de la tarde, Valiente de nombre, con el nº 11 en los costillares, de Martín Lorca, al que recibió Esau Fernández de capote, toreando bien a la verónica, ganándole terreno y llevándole hasta los medios. Realizó un quite por chicuelinas rematando con una revolera, y al pasar al tercio de muleta parece que no se le ha olvidado al sevillano hacer el toreo de temple y artístico, como lo vio toda la plaza de Cebreros esta tarde, dominando con las dos manos.

Cumbre estuvo administrando las distancias y los tiempos, completando las series y adornándose con el de pecho. Otra estocada en su sitio para cortar dos orejas y rabo, premiándole con la vuelta al ruedo al toro.

El tercero de la tarde, marcado con el nº 16, de nombre Ucraniano, correspondió a Noé Gómez del Pilar, que manejó la tela magistralmente para torear por verónicas. Lo mejor de la tarde hasta ese momento se vio de la mano de este torero. Una vara tomó este toro a pesar que estuvo bastante tiempo en el peto. Cuando finalizó el piquero de su intervención, Noé realizó un quite por chicuelinas muy ajustadas y fueron aplaudidas por el respetable. Toreó a placer con ambas manos con la franela, que templó y corrió la mano alargando el recorrido del ejemplar de  Martín Lorca, que envestía humillando y con nobleza. Gómez del Pilar firmó una excelente faena, y con el acero fulminó de un certero espadazo, premiándole con las dos orejas y el rabo de su enemigo.

El sexto toro que correspondió en el sorteo a Gómez del Pilar fue distinto de comportamiento y condición a su primero. Trató de torear por verónicas, que no fueron lo lucidas que se esperaban. Un paso por el caballo sirvió para cambiar el tercio, y con la franela trató de meterlo en vereda pero el toro no estaba por investir. Al torero no le faltó valor y disposición para agradar al respetable, pero el morlaco sabía lo que se dejaba atrás. A punto estuvo de echársele a los lomos en tres ocasiones. Un espadazo sirvió para terminar con su actuación y el festejo premiándosele con dos orejas.

Así triunfan y salen en hombros tres toreros de valor y de los llamados «modestos».