La incertidumbre se abre paso

Pilar Cernuda
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Los bloqueos que existen entre Sánchez e Iglesias y entre Rivera y Abascal hacen que la parálisis institucional vuelva con más fuerza

La incertidumbre se abre paso - Foto: EUROPA PRESS

Solo sé que no sé nada, es la frase que resumiría el estado de ánimo de quienes deberían saber. Incluido Sánchez. Todo es confuso, se deshace lo que se había hecho, y se desacuerda lo que se había acordado. La incertidumbre es lo que definiría la situación actual, y si durante toda la semana cobraba fuerza la convocatoria de elecciones, la tarde del pasado jueves parecían cambiar las tornas.

La causa principal es que las relaciones personales entre los dirigentes son muy malas. Solo se llevan bien Sánchez y Casado. El presidente siente gran desconfianza hacia Iglesias, y animadversión por Rivera, que no le puede ni ver, al tiempo que envidia a Casado por no darle el sorpasso, y detesta -ni saluda- a Abascal, clave para estar en Gobiernos.   

Cuando Vox puso pie en pared y dijo que no votaba más a Cs si les seguía tratando como apestados, ya era tarde: los liberales dejaron en la estacada al PP, que tiene un amargo verano por delante para liderar Madrid y Murcia.

Pablo Iglesias parece noqueado ante el no es no que recibe de forma sistemática cada vez que dice que quiere ser ministro. Se siente ninguneado, lo que es grave porque a los suyos les dio a entender que entraba en La Moncloa y ponía como ejemplo que en toda Europa las fuerzas que llegaban a pactos formaban Gobiernos de coalición. Sánchez, sin embargo, se resiste, aunque ahora lo ponen en duda en su entorno. 

El socialista no se fía del morado -no se fió nunca- y, en su egolatría, no asume que no cuenta con los escaños necesarios para gobernar en solitario como pretendía. Por otra parte, el Sánchez que vivió el sueño de verse en la mesa en la que los grandes figuras europeas toman las decisiones de la UE, está desconcertado porque después del pacto con Macron resulta que este acordó con Merkel lo contrario. 

Después de que no saliera adelante la operación diseñada con Macron, necesita formar un Gobierno como sea. Pero ante Bruselas debe ser un Ejecutivo sensato, sin aventuras con la izquierda extrema y menos aun con independentistas y Bildu. Pero si no llega a acuerdos con grupos cuya sola mención le provocan desagrado, Sánchez tiene difícil la investidura, lo que provoca que frente a la posibilidad de acuerdo con Podemos que se ha transmitido en las últimas horas por algunos miembros de su círculo, otros digan que habrá elecciones.

El madrileño ve esa salida con un doble sentimiento, según cuentan los suyos. Como un fracaso no aprobar la investidura, pero por otro la convocatoria de elecciones supondría un alivio porque los datos que maneja afirman que Ferraz tendría una subida importante mientras Cs y Podemos sufrirían una debacle. Es lo que le explica Tezanos al interpretar para él los datos en bruto del CIS. 

Un estado de ánimo muy similar al de Casado ante una posible repetición de elecciones. También maneja papeles que indican que mejoraría sensiblemente los resultados de mayo, y que los naranjas salen muy dañados de la peripecia que protagonizan estas semanas en las que muestran una animadversión hacia Vox que roza el esperpento, pues se entiende que no quiera saber nada de un partido de extrema derecha, pero nada es nada. 

Por otra parte, los informes que tienen sobre la mesa Casado y su equipo aseguran que un porcentaje alto de los votos que se le habían ido al bloque derechista regresarán.

Al palentino le tienta también el adelanto electoral por otras razones: las listas de abril han dejado en la cuneta a personajes importantes para el PP que un Casado muy optimista había colocado en lugares seguros para conseguir escaños en la Cámara Baja, y que en una nueva convocatoria podría colocar en posiciones de salida y conseguir así un grupo mayor y más sólido en el Congreso de los Diputados.

Asimismo, no acaba de despegar, o no tanto como esperaba, y, además, empieza a sufrir un rechazo que, si bien está muy alejado del que sufrió Rajoy en los últimos años, para el presidente del PP y su equipo más próximo es inexplicable porque estaban absolutamente convencidos de que el cambio profundo que han hecho en Génova solo podía ser para bien. Es evidente que muchos españoles están conformes con el giro que ha dado Casado al partido, pero otros muchos sienten rechazo hacia él por su propia personalidad, pero sobre todo porque ha provocado el regreso a primera línea de un Aznar que, cada vez que aparece en público, resta votos a Pablo Casado. 

 

La influencia de Aznar

Todo el mundo en el PP entiende que Casado inició su carrera junto a José María Aznar, que ha sido su principal valedor e incluso promotor aunque fue Rajoy quien le llevó a la dirección nacional del partido; pero el madrileño, hoy, ya no es un nombre que despierte pasiones en el PP sino todo lo contrario, y Casado no acaba de despegarse de él.

En el caso de que efectivamente se celebren en otoño nuevos comicios que, según todos los expertos supondrían un escenario de connotaciones bipartidistas, hay un elemento que analizan los cerebros de los partidos: la situación de los bloques independentistas catalanes, con una profunda grieta entre Puigdemont y Junqueras, y una sentencia del Supremo sobre los dirigentes implicados en el procés.

Sánchez quiere tener Gobierno antes de que haya sentencia para que los grupos constitucionales planten cara conjuntamente a las acciones de todo tipo que prepara el secesionismo. Quiere tener Gobierno, pero... Tendría que ceder mucho para conseguirlo, y no está en su ánimo ceder, así que volvemos a la casilla de salida: la incertidumbre.