La recogida de aceitunas, en vilo por el cierre perimetral

Pilar Bardera
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Los socios de las diferentes cooperativas del Tiétar afrontan con mucha incertidumbre la campaña de este año, al ser un evento de tradición familiar donde se espera la llegada de 'refuerzos' de otras comunidades

La recogida de aceitunas, en vilo por el cierre perimetral

En el mes de noviembre, normalmente, comienza la recolección de la aceituna en el Valle del Tiétar. Es cuando las olivas alcanzan el grado de madurez adecuado, el momento donde la aceituna está verde cambiando a color negro, esto dura más o menos un mes y según va avanzando la recolección, el aceite va perdiendo calidad. 

Los socios de la cooperativa San Isidro Labrador de Pedro Bernardo y todas  las del Valle del Tiétar, en temporadas anteriores, sus socios estarían recolectando este fruto para llegar a mediados de diciembre con la campaña ya muy avanzada. Este año afrontan la temporada con mucha incertidumbre y preocupación. La mayoría de los socios de las cooperativas no viven en los pueblos, no pueden desplazarse al estar en confinamiento perimetral, al estar limitada la entrada y salida de Castilla y León, con lo que peligra que toda la cosecha de aceitunas se quede sin recoger en el campo. Buscan una solución, que se facilite un permiso, para que puedan desplazarse desde Madrid u otra ciudad a estos pueblos para poder subsanar este problema.

La recogida de aceituna requiere un enorme esfuerzo de mano de obra. Normalmente son los miembros de una misma familia, amigos, los que van a recogerlas, utilizando la técnica del ‘vareo’, mediante una vara larga o pértigas de fibra de vidrio. Hacen caer la aceituna del árbol provocando que el fruto se desprenda del olivo, cayendo a una manta de lona que cubre todo el olivo para que no caiga a la tierra y facilitar la recogida de la aceituna. Los frutos que pasan a la almazara tienen menos impurezas, están libres de piedras o tierra y las aceitunas que proceden directamente del árbol son de mejor calidad. 

El aceite para muchas personas de estos pueblos supone un beneficio extra a su  economía, consumen el aceite de las aceitunas recogidas. Tras llevarlas a la almazara para su transformación, se realiza la molturación, envasado, etiquetado y finalmente se reparte el aceite entre los socios en base a los kilos de aceitunas que se han llevado a la almazara, siendo la mayor parte para el autoconsumo o repartiéndolo entre familiares. Este es el último paso, anteriormente,  los olivos tienen que estar cuidados para que el fruto sea el óptimo, dedicándolo tiempo y trabajo para llegar a la temporada de recogida en las mejores condiciones posible,  lo único que quieren en este estado de confinamiento, que desde el organismo  que corresponda se dé un permiso para no dejar las aceitunas abandonadas en el campo, por no poder desplazarse a estos pueblos. 

En las cooperativas se extremarán las medidas de seguridad, establecerán  turnos en los trabajadores de las almazaras para evitar contagios, para que no se tenga que paralizar la actividad, incluyendo medidas de protección generales, como la distancia de seguridad, el uso de mascarilla y la desinfección de manos. 

 Las almazaras repartidas por el Valle del Tiétar producen un aceite virgen extra de máxima calidad, este  año, a pesar de las circunstancias excepcionales en las que vivimos, puede ser también una buena producción.

La recogida de la aceituna es una fecha de unión entre las familias, amigos, vecinos, con lo que se continúa con la tradición de nuestros antepasados, que los olivos no se sientan olvidados y sobre todo, en estos días, el campo se llena de gente para un mismo fin, recolección de aceitunas. Este año será diferente, con mascarillas, pero el trabajo a realizar será el mismo.