"Ya no tengo más casa que Ávila"

Beatriz Mas
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Entrevista al obispo de Ávila cuando se cumple un año de ordenación episcopal

"Ya no tengo más casa que Ávila" - Foto: Isabel García

Hoy se cumple un año desde que José María Gil Tamayo fue ordenado  obispo de Ávila. Un día en el que se entremezclaron sentimientos pero que sirvió como el inicio de un camino que se prevé largo. Al menos ya habla de un ‘plan pastoral quinquenal’ para la diócesis abulense. 

De lo que no hay duda es que estos doce meses, y 30.000 kilómetros en la carretera, le han servicio para conocer la realidad de Ávila, con todo lo bueno que tiene y con las dificultades a las que se enfrenta, y por ello dice que le «duele» la despoblación, el envejecimiento, el paro o la falta de comunicaciones. Eso sí, nuestro obispo se aleja de la idea de que los castellanos son fríos, al menos por la «cálida acogida» que él ha tenido. No sabe, bromea con media sonrisa, si será por el cambio climático. 

Hace un año comenzaba su andadura como obispo de Ávila ¿Qué ha cambiado entre la imagen que tenía de la diócesis y lo que ha descubierto en estos doce meses?

Estoy muy contento y muy feliz, lo cual no significa que no haya tenido problemas y dificultades, empezando por el día de mi ordenación que se mezclaron ambas cosas. La gente además me dice que se me ve feliz.

No tengo nada más que motivos para dar gracias. Haber estado de secretario general durante cinco años y en total casi 20 años en la Conferencia Episcopal y haberme dedicado al mundo de la comunicación hace que tenga un conocimiento de la Iglesia en España bastante exhaustivo, pero la diócesis de Ávila me ha sorprendido porque tiene todas las cosas buenas en pequeño. Con lo cual para mí es una diócesis ideal. Qué hay problemas, pues sí. ¿Qué me duele? La despoblación, ese cambio estacional del verano que están los pueblos llenos, que hay fiesta, a ahora pasar por los pueblos y las puertas cerradas porque están vacías y eso me duele. Me duelen los más de 11.000 desempleados en Ávila porque veo que la mayoría son del sector servicios, la inmensa mayoría son mujeres. Somos una provincia enormemente estacional en ese sentido con lo cual me duele la falta de futuro para muchos jóvenes. Me duele la falta de comunicación. He visto empobrecimiento y es algo de lo que hay que salir y nos tiene que doler porque nos está desinflando. La despoblación y el envejecimiento son unas improntas que tenemos que revertir.

Y luego en lo espiritual es un diócesis con una gran riqueza espiritual pero también tengo un clero envejecido, maravilloso en cuanto a que son unos 50 sacerdotes mayores de 75 años de los cuales más de la mitad están en activo, y esto es un ejemplo de entrega. Donde todo el mundo ha abandonado los sitios allí siguen los sacerdotes.

Y luego también es una riqueza la vida religiosa, los 15 monasterios contemplativos, más de medio millar de religiosas y religiosos, la mitad prácticamente de clausura, y esto es una impronta de Ávila, de espiritualidad que es una imagen de marca de Ávila. Es Santa Teresa de Ávila, espiritualidad, San Juan de la Cruz.

¿Cuál ha sido su principal misión en este tiempo?

Mi principal misión es hacer presente a Jesús en medio de mi comunidad, de esta Iglesia, que es la Iglesia en la que me ha puesto el Señor para servir. Me he hecho muchos kilómetros a lo largo y a lo ancho de la diócesis, más de 30.000 kilómetros a lo largo de este año y aprovechando cualquier motivo, con que haya dos chicos que se quieran confirmar, a una fiesta... He visto una diócesis variada, es muy distinto el Valle del Tiétar, el Alberche, la zona de inmediaciones, el Amblés, la Moraña, son muy distintos, muy variados. He visto iglesias preciosas, el patrimonio histórico artístico de Ávila y sobre todo la gente, la gente me ha acogido. Eso de que la gente castellana es así como fría yo no lo he notado, no sé si será el cambio climático (bromea). La gente de Ávila ha sido y es enormemente cálida en su acogida.

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