Miguel Ángel y José Antonio Gallego han querido rendir homenaje a su familia de pastores trashumantes recorriendo el camino que tiempo atrás sus antepasados andaban junto a su ganado. Lo han hecho junto a su primo, José Luis Blázquez e invirtieron el pasado fin de semana nada menos que 55 horas.
Por supuesto que éstas sumadas a las invertidas en entrenamiento son muchas más pero a priori esa ha sido la inversión. Más de 150 kilómetros les separaban de su objetivo y es que la ruta salió el viernes a las seis de la mañana de la puerta del Sol de Madrid y la llegada se hizo oficial a las 14 horas del domingo en Papatrigo. Fue justo en el lugar en el que primero el abuelo Segundo y después los tíos Paco, Benja y Goyo cerraban al ganado cuando llegaban a casa.
El último que hizo el recorrido fue el tío Paco, quien ahora con sus 92 años ha sido testigo de la proeza de los tres andarines. Ha llovido, pues han pasado más de 20 años desde esa última salida y llegada mientras ejerció de pastor pero a buen seguro que está orgulloso de que les recuerden en una faceta para la que han vivido muchos años y a la que sin duda han dedicado la vida entera.
Un homenaje paso a paso y durante 150 kilómetrosEl resto de los familiares que en su día fueron trashumantes no lo han podido contemplar ya, pero la ilusión de los andarines era simplemente la de rendirles a todos ellos lo que consideran un merecido homenaje. El tiempo lo han dividido en tres etapas: Puerta del Sol hasta Santa María de la Alameda; Santa María de la Alameda hasta Ávila y de Ávila a Papatrigo. En total 150 kilómetros utilizando el camino teresiano y cuidados por su familia, quienes les prestaban apoyo, compañía y avituallamiento. Tras concluir la ruta de los pastores Miguel Ángel quiso dejar un mensaje de agradecimiento en sus redes sociales por el apoyo prestado durante lo que simplemente quiso ser «un homenaje a todos esos pastores que patearon España» y de manera especial a los cuatro familiares mencionados: Segundo, Paco, Goyo y Benja y de algún modo a la tierra a la que para siempre estarán vinculados pues con un «Viva Papatrigo» se despide.