"Los jóvenes estamos necesitados de oportunidades"

Mayte Rodríguez
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Charlamos con David de Soto, joven historiador, gestor del patrimonio cultural y dinamizador cultural del Ayuntamiento de Arévalo

"Los jóvenes estamos necesitados de oportunidades"

David de Soto (Ávila, 1992) es un joven historiador arevalense que trabaja como dinamizador cultural en el Ayuntamiento de Arévalo y que tiene muy clara la necesidad de que el gran público deje de ver la Historia como «algo frío» y a los historiadores como «ratones de biblioteca». ¿Cómo acometer ese reto? Ahí entra su «otra faceta», la de gestor del patrimonio cultural, que le impulsa cada día a «buscar fórmulas para llevar a la calle, a los ojos de la gente, esa información que está en los libros» a los que se entregan en cuerpo y alma los historiadores como él, que pasan miles de horas de estudio en archivos y bibliotecas, en ese afán por conocer mejor nuestro pasado.
Estos días David de Soto está de enhorabuena porque ha tenido la inmensa fortuna de estar acercando al gran público el hecho histórico que más le fascina de la Historia de Arévalo: la rebelión contra la Corona que propició en Arévalo Juan Velázquez de Cuéllar –contador mayor del reino-, que entre 1516 y 1521 se opuso a la decisión de Carlos I de dar el señorío de las villas de Arévalo, Madrigal y Olmedo a Germana de Foix, lo que suponía suspender sus antiguas libertades. Este hecho se considera el precedente del malestar que poco después se extendería por toda Castilla: la llamada guerra de las Comunidades o Levantamiento Comunero. 

Siete años llevaba David de Soto investigando este episodio, al que empezó dedicando su trabajo de fin de carrera en la Facultad de Historia de la Universidad de Valladolid. Así es que la conmemoración en este año 2021 del V Centenario del Movimiento Comunero le vino como anillo al dedo. Él se encargó de redactar el proyecto ‘El valor de la lealtad’, en cuya base histórica se sustenta el programa de actos con el que Arévalo conmemora lo sucedido y pone en valor su participación en la misma. «A nivel personal es una oportunidad de oro, preparar el proyecto ha sido un disfrute diario, casi diría que no ha sido trabajar, ha sido pasarlo muy bien», confiesa. 
 

¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza sobre Ávila?
Edad Media, Reconquista y mucha épica.

¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?
Su patrimonio histórico.

¿Y lo que menos?
La falta de oportunidades para los jóvenes.

Un lugar de la ciudad para perderse.
Cualquier edificio histórico, la Catedral de Ávila, por ejemplo.

Un recuerdo de su infancia.
Los paseos sin comprender el porqué todos los edificios estaban donde estaban.

Un personaje abulense que le haya marcado
Muy posiblemente Raimundo Moreno Blanco, profesor de la Universidad de Salamanca que imparte en la Escuela de Turismo de Ávila y que, junto a José Luis Gutiérrez Robledo, ha sido el gran investigador de toda la Historia y el patrimonio de Ávila. 

El mayor cambio que necesita Ávila es…
Abrir la ventana a nuevas oportunidades originales. Aquí, por ejemplo, el proyecto ‘Collegium’ para Arévalo es probablemente una de esas fórmulas que puede dar lugar a reinventar la provincia y a generar oportunidades.

Y Ávila tiene que mantener…
Sus tradiciones y su cultura propia, tiene que mantener sus raíces y su legado, que está todavía por mostrar al público. Lo que Ávila tiene que hacer es mezclar esas nuevas oportunidades, originales formas de atraer al futuro y mantener su propia identidad y sus fiestas.

¿Qué le parece Ávila y su provincia hoy?
Un gran campo de oportunidades que más gente debe ser capaz de ver. 

¿Cómo ve Ávila y su provincia en el futuro?
Es difícil. Creo que le espera un buen futuro si se da la oportunidad a las personas con sueños y que están en la provincia de norte a sur. Si ésto ocurre puede revertirse ese gran problema que tiene Ávila, que es la despoblación. O, al menos sostenerse, que haya un equilibrio poblacional.

¿Qué puede aportar a Ávila y a su provincia?
Ilusión, ganas, la intención de no quedarnos quietos y ver pasar año tras año sin que haya grandes cambios. Yo creo que el campo está ahí, pero hay que sembrarlo y La Moraña entiende bastante de eso. 

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