Las lluvias aminoran una buena campaña de cerezas en Tiétar

E.C.B
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El agua, unida a las bajas temperaturas nocturnas, propiciaron que gran parte del fruto se cayera del árbol sin llegar a cuajar, aunque las previsiones son mejores que las de 2020

Las lluvias aminoran una buena campaña de cerezas en Tiétar

La campaña de recogida de la cereza en el Bajo Tiétar, que está llegando ya a su ecuador, no será este año todo lo buena que se preveía inicialmente. Y es que las últimas lluvias caídas durante la primera quincena de mayo, unidas a las bajas temperaturas nocturnas durante esos días, hicieron que los árboles se mojaran y que gran parte del fruto se cayera sin llegar a cuajar. Así lo confirma Juan Pablo García, de la cooperativa Comapir, quien apunta que «lo que se preveía como una campaña muy buena en cantidad, ahora ya se está viendo que no será como se pensaba, pues ha quedado muy poca cereza».

Con todo, será sensiblemente mejor a la campaña del año pasada, seguramente una de las peores de la historia, pues no se pudo fumigar desde el principio para evitar posibles enfermedades del cerezo y luego llovió mucho y no quedó prácticamente nada del fruto, por lo que se recogió muy poco, aunque los precios fueron buenos.

Y para conocer los precios de este año, todavía tendrán que esperar, pues son varios los factores que influyen, como la evolución de la crisis, la cantidad de cereza que haya y si el género tiene buena calidad, o que haya exportación en zonas como el Valle del Jerte o las comunidades de Aragón y Cataluña. «Si esas cerezas se pueden exportar porque están sanas, en el mercado nacional las cosas andarán algo mejor, pues al final es un producto que en la tienda es caro y quizás no tenga la salida que debería», indica García, quien explica que en el caso de la cooperativa de cerezas que une a las localidades de El Hornillo y Poyales del Hoyo, aunque algo de su producto se vende en fruterías de la zona, su mercado principal es el nacional, y más concretamente de la mitad de la península para arriba (Madrid, Valladolid, Murcia, Valencia, Galicia, Barcelona o el País Vasco).

A mediados de mayo comenzaba la campaña de recogida en el Bajo Tiétar, algo más tarde que en la vecina comarca cacereña del Jerte, con las variedades más tempranas, especialmente la Burlat, una cereza más blanda cuya venta «es más difícil», precisa Juan Pablo García, «porque ya se les ha pasado su momento». Y desde principios de junio ya están con las variedades de media campaña, las California, de hueso pequeño y mucha carne, cuya recogida se extiende hasta estos días, dando paso ya en la segunda quincena del presente mes a las variedades más tardías, entre las que destacan por su número en esta zona las Lapins y Ambrunés, de tamaño y productividad medios, firmes y de buen sabor, con las que se cerrará un año más la campaña ya a finales de junio.

Hace años eran otras las variedades que cultivaban en el Valle del Tiétar, pero que, como apunta el responsable de la cooperativa Comapir, fueron desapareciendo «porque el mercado iba demandando otras cosas, como un mayor tamaño». «Ahora lo que queda en la zona es algo de la Burlat, la temprana, que es una cereza muy buena de comer, pero algo blanda;las variedades California, que no tienen mal comer y andan mejor de tamaño y son más duras, y luego están las tipo Lapins, que comienzan a recogerse sobre el 15 de junio y que tienen buen comer, mucho tamaño, con y sin rabo, y que son de color burdeos, tirando a negras», explica.

Y si bien es la cooperativa Comapir, fundada en 1983 la que más productores de cereza agrupa en el Alto Tiétar, con alrededor de 100 socios de los cuales unos 40 siguen recogiendo este fruto, no es la única de la zona, pues en el anejo candeledano de El Raso se encuentra la cooperativa Capra Hispánica, puesta en marcha en 1988, con 15 socios dedicados a la cereza, que comenzaron con la campaña de recogida hace apenas dos semanas.

Allí, aunque hay más cantidad de cerezas que el año pasado, la campaña tampoco se prevé muy abundante en número, entre 6.000 y 7.000 kilos, aunque sí muy buena en cuanto a sabor y tamaño. La temprana (Burlat), este año no pudo recogerse por las lluvias caídas, y ahora están terminando con variedades como las California y Lapins, porque en apenas una semana tienen previsto comenzar con la más tardía, la Ambrunés, con la que suelen cerrar la campaña cada año, que es la más pequeña y la de mejor sabor, según comenta una de sus responsables, Cristina.

Tanto en las zonas de El Hornillo y Poyales del Hoyo como en El Raso, son los dueños de los terrenos los que se encargan de su recolección, de forma manual, con un procedimiento artesanal que garantiza su buena calidad, para llevarlas después a la cooperativa, donde se ve si vienen bien seleccionadas y en unas condiciones óptimas, es decir, si cumplen los estándares de calidad. Si es así, la cooperativa se encargará de paletizarlas y de su comercialización.